"La cultura de la pampa no solo es una historia del pasado, es un legado vivo que define nuestra identidad"
Luis Aliro Cereceda Poblete es uno de los tantos hombres que forjaron su vida en la pampa nortina, específicamente en el histórico campamento Pedro de Valdivia.
Su historia es reflejo de una generación que creció entre el esfuerzo del trabajo salitrero, la fraternidad de su comunidad y los valores simples, pero profundos que marcaron a quienes vivieron allí.
La vida en la pampa no solo estuvo marcada por el trabajo arduo en las oficinas salitreras, sino también por el espíritu solidario que unía a sus habitantes. En medio del desierto, florecieron historias de esfuerzo, amor, comunidad y pertenencia.
Cereceda es testigo y protagonista de esa época dorada, y su relato nos invita a mirar con orgullo y nostalgia una forma de vida que dejó huella en la historia del norte de Chile.
Nació en 1953 en el campamento Pedro de Valdivia, un lugar que marcó su vida para siempre. Allí vivió, estudió, trabajó, formó una familia y construyó un camino de esfuerzo y orgullo ligado profundamente a la identidad pampina.
Permaneció en el campamento hasta su cierre en 1996, año en que fue trasladado a María Elena, donde continuó trabajando hasta 2004. Al dejar la pampa, dejó también parte importante de su historia, pero llevó consigo todo lo vivido en esas tierras que, como él dice, "fueron lo más hermoso que una persona puede experimentar".
En la pampa formó su hogar junto a su querida esposa María Segovia Pérez, con quien tuvo tres hijos varones, todos nacidos en Pedro de Valdivia. Para Luis Aliro, la pampa no solo fue un espacio físico, sino una verdadera escuela de vida, una comunidad unida por el trabajo, la fraternidad, los valores y el espíritu solidario.
¿Qué experiencias marcaron su paso por la pampa?
-Toda mi experiencia como persona y como trabajador responsable durante los 33 años que trabajé en la empresa SQM. Me siento orgulloso de haber sido parte de ese proceso, de haber aportado con compromiso y dedicación. Fue una etapa formativa y enriquecedora en todo sentido.
¿Cree usted que crecer en la pampa forjó su carácter?
-Sin duda alguna. Crecer en la pampa forjó mi destino como padre de familia y como trabajador. Me permitió adquirir una gran experiencia como persona y me inculcó una enorme responsabilidad laboral. Los valores que se vivían allá eran profundos: respeto, esfuerzo, compañerismo. Todo eso marcó mi carácter.
¿Cuáles son los recuerdos más significativos de esos años?
-Guardo los mejores recuerdos desde mi niñez y juventud, desde jugar en las calles del campamento hasta casarme y formar una familia. Viví toda mi vida rodeada de personas de gran calidad humana. También recuerdo el orgullo de haber pertenecido a una comunidad que se apoyaba mutuamente y que compartía cada logro y cada desafío.
¿Algunos lugares característicos que recuerda de esa época?
-La inmensidad de la pampa era mi mayor aliada. Recuerdo las jugarretas entre los desmontes calicheros que rodeaban el campamento. Eran espacios de aventura y libertad. También rememoro la intensa vida deportiva y social: campeonatos, reuniones, fiestas. Todo eso nos daba identidad, unión y alegría.
¿Algún pampino que haya sido ejemplo en su vida?
-Mi padre, Aliro Cereceda, fue siempre mi mayor ejemplo. Un hombre sabio, cercano, respetuoso, comprometido con su familia y sus amistades. Nos enseñó desde pequeños el valor del respeto, la honestidad y la humildad. Fue un modelo a seguir, un verdadero pampino de corazón.
¿Qué le enseñó la vida en la pampa?
-Me enseñó a ser humilde, responsable y honesto. Aprendí que el respeto al prójimo es la base de toda buena convivencia, y que para ganarse la admiración de los demás, primero hay que aprender a valorar al otro. La pampa fue una escuela de trabajo, de vida, de humanidad.
¿Qué mensaje le gustaría dejar para las nuevas generaciones sobre lo que fue la pampa?
-Quiero que las nuevas generaciones conozcan y valoren lo que significó vivir en la pampa. Fue una verdadera escuela de valores: trabajo, amistad, solidaridad, esfuerzo compartido. La cultura pampina no es solo una historia del pasado, es un legado vivo que nos define. Me siento orgulloso de haber sido parte de esa historia, de haber contribuido con mi vida y mi trabajo a fortalecer ese espíritu. La pampa fue mi hogar, mi escuela, mi vida. Y todo lo que soy hoy, se lo debo a ella.
Luis Cereceda Poblete: