C. Fundaciones: El Gobierno que no quería gobernar
Paulina Núñez Urrutia , Senadora de la República
La bomba de racimo del caso de la Fundación Democracia Viva ha terminado por develar un mecanismo de defraudación a la fe pública y las arcas fiscales que supera por lejos los $426 millones de pesos que recibió esa organización, ligada a la diputada Catalina Pérez y a otros militantes de Revolución Democrática. Hoy la Fiscalía indaga posibles tráficos de influencias, fraudes al Fisco y malversación de fondos públicos por más de $14 mil millones, en ocho regiones.
El Gobierno, que debe facilitar las investigaciones y, además, abrir espacios para superar la crisis a partir de la transparencia y claridad en la conducción, sólo la ha agravado con una colección de gafes que se incrementa a diario. Desde el "error político" inicial de la dirigencia de Revolución Democrática, pasando por el respaldo irrestricto del propio Presidente Gabriel Boric al ahora renunciado exseremi de El Maule, y coronando con el nuevo tropezón del ministro de Vivienda, Carlos Montes, quien debió rectificar sus dichos respecto que los recursos que se entregaron a fundaciones ligadas al actual oficialismo se iniciaron en el gobierno anterior, en una paradoja insostenible. Por si fuera poco, de nuevo el Presidente Boric puso en duda el "cuándo se enteró La Moneda" de los traspasos irregulares a las fundaciones, dejando aún abierta la respuesta.
El punto central es que, cuando más liderazgo se necesita para no dejar abandonados a los miles de habitantes de campamentos, a las familias que no cuentan con lo más básico para una subsistencia digna, los encargados de hacerlo no han asumido su rol como corresponde.
No basta con retórica y frases grandilocuentes, con condenas y promesas de que a partir de ahora no se repetirá. Tampoco con recurrir a las soluciones de largo plazo como si fuera la panacea. Por eso, el anuncio de la creación de una comisión de expertos que ayuden a desarrollar "un nuevo trato con las instituciones privadas sin fines de lucro" en un plazo de 45 días, más allá de la buena intención y el impecable currículum y experiencia pública de sus seis integrantes, se queda corto.
Lo que demanda hoy el escenario es claridad y capacidad de gestión, parar la hemorragia y darle "continuidad de giro" de las políticas públicas. Por un lado, se deben tomar decisiones administrativas y conformar equipos, pero de trabajo. ¿Dónde está el encargado de campamentos anunciando un plan de acción para atender las obras no ejecutadas?
¿Dónde está la nueva subsecretaria de Vivienda entregando un informe sobre el daño social del fraude? Pero, además, se deben asumir las responsabilidades políticas a tiempo, sin defensas corporativas… Por ejemplo, ¿dónde está la Subsecretaría de Desarrollo Regional, que hasta hace unos meses condujo el fundador de RD Miguel Crispi, explicando los cuestionados convenios con los gobiernos regionales? Gobernar es complejo, es cierto, pero lo que no puede ocurrir es que los encargados de hacerlo se nieguen a cumplir con su deber.