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Nuestra tradición democrática

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En Chile, el sentido de la legalidad y de la libertad está profundamente arraigado entre las personas y constituye una característica muy propia de la nacionalidad, una tradición de larga data. Es importante contrastar esta propiedad con lo que sucede en América Latina, donde la inestabilidad jurídica y el caudillismo populista suelen darse con demasiada frecuencia; situaciones que representan la manifestación de una falta de madurez cívica y política, que tiene como trasfondo la escasa tradición jurídica de aquellas naciones. Esta tradición no debe medirse por la cantidad de legislación que pudieran mostrar esos países, sino por el sentido genuino de respeto de la sociedad a la legalidad, a las instituciones fundamentales del Estado y a los poderes debidamente constituidos.

Podrían señalarse muchos factores que influyeron para que el pueblo chileno llegara a tener esa característica única en nuestro continente, pero sin duda ésta mentalidad se fue formando a través de un largo proceso educativo, en el que participaron grandes personajes de nuestra historia. Hoy, quisiera mencionar a un hombre extraordinario llamado Andrés Bello, ese insigne venezolano que durante la primera mitad del siglo XIX trajo sabiduría y equilibrio a nuestra incipiente República. Primero a través de su influencia intelectual en los años posteriores a la Constitución de 1833, que le dio a Chile una estabilidad política sin par en América Latina, y más tarde con su renombrado Código Civil de 1855, el cual permitió dirigir y encarrilar las actividades particulares de las personas, dando sustento al respeto por el orden establecido.

Indudablemente, estos logros fueron construyéndose a través del tiempo con el esfuerzo de muchos, de todos, con tradiciones políticas y sociales que se hicieron fuertes con el paso de los años. Esta es la razón primordial por la cual Chile es un país ordenado, respetuoso del orden constitucional y de su tradición democrática bicentenaria.

Sin embargo, ahora vemos algunos movimientos políticos que tienen como filosofía de vida el "rupturismo", cuyo único norte es derrumbar todo lo que fue construido con el aporte de nuestros padres, abuelos y ancestros, pero sin realizar propuestas alternativas que sean viables. Claro, esas corrientes de opinión o partidos están conformados generalmente por personas irreflexivas, "revolucionarias", sin experiencia. Habría que recordarles que nada duradero se erige sobre las cenizas de lo existente.

Por fortuna para Chile, las grandes mayorías nacionales son prudentes y respetuosas de las tradiciones democráticas, de nuestra preciada libertad, y van a rechazar las veces que sea necesario los intentos por coartarlas, o destruirlas.

José Miguel Serrano

Opinión

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Hoy, quisiera mencionar a un hombre extraordinario llamado Andrés Bello, ese insigne venezolano que durante la primera mitad del siglo XIX trajo sabiduría y equilibrio a nuestra incipiente República.

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Economista Universidad de Columbia

Para-Estado Político

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La trama surrealista del caso 'fundaciones-gate' se ha ido complejizando y enturbiando a medida que pasan los días y las semanas, a partir del aporte millonario que recibiera la organización Democracia Viva para trabajar con campamentos en Antofagasta, enlodando la gestión de al menos dos ministerios, el de Vivienda y el de Desarrollo Social. Los medios, redes sociales y la derecha han hecho festín político de lo sucedido, y la muerte política de la diputada Catalina Pérez ha sido inminente. El poder siempre debe sacrificar peones, y las mujeres como 'fusibles' somos siempre las que saltamos primero. La pregunta que subyace es quién será la próxima víctima Carlos Montes o Giorgio Jackson, las dos almas en constante tensión en el oficialismo, o destinos cruzados en la caída de estas pobres almas (La Tercera, 04/07/2023).

Si hacemos un análisis crítico de la prensa, vemos que al pasar el tiempo se han ido barajando al menos tres hipótesis de responsabilidad: a.) la actoridad política como responsable (Carlos Peña, "El caso Montes", El Mercurio de Antofagasta, 05/07/2023); b.) el modelo de gestión Estado-fundaciones (Lorena Fries, El Primer Café de Cooperativa, 05/07/2023); y c.) un 'modo de funcionamiento institucional' (que también se ha discutido en los casos de Milico y Paco Gate), con su consiguiente curva de arrastre entre los gobiernos pasados, aunque por supuesto no habría capacidad fiscalizadora para más allá de dos años (Carlos Montes, sesión especial del Senado, DF, 06/07/2023).

Mi teoría es que a falta de Estado, o de fiscalización de éste, las fisuras se presentan en un para-Estado político. A partir del inicio de los gobiernos democráticos, la apertura de Chile al mundo hizo que recibiéramos mucho aporte internacional sobre todo de la Unión Europea. De ahí se fueron generando una serie de ONGs (organizaciones no gubernamentales) que recibían estos aportes y tal como ocurre hoy en día se quedaban sólo en el diagnóstico de las problemáticas y en tibias soluciones. La crisis de las ONGs en el país se produjo más o menos en el 2000 con el retiro de la cooperación internacional como fuente principal de financiamiento (Sandra Gruninger, 2003), la incorporación de Chile a la OECD, y a raíz de una serie de casos 'truchos'. De acuerdo a Carlos Guerra Rodríguez, "… De ser instituciones que apoyaban al movimiento social se convirtieron, por su dependencia del financiamiento de las agencias internacionales de cooperación y/o intereses políticos, en instrumentos al servicio del gobierno" ("La encrucijada de las ONG en Chile", 1995:163).

De las fundaciones hoy en día habrá que escribir tratados sociológicos al respecto, pero pareciera que el 'modus operandi' presenta una visión renacentista decía el ex ministro Cristián Monckeberg o más bien un 'eclecticismo misional' (misión y visión) que daba para ejecutar proyectos de 'chincol a jote', con experticias de dudosa credibilidad. Si bien, el modelo inglés que es más bien liberal valora el aporte del tercer sector, pero el Estado prefiere que la protección social sea una prestación voluntaria y basada en el mercado. Por ende, se da un amplio espacio para el desarrollo del sector no lucrativo, con énfasis en el sector sin fines de lucro en la prestación de servicios. Sin embargo, nuestro 'chip neoliberal' convierte todo en 'sal' y lo único que importa es el lucro y no la vocación social real por las personas que necesitan la ayuda estatal. El para-Estado político justamente se nutre de la ausencia del Estado para llevar a cabo sus fechorías, ayudando a justificar la hipótesis de que el debilitamiento o procrastinación institucional es la clave en la caída de las democracias (María Victoria Murillo, Steven Levistky y Daniel Brinks, 2021).

Dra. Francis Espinoza F.

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Los medios, redes sociales y la derecha han hecho un festín político de lo sucedido, y la muerte política de la diputada Catalina Pérez ha sido inminente. El poder siempre debe sacrificar peones, y las mujeres como 'fusibles' somos siempre las que saltamos primero.

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Académica UCN