Insomnio de Antofagasta dormida
El Reloj de los Ingleses de la Plaza Colón ha marcado cristalinamente las doce campanadas de la medianoche.
Al frente se alza la mole de la catedral, que parece estar conteniendo un silencio pensativo y místico. Algunas gentes con ánimo noctívago caminan por los caminillos de la Plaza. Algunos de ellos se detienen y contemplan el agua de la pequeña laguna o miran hacia adelante, buscando algún horizonte presentido.
Sentimos la presencia en la gran ciudad que se apresta a dormir y que al bostezar reposa sus ojos en las lejanas estrellas que titilan con mudez astral.
Nos envuelve la presencia gris de los cerros, sus lineamientos vigorosos y todo el poderoso mundo que viene de la pampa. Nos parece estar caminando hacia ella y oteando sus inmensas llanadas. Allí el cobre y el salitre y todo el territorio mineral eleva sus cánticos de trabajo y progreso. Ingresar a la pampa es como tocar en forma presentida bellos mitos cumplidos.
Amamos el delicioso deambular nocherniego. A lo largo del tiempo hemos besado los pétalos temblorosos de la Rosa de los Vientos. Hemos tactado de Cénit a Nadir los misterios de muchas tierras prodigiosas.
Nos gustaba salir, solitarios, a descubrir en vientres, los caminos más inéditos. Ingresábamos a los cafés, a las pequeñas tabernas llenas de gentes cosmopolitas. Sentados ante una mesa, oíamos las conversaciones y nos dejábamos llevar por los ensueños que mecían en una hilvana, hebetante.
Los puertos nos entregaban con pericia su olor a mar. Junto a las dársenas, contemplábamos las naves que a todas horas partían a sus viajes interminables. A nuestro lado en algún café de puerto, los marineros bebían incansablemente. soñando con mujeres hermosas de todos los países y temblándoles en el alma, esos presentimientos que sólo tienen los marinos y donde la vida se besa con la muerte y el brillante sol con las atroces tempestades.
Ahora América nos entrega sus cábalas. Antofagasta, cabeza portentosa del Pacífico, nos acuna en sus brazos de matrona norteña y nos musita al oído, palabras y poemas que vienen de muy lejos, que son historias de esta tierra dura y heroica. Y que hoy parece una leyenda.
Carlos Sander. Escritor-Periodista-Diplomático. (1918 - 1966)