Antofagasta y Newcastle
Se equivocan quienes se engancharon con el título. No hablo de un encuentro de fútbol entre nuestros "pumas" y el equipo galés. El tenor de esta nota se remonta a la época del esplendor del oro blanco, cuando el salitre chileno llevó la esperanza a las agotadas tierras agrícolas del viejo mundo.
Y por eso del oro blanco, sabemos que nuestra avenida del Brasil, fue conformada con el acopio de miles y miles de toneladas de tierra, proveniente de otros países del orbe. Claro. Los veleros que venían a embarcar salitre debían venir lastrados, de manera de hacer menos riesgosa la navegación por el Atlántico. Con sus bodegas cargadas con tierra como lastre, las naves ganaban en estabilidad y maniobrabilidad para enfrentar el peligroso cruce del estrecho de Magallanes. O, lo que era doblemente riesgoso, el cruce del cabo de Hornos.
Y esa tierra -de otras latitudes- era desembarcada y llevada en carretas desde la Poza del Salitre hasta el sector sur de la ciudad, donde se hallaba el primer basural que tuvo Antofagasta, a pocos años de su fundación. Con esa tierra se cubría la basura, resolviendo un severo problema sanitario. Más tarde, en el sector se hicieron carreras a la chilena, génesis del turf local. Años después, se contó con un hipódromo, utilizado también como eventual pista de aterrizaje, cuando nacían los vuelos a motor en Chile. Fue el alcalde modelo, Maximiliano Poblete, quien transformó el sector en el parque del que hoy disfrutamos.
Pero, el carbón que alimentaba las salitreras provenía de Cardiff, en Gales (Reino Unido) y desde Newcastle, en la australiana Nueva Gales del Sur. Y ocurría lo mismo con los veleros que travesaban el Pacífico, en singladuras de 30 días. Llegaban con sus bodegas repletas de carbón y el retorno debían lastrar sus bodegas con tierras antofagastinas, para evitar o reducir al mínimo la deriva.
Estas tierras se obtenían desde el altozano donde se encuentra hoy la estación Valdivia del FCAB. Allí se hicieron excavaciones y las carretas llevaban el lastre ensacado hasta los muelles, donde era embarcado en los veleros. El año 1903, una de estas naves, el "Lindisfarne" sufrió los efectos de las corrientes y para compensar la deriva debió navegar más de mil millas, hasta retomar el rumbo al puerto de Antofagasta, donde dejó su cargamento de carbón proveniente de Newcastle, destinado a las oficinas salitreras del Cantón Central.
Su capitán -como tantos otros que hacían la misma singladura- tomó las debidas precauciones y lastró su barca con tierra antofagastina, la que atravesó el Pacífico y fue depositada en los alrededores del puerto de Newcastle. Mas de sesenta veleros, barcas y fragatas hicieron lo mismo. El periodista Len Barsdell, que en esa época hizo el "round trip" en un velero, termina su relato señalando que "A lo largo de la costa de Stockton, cerca de Newcastle, se puede caminar sobre tierra chilena".
¡Qué singular intercambio…!
Jaime N. Alvarado García. Profesor Normalista - Periodista.