"Los pampinos no somos soñadores de otra época: somos el vivo reflejo del amor y respeto a nuestra tierra"
Lleva su origen pampino con orgullo, sobre todo por los valores que aprendió en la salitrera y su entrañable gente.
Cristián Castro Rojas, conductor del matinal de Antofagasta TV y comunicador de 'todo y lomo', no olvida nunca a su querida oficina María Elena, donde nació el 24 de abril de 1978.
Dice que haber crecido y vivido en la pampa salitrera forjó su identidad, permitiéndole valorar espacios donde la vida transita en otros tiempos, con otro ritmo, además de enseñarle a apreciar su entorno e identidad calichera.
Vivió en María Elena sus primeros años, pero en 1984 su familia llegó a Tocopilla, pero pese a ello, viajaba constantemente para las celebraciones a su tierra natal.
Luego, con el pasar del tiempo, volvió en 1999 a trabajar a María Elena como paradocente en el Liceo TP-CH, donde estuvo hasta el 2021, año en que dejó la comuna.
Su hijo mayor, que tiene actualmente 24 años, fue uno de los últimos niños que nació en el Hospital de María Elena, que ya no funciona. Esto fue el 2000.
Castro destaca la familiaridad y lo cariñosa que es la gente de 'María'. Además, siempre incentivaron el deporte y a mediados de los ochenta fueron realizadas las recordadas Olimpiadas del Salitre.
¿Cuáles son los recuerdos que atesoras de la pampa?
-Mis recuerdos los vivo día a día, no tengo etapas específicas. Las vivencias se llevan en el alma y en el corazón, pero sin duda, los recuerdos te trasladan siempre a las celebraciones de fechas importantes como los cumpleaños, donde estaban invitados todos los niños de la cuadra, los primos que llegaban de Tocopilla, Chuquicamata, Pedro de Valdivia, Calama, Antofagasta, en fin. Se llenaban las casas y terminábamos jugando a la pelota.
O las celebraciones de Navidad y Año Nuevo, cuando a las doce se cortaba la luz, o donde todos los vecinos pasaban a saludarte y terminaban quedándose hasta el final.
Si tuviera que destacar recuerdos de la pampa, me quedo con las tradiciones, el respeto y los valores que estaban vivos en las distintas salitreras del norte del país.
¿Qué te vincula a la pampa y su legado?
-Quienes somos parte de las salitreras, hayamos nacido o vivido allá, tenemos una vinculación importante con la historia de nuestra región, puesto que, antes del desarrollo del cobre, estuvo el auge del 'oro blanco' y la región se fue llenando de familias que llegaron desde otros puntos del país y lograron establecerse, formaron su vida aquí. Además dejaron su huella en distintos ámbitos, tanto educativos, culturales, deportivos , entre tantos otros aportes que nos hace sentir un orgullo de pertenecer a lo que muchos llamamos la "raza pampina".
¿Cómo sientes ser pampino de corazón?
-Desde que tengo uso de razón, me siento parte de las salitreras. Haber nacido allá permite sentirte orgulloso de haber recibido los valores que me entregaron mis padres y mi entorno. Siempre me he preguntado cómo pudimos sobrevivir en el tiempo, con esas temperaturas cambiantes, que en el día tiene un calor muchas veces insoportable, y en la noche un frío intenso, y que a pesar de las inclemencias del clima, uno siempre en el fondo quiere volver a vivir allá o lo recuerda como la mejor etapa en su vida. Probablemente esas cosas te hacen más fuerte y te enseñan a salir adelante, en todo lo que te propones en la vida.
¿Te sientes responsable de preservar el legado salitrero?
-Cuando dejas de vivir allá, en alguna salitrera, te das cuenta del valor que tiene en nuestras vidas, porque el aislamiento y precariedad en el sentido de la conexión con las grandes ciudades, te hacen valorar la forma de vida algo más pausada y todo lo que han hecho muchos por el desarrollo de la región.
Ahí nace la responsabilidad como hijos de esta tierra, de preservar y mantener su historia, sobre todo para las nuevas generaciones. El orgullo de pertenecer a la historia del salitre no debe morir, sino más bien debe ser entregada incluso en los colegios como ejemplo de la identidad de nuestra región, que nos permita querer y respetar nuestro entorno.
¿Qué añoras más de la pampa?
-Todo, se extraña: la gente, la forma de vida, sus contrastes geográficos, la libertad de caminar por la inmensidad del desierto o también poder mirar el cielo limpio y muchas veces estrellado, que te hacía sentir que casi podías tocar las estrellas.
Cuando escuchas a un pampino hablar, muchos piensan que son unos soñadores, que añoran ese tiempo pasado, pero no somos soñadores, somos el vivo reflejo del amor y el respeto a nuestra tierra, su historia y el legado que no ha sido valorado. Sin embargo, cada vez que puede el pampino lo hace saber, porque ser pampino es tener identidad y no olvidar de donde uno viene y eso me enorgullece por completo.
Cristián Castro Rojas: