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Descubren en la Antártica cuatro colonias de pingüinos emperador hasta ahora desconocidas

AVISTAMIENTOS. Científicos buscaban con satélites a otros que habían migrado.
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Agencias

Los científicos del Centro Antártico Británico (BAS) descubrieron en el continente blanco, gracias a imágenes por satélite, cuatro colonias de pingüinos emperador desconocidas.

Según el BAS, las cambiantes condiciones del hielo marino en la Antártica han obligado a varias colonias de emperadores -la especie más grande de pingüinos, con una altura de hasta un metro- a trasladarse en busca de hielo marino más estable -conocido como hielo "tierra-fija"- para reproducirse.

Algunas poblaciones de pingüinos conocidas ya se han desplazado entre 30 y 40 kilómetros hacia nuevas zonas de reproducción.

Con la ayuda de satélites, los científicos buscaron los lugares donde estaban las colonias de los pingüinos y, en el proceso, hallaron cuatro nunca antes registradas, que corresponden a la colonia en la Bahía Halley que se pensaba que había desaparecido.

Con estos nuevos descubrimientos, el total de asentamientos conocidos de estas aves marinas asciende desde esta semana a 66.

Esta información es vital para los conservacionistas que siguen de cerca especies que se ven amenazadas por la crisis climática.

"Aún cuando los emperadores se ven afectados por el cambio en las condiciones del hielo, es bueno que todavía estemos encontrando colonias", dijo Peter Fretwell, del BAS.

Problema catastrófico

De acuerdo con este reputado centro ubicado en la ciudad inglesa de Cambridge, se utilizaron imágenes por satélite para identificar las colonias porque los lugares de reproducción del pingüino emperador suelen ser remotos e inhóspitos.

El equipo de expertos estudió imágenes de la misión del satélite Copernicus Sentinel-2 de la Comisión Europea, que fueron comparadas y confirmadas por imágenes de alta resolución del satélite Maxar WorldView-3, explicó el BAS.

A pesar de estos hallazgos, las predicciones sobre las futuras poblaciones de pingüinos del tipo emperador son difíciles, ya que el año pasado los investigadores advirtieron del problema catastrófico en la reproducción de estos animales por la pérdida de hielo marino.

Una vez que estos pingüinos llegan a hielo marino estable, ponen huevos durante el invierno antártico -mayo a junio-.

Los pingüinos emperador han respondido anteriormente a incidentes de pérdida de hielo marino trasladándose a sitios más estables, pero esta estrategia no funciona si el hielo marino se ve afectado en toda una región.

Tontódromo hacia adentro

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"¡Auto!", ese era el aviso para detener el juego, tomar la pelota con las manos y hacerse a un lado para que pasara el vehículo. Eran los tiempos en que en las vacaciones y los fines de semana los niños salíamos a la calle del barrio a jugar.

Son recuerdos de la vida de niño en los barrios. Era común tener la calle como lugar de encuentro y juegos con los amigos y amigas del sector. Andábamos en bicicleta en patota, jugábamos fútbol, tenis, a "las naciones", a la escondida y hasta al beisbol, situación que se daba en varios sectores residenciales de Antofagasta.

Hoy aquella postal callejera ha desaparecido. Se perdió en gran parte la convivencia presencial que se producía en las calles, plazoletas y plazas de la ciudad; la sociedad se ha vuelto "hacia adentro". Las interacciones sociales fuera de la escuela y/o lugar de trabajo se han vuelto mayormente virtuales mediante el omnipresente cyberespacio. Antes, por ejemplo, a mediados del siglo pasado, en Antofagasta existía la pintoresca costumbre social del "tontódromo" (como coloquialmente se le llamaba) del fin de semana en la plaza Colón, lugar en donde, caminando lentamente en óvalo por el sector sur de la plaza, los jóvenes iban a interactuar socialmente. En los años 70 y 80 ese natural fenómeno de interacción social de adolescentes y jóvenes se daba en la principal calle de la ciudad (posteriormente paseo Prat), con su punto de mayor "taquilleo" de lolos y lolas a la salida del edificio Caracol, especialmente los días sábado, aunque claro, ya sin caminar en óvalo. Hoy escasamente se atisban instancias de encuentros de adolescentes en lugares públicos; quizás haya algo en la plaza aledaña a la municipalidad y en el paseo del mall.

En el caso de las calles, es cierto que sus calzadas no son para jugar, pero la ausencia de niños no necesariamente es culpa de los vehículos (cuya cantidad hoy se ha más que triplicado), ya que igual no se ven niños jugando en pasajes y calles residenciales que tienen poco y nada de tráfico.

Ya no hay "tontódromos" y no se ven niños jugando en el exterior debido a este fenómeno de encierro que lleva a la sociedad a vivir mayormente "hacia adentro".

Rafael Ramos Psijas, profesor, magíster en Educación.

Linterna de Papel