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Justicia, violencia y poder: los ejes del largometraje chileno "Todos somos justos"

CINE CHILENO. El 15 de mayo se estrena en las salas nacionales la nueva película del director nacional Carlos Leiva.
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Amelia Carvallo

Este 15 de mayo estrena en salas de todo el país "Todos somos justos", nuevo largometraje del director Carlos Leiva, protagonizado por Paulina García y Andrew Bargsted, un thriller que acontece dentro de una casa que es asaltada por una pandilla que mantiene prisioneros a sus moradores en una larga y violenta noche.

García es la dueña de casa y Bargsted es un joven estudiante que hace clases a uno de los hijos de la casa. La noche llega bien aspectada con una amable cena pero solo es el comienzo de una pesadilla cuando un grupo de jóvenes desconocidos irrumpe con pasamontañas y armas

Ola de portonazos

Cuenta el director que la idea empezó a tomar forma en el año 2018. "La prensa ese año empezó a cubrir mucho los portonazos y en paralelo también diversas manifestaciones de detenciones ciudadana y linchamiento público", recuerda. "Pensé en los jóvenes que se animan a hacer un portonazo o asaltan una casa, y en contrapartida también pensé en las personas que por rabia y la sensación de que no hay justicia la toman en sus propias manos. A partir de eso empecé a trabajar una historia que combinara tanto la justicia con la violencia, que creo son términos medios hermanos en realidad", puntualiza.

Cuenta Leiva, quien es también doctor en literatura, que la idea del nombre surgió de la pieza teatral de Albert Camus "Los justos" que también se abre a un dilema ético. "Creo que lo justo siempre está emparentado con lo violento por eso las decisiones que se toman son tan complejas éticamente", puntualiza.

¿Qué engranajes querías explorar en esta película?

-Bueno, en realidad fueron varios, pero en síntesis te diría que la triada de justicia, violencia y poder. Creo que determinar lo que finalmente es lo justo aparece como una condición de poder y creo que es justo el que tiene el poder de ser justo. Y el poder no tiene ética porque es simplemente poder. La violencia estructural no se soluciona solamente con lo punitivo, se trata de concebir una sociedad donde haya empatía, con una apertura sincera.

Terreno intermedio

Por su lado, el actor Andrew Bargsted cuenta que conoció a Leiva en 2016 y que tiempo después lo invitó al teaser. Recuerda que construyó a su personaje de Luis, este joven tutor que proviene de otra clase social que la familia asaltada, desde una posición equidistante. "Luis es como una especie de agente intermedio en este choque de clases sociales opuestas, funciona un poco como una especie de mediador, que es al mismo tiempo testigo y también partícipe, está un poco en este terreno intermedio".

¿Cómo fue filmar en el espacio acotado de una casa?

-Fueron nueve días de rodaje muy acotado e intenso, fueron largas y extenuantes jornadas nocturnas. El trabajo con la representación de una situación en tiempo real, y el uso de muchos planos secuencia, requería de muchos ensayos y el diseño de muchas coreografías, no solo del elenco, sino también del equipo técnico. Hubo harto ensayo y harta repetición y además estábamos representando una situación bien límite, bien vertiginosa y por momentos bien violenta. Fue muy importante la complicidad que se generó en el elenco, tuvimos un fuera de cámara muy entretenido, nos reímos mucho, creo que para contrarrestar la energía de la representación que era más bien oscura y densa.

¿Cómo fue la dirección de actores, Carlos?

-Fue desafiante pero muy entretenida, como director me cuesta más pensar en cuadros cinematográficos que dirigir actores. Siempre he trabajado con los actores que yo he querido trabajar, entonces eso también ayuda mucho a abordar la construcción de los personajes. El elenco lo junté a lo largo de harto tiempo, los perfiles estaban tan definidos que no fue difícil armar un grupo bien interesante y sobre todo bien motivado con la película.

Andrew, ¿cuál es tu invitación para los espectadores?

-Los invito a ver una película chilena, muy entretenida, muy vertiginosa, les aseguro que van a estar al borde del asiento a lo largo de toda la película porque trata temas que son muy contingentes, que están sucediendo en el día de hoy y que también se vienen arrastrando a lo largo de toda nuestra historia. Temas como la justicia social y la desigualdad social y los efectos que tiene en nuestras sociedades. Aquí la película viene a poner sobre la mesa un encuentro y un choque también entre clases sociales, en una situación límite que va a invitar al espectador a tomar posición o quizás no, pero sobre todo los dejará reflexionando, así que no se la pierdan.

Poblaciones "callampa"

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Hace más de medio milenio que los invasores hispanos se repartieron los territorios de la capitanía general de Chile a diestra y siniestra. No importó la propiedad ancestral de esos terrenos, heredados desde tiempos seculares. Un sable y una cruz impusieron las leyes de una corona que provino del viejo mundo, que no tuvo reparos ni escrúpulo alguno para apoderarse y repartirse todo lo que estuvo a su alcance.

La historia elude estas realidades -como tantas otras- en virtud de satisfacer las intenciones de quienes financiaron los textos, así fueran deleznables los propósitos a futuro. Pero los escribanos y amanuenses de aquellos lejanos años, dejaron testimonios en actas, documentos y certificados que avalan esta vergonzosa "repartija".

Así las cosas, llegamos a los tiempos actuales… A poco andar la medianía del siglo pasado, Antofagasta no tenía ya un palmo de terreno para viviendas. O eran ajenos, el Estado los mezquinaba o imponía condiciones inalcanzables para la gente de a pie.

Entonces, aparecieron las "tomas de terreno". Y con ellas, las poblaciones "callampa", porque se dijo que brotaban como aquellas, por todos lados y sin control. A lo largo de Chile, las poblaciones "callampa" fueron la clarinada de alerta que los gobiernos se negaron a reconocer. Y hubo desalojos que costaron vidas… El derecho a la vivienda fue negado con descargas de fusilería. La razón del plomo se impuso a la necesidad de la casa propia.

Esa fue la génesis de las poblaciones, ubicadas en sectores periféricos de las grandes ciudades. En Antofagasta, poblaciones obreras fueron la "Lautaro", "Oriente", "Norte", "Miramar", "Favorecedora". Las viviendas se levantaron "a pulso", la urbanización tardó en dar forma a las calles, postaciones, tendidos eléctricos y alcantarillado. Pero aquellos obreros se sentían propietarios y disfrutaban de "vivir en lo propio", lo que era considerado un notable avance social.

Pero para muestra, un botón. La última población "callampa" que registra la prensa antofagastina se estableció a metros de la Avenida del Brasil, en el cruce de las calles Salvador Reyes, Manuel Verbal y Avenida Grecia. El diario local "El Debate" publica: "La población callampa más original de Chile" y describe a los habitantes por sus apodos, señalando que se trata de "pintorescos personajes de la fauna antofagastina". Aquellas "ranchas" estaban levantadas con latas, palos, lonas, sacos viejos y pircas, a pasos del barrio residencial más progresista de la ciudad. Junto a tres gatos y un perro, los habitantes pasaban por encima de todas las normas de higiene, salubridad, moral y sobriedad, lo que provocó quejas de los empingorotados vecinos. Obvio: existía -allí mismo- una "industria" ahumadora de pescado, que agravaba más aún la situación, generando un "mosquerío aterrador", como lo señala el redactor.

Hoy, los actuales e innumerables "rucos", parecen reflejar la continuidad de aquel problema. Y la solución se ve tan lejana, que bordea la utopía.

Jaime N. Alvarado García.

Profesor Normalista - Periodista.