La tierra
La tierra es un ser vivo, que palpita, y nosotros somos sus células. Nos esforzamos por interpretarla, y hasta por cambiar su esencia, equivocadamente. Los ecologistas creen tener la llave, pero ignoran muchas cosas. La tierra tiene un alma y su cuerpo es redondo, como una esfera; su alma se asemeja a la forma humana, que es también la del cielo.
En el principio todas las tierras estaban agrupadas en una gran masa, donde se hallaba el Paraíso. Se especula que cuando desde los cielos fue expulsado un ser de luz, después de la creación del tiempo, algún tipo de existencia que sólo podemos imaginar, se plasmó. Y viajó a la velocidad de un gran astro desprendido del firmamento, para caer en el centro de aquel inmenso supercontinente. Ese lugar central estaba conformado por la Antártica.
Las tierras se dividieron, distribuyéndose para formar los actuales continentes a través del tiempo. Es por esa zona de la tierra, ahora congelada, donde deberá ir aquella humanidad que en el futuro logre "liberarse", para reencontrar el Oasis perdido. En cierto punto secreto del inmenso sur se encontraría incluso una Ciudad mítica - La Ciudad de los Césares, que tantos exploradores han buscado durante los últimos cinco siglos -, cubierta por brumas que la protegen de los intrusos. Allá habitarían los inmortales.
Estas alegorías, que forman parte de un mensaje intangible, tienen un valor simbólico, indicando realidades psíquicas y espirituales. En el futuro, deberemos cruzar a través de ese fuego que nos sacó del Paraíso, y que será también el que nos lo restituya. Los que vivimos en esta zona austral somos unos afortunados. Sin embargo, vivimos cerca del fuego, del hielo mortal cuyo abrazo quema, lo cual produce una cierta angustia entre los seres de estas regiones, y que se manifiesta en el agobio psicológico de quienes acá moran. Pero también es un privilegio. Para avanzar, hay que abrir el camino que permita encontrar un mundo legendario, donde de nuevo se pueda llegar a ser impoluto como un dios.
En el sur deberá nacer la estirpe dirigida por la intuición, en lucha con la más poderosa fuerza de todo lo creado: la luz astral que surgió con la creación, luego de partirse la esfera donde se encontraba ese fuego primigenio cuya intensidad es difícil de captar. Y así, llegaremos a comprender cuál fue la idea, o el mensaje, de aquella esencia que estaba afuera; de ese Espíritu que habita en el ámbito de lo increado, y que facilitó la ruptura de la esfera cósmica que dio lugar a este universo ¿Con su mente? ¿Con algún impulso físico? ¿O en un sueño? Ante estas difíciles interrogantes, las nuevas generaciones, y los soñadores, deberán buscar las respuestas en el sur más distante - tanto mitológico como tangible -, para luego enseñarle a los demás cómo realizar su propio ascenso hacia los cielos, hacia lo no creado.
Jose Miguel Serrano
Para avanzar, hay que abrir el camino que permita encontrar un mundo legendario, donde de nuevo se pueda llegar a ser impoluto como un dios".