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Boris Reyes, nieto de Zalo Reyes, estrena canción inédita de su abuelo

MÚSICA. El tema se llama "Madre mía" y "el gorrión de Conchalí" no alcanzó a grabarlo en vida. Su nieto rescata sonidos.
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Amelia Carvallo

El adelanto del primer álbum de Boris Reyes, nieto de Zalo Reyes, es la canción inédita de su abuelo "Madre mía", ya disponible en plataformas digitales. La pieza fue escrita por "el gorrión de Conchalí", fallecido en 2022, mientras que la música es de Boris, director musical de Christell y Santos Chávez, además del propio Zalo Reyes entre 2011 y 2022.

Boris Reyes cuenta que "Madre mía" la hizo Zalo Reyes a su mamá, quien falleció sin enterarse de la fama que alcanzaría su hijo. "Es una composición muy linda, mi tata confiaba que su madre por ahí siempre lo acompañaba, podía sentirla, y (esta pieza) destaca entre las composiciones bellas que hizo mi tata y quise traerla este 2025 en mi voz, creo que cantarla como nieto la hace aún más especial".

-Lucho Barrios, por ejemplo, tiene canciones dedicadas a la madre ¿cuáles son tus favoritas sobre este tópico?

-Creo que me gustan mucho las versiones que hizo Ramón Aguilera de "El día más hermoso" y "Felicidad"; también me encanta cómo mi abuelo cantaba "Madre mía", era infaltable para el Día de la Madre en el würlitzer de su casa.

-Sobre el trabajo de musicalizar esta canción, ¿cómo fue tomando forma en tu cabeza el tipo de ritmo y cadencia que querías que tuviera?

-Para mí es importante tratar de llegar con un estilo igual bien popular a la gente. Entonces, cuando se me ocurrió traer de nuevo esta canción al presente, hacer realidad este sueño de mi tata de que tuviera su espacio, fue siempre una meta y fue todo muy rápido. Grabé, recuerdo, la batería, de hecho, yo trabajo produciendo discos, entonces tenía dos horas libres y me dije: "Si estas dos horas no las aprovecho, la canción no va a existir", y así fue. Me senté en el estudio, grabé la batería, el bajo, la guitarra, grabamos los coros, mi hermana me ayudó a grabar todo esto, le puso rec ahí en el estudio y en la noche de ese mismo día la mezclamos, así fue la producción de esta canción y se cumplió la meta, esta vez pudimos lograrlo.

-Sabiendo que la figura de tu abuelo es tan gravitante en tu decisión de ser músico, y que el lado paternal es muy fuerte en ti, ¿qué peso tiene tu madre en tu vida?

-Mi mamá es muy importante también en mi vida, para mí es una motivación gigante desde que soy muy chico, también ha sido el cable a la tierra de tantas cosas, valoro mucho las conversaciones que tenemos, ella está atenta a las cosas que hago y qué es lo que quiero hacer, se preocupa y es mi ayuda principal desde hace años, desde que era chiquitito y me preparaba para ir al colegio, ahora está siempre conmigo y ma ayuda a prepararme para subir a los escenarios, entonces siempre es el mismo cuadro.

-¿Qué puedes adelantar sobre el disco que estás preparando?

-Respecto a la música mía que se viene, te cuento que quiero juntarme con nuevos artistas, ojalá mayormente con quienes no estén pegando tanto, más bien emergentes, que estén recién cosechando su música, en el sentido de rescatar cosas patrimoniales, sonidos clásicos que sean parte de lo que siempre se ha escuchado en la casa, que tratemos de acercarnos a ese tipo de experiencia sonora, porque se da muy poco y es muy importante que esté presente y me estoy dando cuenta de que yo mismo soy uno de los únicos, sino el único, que está tratando en mi generación de hacer ese rescate. Así que ahí estamos haciendo un grupito de muchachos bien buenos para las nuevas generaciones, de hecho, para que los que vengan después de nosotros conozcan a nuestros antepasados a través del sonido.

