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Comportamiento errático

Podría afirmarse que Chile está sufriendo las consecuencias de la excesiva importancia que la modernidad le ha otorgado a la subjetividad, lo cual conlleva un inmenso grado de "confusión" si no se sabe asumir adecuadamente.
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Chile está mal y el comportamiento errático de las personas así lo demuestra. Un día quieren una cosa extrema y se van muy hacia la izquierda. Luego quieren algo diametralmente distinto y transitan hacia el lado opuesto. Al final, la gente no sabe hacia dónde ir, qué camino tomar, y se queda con nada, con las manos vacías.

No se necesita ser demasiado clarividente para darse cuenta que los chilenos nos hemos ido transformando en una sociedad donde sobresalen el escepticismo y la incredulidad frente a todas las cosas. Lo que ayer era válido hoy toma el carácter de dogma, o de algo que debe considerarse como negativo y por lo tanto rechazado; o lo que es más grave aún, de un asunto que no se entiende y por lo tanto no importa.

Nos vanagloriamos de ser libres, pero en los hechos, nuestra libertad está condicionada casi exclusivamente por el poder adquisitivo, por la plata. Es decir, a más dinero, mayor grado de libertad. Hay una suerte de locura desatada por obtener dinero a toda costa, y hacer ostentación de ello. Es cosa de asistir a un supermercado entre las 18:00 y 19:00 horas para darse cuenta del frenesí de las personas por comprar, para llegar pronto a la casa a… ¿tomar? Y posteriormente, cuando hay que adoptar decisiones importantes, hacer gala de una actitud decididamente inestable, cual "hoja que se la lleva el viento".

No es extraño entonces que la gente vaya perdiendo la fe en muchos aspectos del sistema propiamente tal; se duda de las personas y de todo. Incluso, se ha perdido la compostura y ya no se tiene que probar nada a nadie. Se falsea la verdad abiertamente y el orden moral está sujeto al ser humano como individuo, a la voluntad de cada cual. De esta manera, nos encontramos absolutamente a la deriva, buscando respuestas en un devenir de pensamientos y acciones inútiles - sin que prime una visión estructurada y meticulosa del devenir colectivo, lo cual sería mucho pedir -, para finalmente llegar a pocas o ninguna conclusión y darnos cuenta de que estamos donde partimos hace largo tiempo ya; en estado cero, absolutamente nada, "nihil". Podría afirmarse que Chile está sufriendo las consecuencias de la excesiva importancia que la modernidad le ha otorgado a la subjetividad, lo cual conlleva un inmenso grado de "confusión" si no se sabe asumir adecuadamente. Se comprueba que hoy no solo se mata impunemente a las personas, sino que también se destruyen las perspectivas de un mejor pasar.

Estamos insertos en una sociedad que enfrenta una severa crisis existencial debido al alto grado de confusión imperante. Ante esta situación, no sirven la resignación y la indiferencia; mucho menos el egoísmo representado por una actitud de "no ver más allá del largo de nuestra propia nariz". Se requiere un poco más de lucidez y compromiso con nuestro acervo nacional.

Jose Miguel Serrano

Más allá de Kissinger y el liderazgo político

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Mientras en el país y seguramente a nivel local se discute 'baja política', es inevitable reflexionar en modo 'alta política' luego de la partida del máximo líder diplomático estadounidense Henry Kissinger, quien ya había cumplido un siglo de existencia. Tuve la oportunidad de estar con él este año en el Foro Económico Internacional Davos, donde se refirió más bien al rol que ha jugado Estados Unidos en los conflictos de China-Taiwán/Rusia-Ucrania, y su rol estabilizador de la paz en el orden mundial, aspecto que sin duda podría ser cuestionable desde un análisis más crítico de la política exterior norteamericana.

Kissinger fue un hombre eminentemente pragmático y de mente fría, un cerebro brillante, pero con una arrogancia infinita, lo suyo fue la realpolitik y una diplomacia concreta hacia la obtención de objetivos prácticos, sin importarle mucho aspectos éticos o visiones políticas. Sus detractores decían que su personalidad oscilaba entre Maquiavelo y Mefistófeles, siendo catalogado por el destacado periodista Patricio López P. como "un criminal de guerra obsesionado con Chile" (diario Uchile, 30/11/2023). Esto sin duda porque junto a los presidentes Richard Nixon (1969-1974) y Gerald Ford (1974-1977) ejecutaron una política agresiva de desestabilización en Chile para el Golpe de Estado (Ciper, 04/11/2020) y su apoyo irrestricto a la posterior Dictadura. Tal vez por eso muchos/as analistas tengamos sentimientos encontrados con la figura de Kissinger.

Sin dudad alguna, Henry Kissinger fue la figura estratégica que marcó la política exterior de Estados Unidos a partir de la segunda mitad del siglo XX. Particularmente, iría un poco más allá, y diría que determinó el orden internacional del período contemporáneo de las Relaciones Internacionales o Sistema Internacional después de la Segunda Guerra Mundial (Frederic S. Pearson y J. Martin Rochester, 2000). Como señala la analista internacional Macarena Vidal L., "… Para sus defensores, consiguió promover los intereses estadounidenses y ampliar la influencia de su país en el resto del mundo, dejándolo en una posición que le acabaría permitiendo vencer en la Guerra Fría y quedar como única superpotencia" (El País, 29/11/2023). Fue el protagonista del restablecimiento de las relaciones bilaterales entre China, Rusia y EEUU, y encabezó los procesos de negociación diplomática para los acuerdos de paz en París con Vietnam del Norte, que significaron la salida de las tropas americanas del peor fracaso bélico de la potencia gringa.

En su último libro Liderazgo. Seis estudios sobre estrategia mundial (2023), Kissinger analiza los procesos políticos y los liderazgos estratégicos en Alemania, Egipto, Estados Unidos Francia, Reino Unido y Singapur. En Konrad Adenauer, él ve la estrategia de la humildad, Anwar el-Sadat buscó la trascendencia, el equilibrio fue lo que guió a Nixon, de Gaulle aplicó el imperio de la voluntad, Margaret Thatcher tuvo la convicción como leitmotiv en su estrategia, y Lee Kuan Yew fue guiado por la excelencia. El legado que nos deja Henry Kissinger es la idea de que tal vez no estén surgiendo "… líderes con el carácter, el intelecto y la fortaleza necesarios para encarar los desafíos a los que se enfrenta el orden mundial…" (2023, pág. 510).

En resumidas cuentas, un mal 'catálogo político' redunda en un deficiente liderazgo y en una peor gobernanza. Sin embargo, para Kissinger la caída de los liderazgos se debe a la lasitud social inducida por períodos de tranquilidad o estabilidad (los 30 años en Chile, por ejemplo). En tiempos pacíficos, se produce la lenta corrupción de las normas y el estancamiento político, total como diría William Shakespeare "… El mal que hacen los hombres les sobrevive; el bien queda a menudo sepultado con sus huesos" (Julio César, 1599).

Dra. Francis Espinoza F.

En resumidas cuentas, un mal 'catálogo político' redunda en un deficiente liderazgo y en una peor gobernanza. Sin embargo, para Kissinger la caída de los liderazgos se debe a la lasitud social inducida por períodos de tranquilidad o estabilidad (los 30 años en Chile, por ejemplo).