"Yo no sabía nada de la pampa, ni de salitreras, pero cuando llegué a 'Pedro' mi vida dio un gran giro"
En este preciso instante el sol impacta con todo su poder al desierto de Atacama. Las extremas temperaturas oscilantes entre el día y la noche siguen siendo parte de su eterno paisaje.
Sin embargo, la hostilidad del desierto fue vencida por el ímpetu de todos quienes hicieron Patria en medio de la nada.
Lo más gratificante, de acuerdo con los pampinos, es el universo que generaba este inhóspito rincón del planeta.
Pese a la adversidad, chilenos y chilenas le torcieron la mano al desierto y lo domaron, extrayendo de sus entrañas el preciado oro blanco.
Uno de estos aguerridos hombres de la pampa es Jorge Álvarez Espinoza, conocido como 'El Caballo'.
Este pampino de corazón, no nació precisamente en la pampa. Al contrario, el 31 de mayo de 1944 llegó a este mundo en Antofagasta y a los 19 años arribó a Pedro de Valdivia y, desde ese momento, su vida dio un giro en 180 grados.
"Yo no sabía nada de la pampa, ni de las salitreras. Fue por circunstancias de la vida en la que me vi enfrentado a una encrucijada. Y decidí trasladarme a Pedro de Valdivia, desde ese momento mi vida cambió absolutamente", explicó Jorge Álvarez.
Recordó que sin experiencia alguna logró ingresar a trabajar a la mina directamente.
"Yo llegué sin saber nada y, pese a ello, logré hacer carrera en la salitrera y desarrollarme como persona y, al tiempo, como atleta", comentó.
Es así que este pampino y pedrino por opción, comparte sus vivencias y variadas anécdotas que vivió y sobrevivió en plena pampa.
¿Qué lo vincula a la pampa calichera?
-Sabe, esa pregunta casi nunca uno se la hace a sí mismo. En este instante, se me vienen tantos recuerdos a la mente, por lo que podría decir que me vincula lo más lindo y gratificante de mi vida. Los amigos, los valores, el cariño, la confianza y el valor de la palabra. El cambio de Antofagasta a Pedro de Valdivia significó un antes y un después en mi vida. Pasé de una sociedad insegura, agresiva, competitiva y voraz a una comunidad unidad en la hermandad y el compañerismo. La lealtad era esencial, era imposible no serlo. La empatía un lujo, nadie obviaba el sentir del prójimo, al contrario, siempre atentos por ayudar y salir todos en equipo adelante.
Será por eso que me pude desarrollar como atleta senior en Pedro de Valdivia, porque en general el espíritu era ese. Porque podrías tener rivales, pero por ningún motivo enemigos. La pampa era bonita, un lujo poder vivir y aprender de ella. Lo más preciado, su gente. Qué gente tan linda de sentimiento y transparente de actitudes.
¿Algún recuerdo imborrable de su vida en Pedro de Valdivia?
-La gente que trabajó conmigo. Yo tuve varios cargos en mi carrera en la salitrera. Mi carácter era de un hombre fuerte. No me pasaban a llevar. Pero no siempre fue así. Como todo hombre, los problemas tenían diversas formas de solucionarse. Pero una vez concluidos, todo quedaba ahí y con mirada de futuro la amistad afloró entre varios de nosotros. Recuerdo que a mi cuadrilla, si se le puede decir de esa manera, llegaban trabajadores que tenían mal comportamiento o eran insolente con sus jefaturas, pero conmigo trabajaban muy bien. Eso llamó la atención de los demás.
¿Algún hecho puntual en su trabajo de pampino?
-Claro, un trabajador, que obviaré su nombre porque ya no está con nosotros, tuvo muchos problemas por conflictivos. Hasta que me llevaron a mi equipo de trabajo. Fíjese que con nosotros se desempeño de una manera impecable. Cumplidor, puntual en los horarios y esforzado para cumplir con sus metas. Sin embargo, su carácter lo traicionó. Él venía de Talca, y en uno de sus viajes a su tierra natal se vio envuelto en una riña donde salió mal herido. Lo que provocó su fallecimiento a los días después. Fue lamentable, pero su carácter era predecible que lo podía meter en problemas, y así fue.
¿En qué destacó en la salitrera?
-A parte de lo laboral, que es obvio, si uno trabaja no piensa en hacerlo a medias o mal, si uno trabaja, lo hace bien. En otro aspecto, el deporte. Me desarrollé como atleta, y eso que comencé a los 39 años. Representé a Pedro de Valdivia a nivel nacional en muchas competencias. Lo que más me enorgullece fue haber participado en las olimpiadas de la pampa, donde por primera vez participé. Fui el encargado de encender la llama olímpica que daba inicio al certamen deportivo.
Además fui elegido el mejor deportista y gané medalla de oro en la posta 4 x 400. Siempre me gustó la posta, era muy bueno en eso. Hasta hoy en día trato de mantenerme activo. Hago ejercicios en mi casa, pero el baile se sumó a mi actividad. Integro la agrupación cultural Renacer Pampino, en ella me desenvuelvo como bailarín, espero hacerlo bien.