-¿Cómo trabajas estos aspectos en el estudio?

-Para mí es muy importante trabajar en colaboración, tanto con la familia como con los amigos, que son músicos y parte de esto. Es bonito cómo uno comenta las ideas locas, las aterriza sabiendo qué les parecen a ellos y también así me he dado cuenta que las cosas funcionan mucho mejor, tanto en lo que son los shows como en los discos. Pero ojo sí, que no todos los consejos siempre son los mejores, así que uno también tiene que ser árbitro de esas cosas.

-¿Dónde te presentarás en los próximos días?

-El 20 de mayo estaremos en El Cinzano, en Valparaíso, recordando el legado de mi tata, así que los espero para que la pasemos bien y cantemos sus canciones a todo pulmón en la noche porteña.

Boris Reyes, nieto de Zalo Reyes, estrena canción inédita de su abuelo

MÚSICA. El tema se llama "Madre mía" y "el gorrión de Conchalí" no alcanzó a grabarlo en vida. Su nieto rescata sonidos.
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Amelia Carvallo

El adelanto del primer álbum de Boris Reyes, nieto de Zalo Reyes, es la canción inédita de su abuelo "Madre mía", ya disponible en plataformas digitales. La pieza fue escrita por "el gorrión de Conchalí", fallecido en 2022, mientras que la música es de Boris, director musical de Christell y Santos Chávez, además del propio Zalo Reyes entre 2011 y 2022.

Boris Reyes cuenta que "Madre mía" la hizo Zalo Reyes a su mamá, quien falleció sin enterarse de la fama que alcanzaría su hijo. "Es una composición muy linda, mi tata confiaba que su madre por ahí siempre lo acompañaba, podía sentirla, y (esta pieza) destaca entre las composiciones bellas que hizo mi tata y quise traerla este 2025 en mi voz, creo que cantarla como nieto la hace aún más especial".

-Lucho Barrios, por ejemplo, tiene canciones dedicadas a la madre ¿cuáles son tus favoritas sobre este tópico?

-Creo que me gustan mucho las versiones que hizo Ramón Aguilera de "El día más hermoso" y "Felicidad"; también me encanta cómo mi abuelo cantaba "Madre mía", era infaltable para el Día de la Madre en el würlitzer de su casa.

-Sobre el trabajo de musicalizar esta canción, ¿cómo fue tomando forma en tu cabeza el tipo de ritmo y cadencia que querías que tuviera?

-Para mí es importante tratar de llegar con un estilo igual bien popular a la gente. Entonces, cuando se me ocurrió traer de nuevo esta canción al presente, hacer realidad este sueño de mi tata de que tuviera su espacio, fue siempre una meta y fue todo muy rápido. Grabé, recuerdo, la batería, de hecho, yo trabajo produciendo discos, entonces tenía dos horas libres y me dije: "Si estas dos horas no las aprovecho, la canción no va a existir", y así fue. Me senté en el estudio, grabé la batería, el bajo, la guitarra, grabamos los coros, mi hermana me ayudó a grabar todo esto, le puso rec ahí en el estudio y en la noche de ese mismo día la mezclamos, así fue la producción de esta canción y se cumplió la meta, esta vez pudimos lograrlo.

-Sabiendo que la figura de tu abuelo es tan gravitante en tu decisión de ser músico, y que el lado paternal es muy fuerte en ti, ¿qué peso tiene tu madre en tu vida?

-Mi mamá es muy importante también en mi vida, para mí es una motivación gigante desde que soy muy chico, también ha sido el cable a la tierra de tantas cosas, valoro mucho las conversaciones que tenemos, ella está atenta a las cosas que hago y qué es lo que quiero hacer, se preocupa y es mi ayuda principal desde hace años, desde que era chiquitito y me preparaba para ir al colegio, ahora está siempre conmigo y ma ayuda a prepararme para subir a los escenarios, entonces siempre es el mismo cuadro.

-¿Qué puedes adelantar sobre el disco que estás preparando?

