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Fútbol y literatura II

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Desde siempre el hombre ha corrido tras una pelota, o un balón, para los más siúticos. El tamaño no interesa, lo importante es que sea redonda, los más rudos la prefieren ovaladas, otros las prefieren más chicas como las de tenis o de paddle.

El fútbol es el deporte que la lleva, y vivimos en el barrio, en el trabajo, en la ciudad y en el país, preocupados por este popular deporte. Hay literatos que han dedicado su pluma para deleitarnos: el uruguayo Eduardo Galeano y su libro "El fútbol a sol y a sombra". Entre sus relatos acerca de este deporte y sus anécdotas Rioplatenses, hay una que ocurrió en Talcahuano: Ramón Ungaza, mediocampista español radicado en Chile, hizo una cabriola con el cuerpo en el aire, pateando hacia atrás y fue muy aplaudido. Un tiempo después (1927) Colo Colo en su exitoso viaje por Europa, el gran David Arellano exhibió la misma acrobacia y deslumbró a los periodistas ibéricos, que la bautizaron como Chilena.

El fútbol entró por los puertos, de la mano de tripulantes ingleses. El sociólogo Bernardo Guerrero, quien ha investigado el fútbol especialmente en el norte, en su libro: "Alguien trajo el fútbol," relata: "Fue a través del ciclo salitrero que se introdujeron en el Norte Grande, los deportes, tanto el box como el fútbol, el tenis, el atletismo. Los iquiqueños encontraron la forma de ejercitar el ocio. En la pampa como en la costa, el deporte imprimió sus señas. La influencia inglesa, demás está decirlo, se ve por todos lados. Los nombres de los equipos, sobre todo en el fútbol, así lo indican Britania FC, Iquique Juniors, Iquique Rangers, Iquique Wanderers"

El Fútbol ha sido llevado a la novela por nuestro premio nacional de literatura Hernán Rivera Letelier, quien describe con maestría un partido de fútbol en el desierto mas inhóspito del mundo, con motivo de la gran huelga salitrera. Allí casi doscientos jugadores con bototos calicheros corrían tras el balón en un interminable partido, mientras las mujeres repartían ulpo de harina tostada para refrescar a los improvisados jugadores

En "El Fantasista", Hernán nos delita con ese recordado último partido entre María Elena y Coya Sur. Era tanta la rivalidad que se apodaban "los cometierra" con "los comemuertos". Bajo la presión del inminente cierre de esta última salitrera, un día aparece Expedito González, el Mesías de la pelota blanca. Por sus virtudes futboleras, evitaría el triunfo de los "cometierra" en este dramático partido relatado por "Cachimoco" Farfán en este confín del planeta.

Otra gran novela sobre el fútbol es "Muerte en el Camarín", del periodista y escritor Juan Cristóbal Guarello, en que, desde la ficción, nos revela lo más oscuro de este deporte, incluyendo los autos últimos modelos, las joyas y perfumes, mujeres y tipos de baja calaña que encandilaron a una generación de jóvenes marginales, donde cualquier parecido con la realidad es mera coincidencia. Un relato entretenido y audaz.

Así es que, si nos va mal en cualquier Copa que sea, la de clubes, Copa América, o no clasificamos para ir al Mundial, la literatura es un buen remedio.

Omar Villegas A. (Videísta).