Violencia en el sur
No puede ser costumbre que se asesine a las personas, se quemen iglesias, maquinaria y escuelas. Eso es lo que, hace décadas y cada día, ocurre en la macro zona sur.
Poco se sabe en nuestro norte del conflicto rural que afecta a las regiones del Biobío, La Araucanía y Los Ríos. Se trata de un problema histórico del Estado de Chile con las comunidades mapuches, agudizado por la instalación de la industria forestal, pero que desde hace algunos años parece estar contaminado por otro tipo de negocios que nada tienen que ver con las reivindicaciones del pueblo originario.
La horrible muerte de tres carabineros en la comuna de Cañete, en la Provincia de Arauco, es otro hito más en una escalada de hechos que ya se han hecho costumbre. La muerte de la familia Luchsinger-Mackay, en enero de 2013, es otro caso terrible, lo mismo que el asesinato del estudiante mapuche Matías Catrileo y el ataque al fiscal Mario Elgueta, ocurrido en 2008. El persecutor sufrió un ataque a la camioneta en la que viajaba, la que recibió aproximadamente 300 impactos . Por esos años Elgueta estaba amenazado por la Coordinadora Arauco Malleco y su líder, Héctor Llaitul, quien recientemente fue declarado culpable y está a la espera de la sentencia.
Es decir, hay antecedentes previos del uso de una violencia extrema por parte de grupos radicalizados que usan la chapa del conflicto rural para otros de sus negocios: el robo de madera y desde hace algunos años, la producción de drogas.
Lamentablemente, desde 1998, fecha en la que se registró el primer atentado a gran escala, con la quema de maquinaria forestal en la comuna de Lumaco, La Araucanía, el tratamiento del asunto ha sido zigzagueante y determinado por quién está en el gobierno.
Lo que es claro, es que nadie persigue a una etnia en particular, sino que a delincuentes y delitos, que es como debe ser. Hoy el país sufre y está impactado por la crueldad y violencia acometida contra los funcionarios policiales, aspecto que nos debe llamar mucho la atención, por el poder de fuego y decisión que están mostrando estos grupos paramilitares.
Lo delicado es creer que este fenómeno quedará restringido exclusivamente al sur austral del país. Eso sería un error. La imagen país está cada vez más dañada y si esto no se detiene pronto y de forma radical, más grupos seguirán en sus intentonas de validar la fuerza como mecanismo para alcanzar sus objetivos.
Chile debe unirse y atacar frontalmente estos hechos.