Chile, un gran plan piloto
José Miguel Castro , Diputado por Antofagasta
ENAP, empresa pública y creada por ley, ha sido la protagonista de un vergonzoso e inmoral episodio de despilfarro de recursos públicos. Las autoridades del Gobierno y de la empresa, han activado a sus costosos equipos comunicacionales para justificar lo ocurrido, intentando reducir su gravedad.
Frente al casi unánime repudio, los promotores de la iniciativa han balbuceado explicaciones, excusas y, desesperadamente, buscan atenuantes para su irresponsable actuación. En este propósito, encontraron un eslogan, o frase corta comprensible, que anhelan les permita esconder un evidente fracaso. La consigna escogida, esta vez, es que se trató de "un plan piloto".
La aplicación de un plan piloto supone la necesidad ineludible de resolver dudas o incógnitas que subsisten; luego de aplicar y considerar, entre otras cosas, el raciocinio, la lógica, las experiencias pasadas, los estudios, los cálculos y el sentido común. En este sentido, lo realizado por ENAP, sometida políticamente por los Ministerios de Energía y de Desarrollo Social, era innecesario y no era un Plan Piloto. Ambas cosas son alarmantes; lo primero un daño objetivo al patrimonio fiscal y lo segundo una mentira. No se necesita demostrar lo que ya se encuentra demostrado.
El desplome bochornoso del proyecto "Gas a precio justo", prometido por el presidente de la República hace casi un año, dentro de cuya ejecución se han dilapidado recursos públicos, fue advertido anticipadamente en opiniones, informes y estudios, despectivamente despreciados por ministros y Directivos de la empresa. ¿Era necesario gastar más de 500 millones de pesos, para comprobar lo previsible? No lo era.
Al perjuicio económico, se añade la decepción de miles de chilenos y chilenas que llegaron a creer en la seriedad y la competencia suficiente del gobierno para cumplir sus promesas y mejorar las condiciones de acceso a un bien indispensable en millones de hogares; a lo que debemos sumar el incremento de la profunda desconfianza en la gestión de las empresas públicas.
Calificar de Plan Piloto lo que no es más que una obsesión fanática por torcer la evidencia, es una mentira flagrante; si, como en este caso, se pretende aprovechar electoralmente, peor aún. ¿Cuántos "Planes Pilotos" impulsa y ejecuta hoy la administración y las empresas públicas?
Las empresas públicas, legalmente, son dirigidas y administradas por Directorios que deben hacerse responsables de sus decisiones, no diluyendo esa responsabilidad en las marañas de sus gobiernos corporativos, aprovechadas abusivamente para obstaculizar la fiscalización de la Contraloría y de la Cámara de Diputados. Debe terminarse con los engorrosos procedimientos para obtener las actas de sus sesiones y sus determinaciones deben ser escrutadas pública y transparentemente.
La obediencia política de los directores a las alucinaciones de las autoridades de gobierno y a las promesas irreflexivas del presidente, es un fenómeno que puede reproducirse en todas las empresas estatales.
Los "Planes Pilotos" están enquistados en varias políticas públicas; planteados, a veces, en forma inocente; pero no por ello, menos equivocada y peligrosa. Lo ocurrido nos obliga a poner atención sobre otros "Planes Piloto" (nombre que da el gobierno al gasto innecesario) que pueden estar impulsándose. Si se advierten oportunamente y el gobierno abandona el mesianismo infantil que lo dirige, se podrán evitar perjuicios enormes para el país.
Es hora de que el gobierno ponga fin a este tobogán de irresponsabilidad y no transforme a Chile en un Gran "Plan Piloto".