El respaldo del Partido por la Democracia (PPD) a la reelección del actual gobernador regional, Ricardo Díaz, ha marcado un hito significativo en el panorama político regional. Este gesto no solo consolida el apoyo interno a Díaz, sino que también arroja luz sobre las definiciones que se avecinan en la coalición de gobierno.

Este bloque, que busca presentar una candidatura única en el próximo proceso electoral, ve en Díaz un liderazgo continuado. La esperanza cifrada en esta estrategia es clara: consolidar una candidatura fuerte y unificada. Aunque aún no hay pronunciamientos oficiales, la exministra de Minería, Marcela Hernando (del Partido Radical), ha sido mencionada como una posible contendiente. No obstante, su candidatura parece estar más en la trastienda que en el centro de las voces oficiales.

La unidad es el objetivo, y se mantiene la mirada en evitar la fragmentación interna. La posibilidad de contar con dos o más candidaturas llevaría inevitablemente a la celebración de primarias. Este escenario, al que todos están dispuestos a someterse, sería un termómetro democrático para medir el respaldo interno.

En la vereda opuesta, la oposición empieza a mostrar sus cartas. Nombres como el del exsenador Carlos Cantero y la consejera regional Katherine San Martín han surgido, abriendo la puerta a la posibilidad de primarias o acuerdos políticos que permitan presentar candidatos únicos. Este juego de estrategias políticas promete una contienda electoral emocionante y, al mismo tiempo, desafiante.

Hasta el cierre de este análisis a finales del 2023, estos son los nombres que resuenan en la palestra política regional. Es probable que se sumen más actores al escenario, pero su impacto en el resultado final aún está por determinarse. No obstante, a estas alturas, es innegable que Ricardo Díaz lleva la delantera.

Los imaginarios colectivos son las imágenes que los grupos sociales tienen de un fenómeno y de sus rasgos esenciales. Los imaginarios de una ciudad como Antofagasta son el producto de procesos de construcción social y cultural donde interactúan tanto la subjetividad compartida por sus habitantes, como los discursos externos a ella. Dada su construcción histórica, los imaginarios urbanos son resistentes al cambio, pero pueden transformarse con iniciativas adecuadas que son una parte de la política de desarrollo muchas veces olvidada.

La minería es central en el imaginario de la ciudad de Antofagasta. Este imaginario urbano es poco generoso con esta ciudad y muestra una urbe considerada como una ciudad campamento, poco atractiva para vivir y desarrollar una vida familiar. Hace ya diez años, un informe del ORDHUM sobre los discursos de los profesionales de otras regiones sobre Antofagasta reveló los estigmas propios de las ciudades mineras, relacionados con aspectos estéticos (ciudad fea, sucia y contaminada), económicos (alto costo de vida), familiares (ciudad sin posibilidad de vida familiar), de seguridad, y fuerte nivel de proletarización ("rotos con plata"). En la actualidad la evidencia muestra que el estigma hacia la ciudad aún persiste. El proyecto FONDECYT 1210765, basado en 48 entrevistas y una encuesta a más de 2.000 trabajadores relacionados con la minería, muestra que ese imaginario negativo es dominante en las personas que trabajan en la región, pero no viven en ella, mientras que las personas que trabajan y viven en la región suelen tener un imaginario más favorable. Esto revela que, si la ciudad quiere desarrollarse, necesita cambiar el imaginario que desde fuera se tiene de ella para poder atraer a más población. La puesta en marcha de la Agenda 2030 basada en los objetivos del desarrollo sustentable, es una gran oportunidad, no solo de transformar algunos aspectos materiales de la ciudad y su vida cultural, sino también aspectos simbólicos respecto a sus imaginarios urbanos.

Un trabajo reciente del Departamento de Economía de la UCN, publicado en el Journal of Urban Health, analiza cómo la estructura urbana actual, condiciona los patrones de viaje y el potencial de Antofagasta para convertirse en una ciudad media ejemplo de desarrollo urbano y movilidad sustentable. Plantea que las limitaciones de expansión de la ciudad pueden aprovecharse para crear las condiciones necesarias para una movilidad urbana sostenible, pero se requiere que el plan regulador de la ciudad diversifique el uso de suelo de modo que se privilegien la construcción y consolidación de subcentros y la cultura de micro barrios y articulada en torno diez unidades urbanas definidas: (1) Centro, (2) Sector Laderas, (3) Peri centro Norte, (4) La Chimba, (5) Peri centro Sur, (6) Sector Sur, (7) Áreas Portuarias, (8) Áreas Ferroviarias, (9) Áreas de Riesgo y (10) Áreas de Potencial Expansión.

Se recomienda que las iniciativas de desarrollo urbano se centren en mejorar la oferta de bienes y servicios en zonas con baja capacidad instalada y en promover la cultura de los micro barrios, pues que existe una alta concentración de la provisión de bienes y servicios en el sector sur y centro, lo que tiene efectos negativos, en términos de congestión y tiempos de viaje para los residentes del sector norte.

Estas pequeñas acciones materiales, que no son nuevas en la discusión social, pueden ser pequeños insumos que ayuden a transformar los imaginarios sociales y urbanos negativos en torno a la ciudad de Antofagasta, por lo menos es los aspectos de estéticos y urbanos. Pero deben complementarse aspectos simbólicos que contribuyan a mejorar los discursos negativos que existen desde hace décadas. Tenemos una buena oportunidad que no podemos volver a dejar pasar.