-Respecto a la música mía que se viene, te cuento que quiero juntarme con nuevos artistas, ojalá mayormente con quienes no estén pegando tanto, más bien emergentes, que estén recién cosechando su música, en el sentido de rescatar cosas patrimoniales, sonidos clásicos que sean parte de lo que siempre se ha escuchado en la casa, que tratemos de acercarnos a ese tipo de experiencia sonora, porque se da muy poco y es muy importante que esté presente y me estoy dando cuenta de que yo mismo soy uno de los únicos, sino el único, que está tratando en mi generación de hacer ese rescate. Así que ahí estamos haciendo un grupito de muchachos bien buenos para las nuevas generaciones, de hecho, para que los que vengan después de nosotros conozcan a nuestros antepasados a través del sonido.

-¿Cómo trabajas estos aspectos en el estudio?

-Para mí es muy importante trabajar en colaboración, tanto con la familia como con los amigos, que son músicos y parte de esto. Es bonito cómo uno comenta las ideas locas, las aterriza sabiendo qué les parecen a ellos y también así me he dado cuenta que las cosas funcionan mucho mejor, tanto en lo que son los shows como en los discos. Pero ojo sí, que no todos los consejos siempre son los mejores, así que uno también tiene que ser árbitro de esas cosas.

-¿Dónde te presentarás en los próximos días?

-El 20 de mayo estaremos en El Cinzano, en Valparaíso, recordando el legado de mi tata, así que los espero para que la pasemos bien y cantemos sus canciones a todo pulmón en la noche porteña.

Guapos y breves

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¿Que para poblar el desierto había que ser guapo?... ¡Qué duda cabe!

Guapo fue el mismísimo Juan López, que encaró los traspiés y cortapisas con una guapeza a prueba de infortunios, a la que aportó su dosis de coraje. Guapos fueron Méndez. Porras, Saavedra y todos aquellos que hurgaron las tripas del desierto, para hallar las quiméricas riquezas que encerraba el subsuelo atacameño.

Pero hubo de los otros. Y muchos.

De aquellos que "por quítame estas pajas", se trenzaban en duelos a puñete limpio o bien, sacaban a relucir sus afilados corvos para imponer sus razones. En esa naciente Antofagasta de los años 1870, la prensa boliviana no les daba buen trato y en sus páginas no se mezquinaban columnas para referirse a los chilenos como "cuchilleros desalmados". Desde Cobija, las páginas de los matutinos "Antofagasta" y "Caracoles" referían duros epítetos para aquellos chilenos de "mecha corta" que generaban reyertas y otros desmanes.

Obviamente, Silverio Lazo "El Chichero" y sus andanzas iban en cabecera de página, incluyendo la recompensa por su cabeza. Pero también se consignaba a otros prontuariados chilenos, como "El Colorado" y sus cómplices Salomón y Bruno Guerra. Asaltaban y robaban las remesas que iban a las minas. Otro chileno temido fue el capitalino apodado "El Minero", que llegó a enfrentarse cara a cara con el coronel boliviano Exequiel Apodaca, militar implacable en el trato con los chilenos. Este le dio varios tiros, que terminaron con la vida de quien fue calificado como "uno de los tantos desalmados chilenos".

Pero los tiempos cambiaron, Antofagasta crecía a pasos agigantados y otros hombres vinieron a continuar la tarea de esos pioneros que se empeñaron en ganarle la lucha al desierto. Cambiaron los hombres, pero esa sangre empapada en rebeldía, derrochando coraje y valentía, siguió regando estos suelos. Ya no eran peleas de vida o muerte. Ahora se trataba de demostrar la verdadera hombría del chileno.

Y ya antes del primer centenario de la república, los festejos dieciocheros contemplaban estos desafíos a puño limpio. Sin un encordado, bastaba un ruedo del público, que animaba a los adversarios. En las ramadas de 1898, en un festival de bofetadas quedó demostrada la bravura de aquellos antofagastinos como Luis Pino, calderero de Playa Blanca; Juan Maturana, capataz de cuadrilla de cargadores de playa; Juan Portilla, cargador de salitre; Juan Flores, fletero; Juvenal Aránguiz, carretonero y Melitón Cáceres, herrero de la Fundición Orchard.

