Concientización sobre el autismo
La región de Antofagasta presenta tasas muy relevantes en esta condición, lo que nos obliga a mucha empatía y más conocimiento de esta población. La preocupación debiera estar en la capacitación de los profesores. el deber del empleador no sólo se limita a conjurar los riesgos intramuros de su organización
Pocos profesionales que trabajan en inclusión quedaron indiferentes a lo ocurrido estas últimas semanas con alumnos con diagnóstico del espectro autista en sus entornos escolares.
Tal como se ha conocido a través de la prensa, dos estudiantes con la Condición del Espectro Autista (CEA), protagonizaron situaciones graves de violencia, develando una crisis profunda del sistema educativo, específicamente en cuanto a la implementación de la normativa vigente referida a la inclusión de estudiantes con necesidades educativas especiales.
Estos conflictos, según Alejandra Ríos, directora del Observatorio para la Inclusión de la Universidad Andrés Bello, han generado una confrontación de las diferentes posturas que han salido en defensa de unos y otros involucrados. Sin embargo, "más que atrincherarnos adoptando posiciones de defensa o crítica, debiéramos movilizarnos en la búsqueda de soluciones para que nunca más se repitan estos actos de violencia".
Diferentes especialistas han salido a explicar que, si bien las personas CEA pueden presentar dificultades en la regulación emocional, las conductas agresivas no son una característica propia del autismo. Esta aclaración resulta crucial toda vez que, situaciones como las ocurridas, ponen en riesgo las voluntades de avanzar hacia la construcción de espacios educativos que realmente pongan en valor la diversidad de sus comunidades.
La preocupación debe estar en la capacitación de profesores, a quienes se les pide una gestión de la diversidad para la que no fueron preparados; en el trabajo intencionado con los estudiantes, para que no sólo respeten, sino que valoren la riqueza de la diversidad en el aula; en involucrar a los padres, quienes deben transformarse en los primeros aliados; en definitiva, en sumar a toda la comunidad educativa, para que podamos dejar de hablar de inclusión y sólo nos ocupemos de convivir.