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Probablemente los eclipses sean uno de los fenómenos astronómicos más conocidos por el público en general. La Luna se sitúa entre el Sol y la Tierra, y puede llegar a oscurecer a nuestro astro rey y convertir el día en noche por unos instantes. Pero hay otro tipo de eclipses, los llamados eclipses de luna, en los que es la Tierra la que se interpone entre el Sol y la Luna, pudiendo llegar a oscurecer o cambiar el color de nuestro satélite. Al menos un par de eclipses de luna suceden cada año, pero suelen ser parciales y más difíciles de apreciar. Los eclipses totales de luna son menos frecuentes, pero este pasado jueves tuvimos la oportunidad de observar uno de ellos desde nuestro país.

La llamada "luna de sangre" que sucedió en la madrugada del miércoles al jueves de esta semana no fue sino un eclipse total de luna. La Tierra se interpuso en el camino de la luz del Sol, que no pudo llegar en plenitud a la luna y ser reflejada por ella para poder verla de vuelta aquí en la superficie de nuestro planeta. Además, al interponerse nuestro planeta en la luz del sol, la única luz que llegaba a la luna era la que la atmósfera de la Tierra dejaba pasar. Nuestra atmósfera produce un tamizado de la luz, dispersando la luz más azul y favoreciendo el paso de la luz más roja. Esto produce que solo la luz roja llegue a la luna y sea reflejada, dándole el color rojo característico de la luna de sangre.

Si usted no pudo observar el eclipse en esta ocasión, este año tendremos otra oportunidad de observar este fenómeno a principios de septiembre, aunque habría que viajar a otro continente, ya que no se verá desde América .

Actividades gratuitas organizadas por el Centro de Astronomía de la UA

El cielo intermitentE

Foto: Cúmulo Abierto NGC 290: Un Joyero Estelar

Crédito: ESA y NASA

Javier Alonso García es astrónomo del Centro de Astronomía de la U. de Antofagasta, www.astro.uantof.cl