Los desafíos se pactaban colgando un cartel en los postes del alumbrado público, donde el desafiante nombraba a su oponente. Se acordaba el lugar y la hora, en algún punto de las ramadas y había "cazadores" que recibían apuestas. Terminados los combates, los improvisados pugilistas se iban a las chinganas, junto a los apostadores y brindaban por Chile y el cumpleaños de la Patria. ¡Qué bella remembranza…! ¿No?

Jaime N. Alvarado García. Profesor Normalista - Periodista

Linterna de Papel

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¿Que para poblar el desierto había que ser guapo?... ¡Qué duda cabe!

Guapo fue el mismísimo Juan López, que encaró los traspiés y cortapisas con una guapeza a prueba de infortunios, a la que aportó su dosis de coraje. Guapos fueron Méndez. Porras, Saavedra y todos aquellos que hurgaron las tripas del desierto, para hallar las quiméricas riquezas que encerraba el subsuelo atacameño.

Pero hubo de los otros. Y muchos.

De aquellos que "por quítame estas pajas", se trenzaban en duelos a puñete limpio o bien, sacaban a relucir sus afilados corvos para imponer sus razones. En esa naciente Antofagasta de los años 1870, la prensa boliviana no les daba buen trato y en sus páginas no se mezquinaban columnas para referirse a los chilenos como "cuchilleros desalmados". Desde Cobija, las páginas de los matutinos "Antofagasta" y "Caracoles" referían duros epítetos para aquellos chilenos de "mecha corta" que generaban reyertas y otros desmanes.

Obviamente, Silverio Lazo "El Chichero" y sus andanzas iban en cabecera de página, incluyendo la recompensa por su cabeza. Pero también se consignaba a otros prontuariados chilenos, como "El Colorado" y sus cómplices Salomón y Bruno Guerra. Asaltaban y robaban las remesas que iban a las minas. Otro chileno temido fue el capitalino apodado "El Minero", que llegó a enfrentarse cara a cara con el coronel boliviano Exequiel Apodaca, militar implacable en el trato con los chilenos. Este le dio varios tiros, que terminaron con la vida de quien fue calificado como "uno de los tantos desalmados chilenos".

Pero los tiempos cambiaron, Antofagasta crecía a pasos agigantados y otros hombres vinieron a continuar la tarea de esos pioneros que se empeñaron en ganarle la lucha al desierto. Cambiaron los hombres, pero esa sangre empapada en rebeldía, derrochando coraje y valentía, siguió regando estos suelos. Ya no eran peleas de vida o muerte. Ahora se trataba de demostrar la verdadera hombría del chileno.

Y ya antes del primer centenario de la república, los festejos dieciocheros contemplaban estos desafíos a puño limpio. Sin un encordado, bastaba un ruedo del público, que animaba a los adversarios. En las ramadas de 1898, en un festival de bofetadas quedó demostrada la bravura de aquellos antofagastinos como Luis Pino, calderero de Playa Blanca; Juan Maturana, capataz de cuadrilla de cargadores de playa; Juan Portilla, cargador de salitre; Juan Flores, fletero; Juvenal Aránguiz, carretonero y Melitón Cáceres, herrero de la Fundición Orchard.

Los desafíos se pactaban colgando un cartel en los postes del alumbrado público, donde el desafiante nombraba a su oponente. Se acordaba el lugar y la hora, en algún punto de las ramadas y había "cazadores" que recibían apuestas. Terminados los combates, los improvisados pugilistas se iban a las chinganas, junto a los apostadores y brindaban por Chile y el cumpleaños de la Patria. ¡Qué bella remembranza…! ¿No?

Jaime N. Alvarado García. Profesor Normalista - Periodista

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