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"Un niño en la pampa tenía

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Cuando hablan de la pampa, algunas personas la relacionan a trabajo rudo y esforzado bajo el implacable sol del desierto.

Es así que la imagen que indudablemente viene a la cabeza es la de cientos de trabajadores entregando lo mejor para obtener el preciado oro blanco, el salitre.

Sin embargo, no es posible dejar de lado al pilar fundamental que alentó día tras día a todos esos sacrificados faeneros, que dejaron su marca en la historia de nuestro país.

Las mujeres cumplían un rol relevante en todos los aspectos de la vida, y cómo no, en las centenares de historias y vivencias de todos aquellos que disfrutaron, aprendieron, crecieron y llenaron sus vidas con el espíritu de lealtad y compañerismo, que sólo los pampinos y pampinas comprenden.

Una de aquellas heroínas impetuosas e inagotables es Ángela Flores Díaz, nacida un 31 de mayo de 1943, en la oficina salitrera Pedro de Valdivia.

Esta mujer es la menor de nueve hermanos. Su familia, en su totalidad es pampina. Su padre, Jesús Flores es recordado por ser un reconocido albañil, que entre sus trabajos que aún es posible apreciar, se encuentran sus obras en el destacado y protegido cementerio de la oficina salitrera José Francisco Vergara.

También lo recuerdan por ser el responsable de las letras que, hasta el día de hoy, hermosean aún más el frontis del impresionante teatro de Pedro de Valdivia, como también por sus trabajos en las obras en las dependencias del sindicato de trabajadores del campamento.

Asimismo, su madre Audolina del Carmen Díaz fue la responsable de reponer la energía de los hombres que saliendo de sus largas jornadas rompiendo rocas y extrayendo el preciado mineral, concurrían a su pensión para alimentarse.

Ángela Flores Díaz es conocida por ser la madre de un destacado artista regional, que el 12 de febrero de 1995, estuvo encargado de dibujar una sonrisa y sacar carcajadas al público asistente y teleaudiencia del Festival de Viña del Mar, Emilio Torres 'El Pampero'.

¿Qué la vincula con su querida pampa?

-Yo no sería quien soy, si no fuera por los valores adquiridos y recordadas vivencias que la pampa me proporcionó. La vida en el desierto es dura y sacrificada, pero todo eso queda en segundo plano si quienes te rodean, me refiero tanto a la familia como a los vecinos, se unen y forman un solo grupo humano, cohesionados, responsables y, por sobre todo, leales.

Los vecinos cumplían un rol trascendental en el día a día en Pedro de Valdivia. Hoy es imposible imaginar a los niños corriendo libremente y disfrutando de los espacios públicos a sus anchas, primero por la inseguridad imperante y, segundo, lo que me parece más triste, por el individualismo imperante en la sociedad actual.

¿Qué recuerdos guarda preciadamente en su corazón pampino?

-Mire, estoy segura que todos deben responder algo similar. La felicidad de los niños en pleno Desierto de Atacama. Éramos inmensamente felices. En estos tiempos, no logro encontrar rostros, sonrisas y miradas como la de los niños de la pampa. Con tan poco fuimos felices, y eso lleva consigo, el crear lazos de amistad perdurables en el tiempo.

Un niño en la pampa tenía que echar mano, sí o sí, a su imaginación y creatividad. Lo más satisfactorio de todo es que todos se sumaban y formábamos un grupo de niños, pequeños que se esforzaban por crear sus propios juguetes y tras lograrlo, nada más. A jugar se ha dicho.

El tener que vernos enfrentados a crear nuestros propios juguetes, generaba una responsabilidad mayor. Por lo que cuidábamos y valorábamos el resultado de nuestro propio esfuerzo. El recuerdo es simple, cientos de niños felices y socializando.

¿Cómo fue la experiencia de crecer y vivir en pleno desierto?

-Enriquecedora, por donde se le recuerde. Claro, no jugábamos a lo mismo de los hombres, pero existieron muchas instancias en las que compartíamos, generábamos y enriquecíamos nuestros lazos de amistad. Fíjese que disfrutábamos tanto, pero tanto, que para mí sería muy raro escuchar o leer a algún pampino o pampina que recuerde algo distinto. Bueno, como mujeres teníamos otros intereses. En mi caso, siempre me gustó el ballet y, de alguna u otra manera, la cultura siempre estuvo entorno a mi familia. Y esto pese a que, por motivos ajenos a mí, no pude terminar mi educación. Pero le digo algo, no culminé mi educación formal, pero me titulé en la universidad de la vida, y con honores.

¿Qué personajes de la pampa recuerda hasta la actualidad?

-Mencionar a uno sería como faltarles el respeto a muchos. Más que un personaje en específico, es la energía que emanaba de todos quienes vivíamos en Pedro de Valdivia. Como por ejemplo la señora Medela. Ella todas las navidades preparaba un fondo de chocolate y lo compartía con todos los niños del vecindario. Ese tipo de encuentros no se ven hoy por hoy.

El hecho de que una persona ajena a tu familia, en estos días es impensable, por no decirlo, casi imposible, que primero piense en sus vecinos y los proteja. Segundo, el temer el corazón y la voluntad de generar espacios como el que le cuento, espacios de convivencia en los que sólo abundaban las risas, la amistad y el compañerismo y, por sobre todo, como ya lo dije, la lealtad y empatía. Eso son valores intransables para todos nosotros, los pampinos.


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