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Julio Jung y la obra en que actúa con su madre: "Este es un sueño, un caprichito o un lujo que me quería dar con ella"

TEATRO. El intérprete cuenta la historia tras "Mi Madre, Mi Novia y Yo", a diez años de haber actuado con su padre en "Yepeto".
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Agencias

A más de diez años de hacer la obra "Yepeto" junto a su padre, el actor chileno Julio Jung Duvauchelle sentía que se debía "un caprichito": poder compartir las tablas con su madre, Maria Elena Duvauchelle, y de la mano del humor, con la obra "Mi Madre, Mi Novia y Yo".

"Este es un sueño, un caprichito o un lujo que me quería dar con mi madre. Hace mucho tiempo, muchos años atrás, yo hice una obra de teatro con mi padre, que se llamaba 'Yepeto', que era un poco más dramática, y me quedaba la deuda con hacer una obra de teatro con mi madre, ya que compartimos la misma pasión y el mismo amor", comenta a este medio el intérprete.

Así dio inicio a una búsqueda implacable por un texto que pudiera actuar con ella. "Yo siempre le preguntaba a mis compañeros si sabían de alguna obra de una madre con un hijo, pero siempre llegaba al tema dramático, más que a la comedia", recuerda.

Sin embargo, todo cambió al interpretar el éxito "Perfectos Desconocidos", debido a que entonces, tras volver a preguntarle a sus colegas, el productor de la obra, Carlos Seminara, le recomendó una obra de comedia que se estaba realizando en Buenos Aires.

"Coincidió justo con que tenía un viaje a Buenos Aires, así que la vi y me encantó, vi a mi mamá, me vi a mí", comenta, apuntando que así fue como trajo la historia a los escenarios chilenos.

Específicamente, "Mi Madre, Mi Novia y Yo" se podrá ver en el Teatro Nescafé de las Artes desde hoy y hasta el 10 de mayo, con entradas a la venta a través del sistema Ticket Master y también en las boleterías del teatro.

"Mis papás son mis dos máximos referentes en la vida, así que si no me pego este lujo, porque los padres no son para toda la vida, me pasaba. Quería compartir la pasión que me enseñaron y con la que me criaron estas dos personas maravillosas, tanto como colegas, maestros, amigos y papá y mamá, para mí el orgullo máximo es el de compartir escenario, conocer su metodología, su técnica", explica.

Choque generacional

En esa línea, recuerda entre risas su experiencia con Jung padre. "Yo hago training vocal y corporal, soy de los que llega dos horas antes a una función. Pero mi papá llegaba media hora antes, me veía haciendo training vocal y me decía: 'No, pero por qué estás haciendo esa hue..., esa hue... es pa' los hue... (sic)'", rememora.

"Son 60 años de experiencia de mi padre, y es lo mismo que mi madre. Entonces, claro, compartir este escenario, compartir esta pasión, que es a lo que agradezco y este sueñito que yo tenía y que se está haciendo realidad… estoy en las nubes en este momento", reconoce.

Específicamente, Jung explica que la obra se centra en Fernando. "Él tiene 43 años y vive todavía con su madre (Duvauchelle), como varios que conozco por ahí", comenta entre risas.

En ese sentido, vive en una dualidad marcada por el choque generacional entre su novia, una compañera de trabajo, y su madre, sumado a uno que otro secreto. "Fernando invita a su novia a pasar la noche de Navidad a la casa de su madre, pero obviamente ella no se puede enterar que vive con su madre", adelanta, apuntando que así, poco a poco, cada verdad va saliendo a la luz.

"Cristo en el Arte" III

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Pintor y diseñador Jorge Cabrera: un rostro de Jesús con amplia gama de colores. Marcos Moya: un retrato de Juan Paulo II, con la cruz como báculo y la paloma revoloteando en torno a su ancianidad. Carla Rojas y un "Sagrado Corazón" protegido por un áureo repujado en metal como los iconos orientales defendían la imagen pintada, de los ataques de los iconoclastas. Jimena Lazo, ex violista de la Orquesta Sinfónica de Antofagasta, desde Coquimbo nos envía una obra tejida en telar y hebras de lana en libertad, "Cristo de los Artesanos".

Alejandra Stuardo: descendimiento del cuerpo de Jesús pintado con suma delicadeza, y con gran conocimiento de la anatomía. De mi autoría, Waldo Valenzuela, un óleo en torno al episodio de "Los peregrinos de Emaús" que se encuentran en el camino con Jesús y en la posada Lo reconocen al partir el pan. Exhibo un Rostro de Jesús en que la vertical de la nariz y la horizontal de los ojos redescubro la presencia de la cruz en el rostro humano. De Raquel Guillier una obra podríamos titular, Maternidad en el desierto, porque la nortinidad desprende desde el paisaje el aroma propio del caliche.

De Amable Fuentes copia de obra del Renacimiento, el Ángel de las Rocas. Copiar a los maestros es un modo de aprender, y luego hay que crear. Pamela Chellew y un árbol, que al proyectar la sombra de sus ramas, dibuja la Cruz de Cristo, (el Ungido). Mónica Jorquera nos lleva a una procesión, que porta la Cruz, llena de la vitalidad propia de la pintora. La procesión religiosa simboliza el camino de la vida.

Ely González, pintora y grabadora, y su imagen de Cristo con un toque expresionista: Jesús mira la multitud, su figura es en rojo bermellón y los espectadores solo vemos el leño de la cruz. Desde entonces la madera adquirió una nobleza que nadie le la puede arrebatar.

Pablo Henríquez es un grafitero de Viña y Valparaíso, pero además es un refinado pintor, ostensible en su delicado diseño: Luna llena.

Aún pueden visitar la exposición de Cristo. Estará abierta al público hasta el 19 de mayo..

Waldo Valenzuela.

Licenciado Artes Plásticas. U. de Chile. Santiago.

Cristo está en nosotros en el transcurso de toda nuestra vida, a través de imágenes y el conocimiento de Sus palabras transformadoras. Son imágenes acogidas en nuestra memoria visual por herencia genética y a veces difieren de las que nos brindan los artistas, aunque son una poderosa ayuda, que nos permite redescubrir Su presencia.