Antofagasta en el gran ciclo del litio
"En conclusión, la historia de litio , del Salar de Atacama y La Región de Antofagasta es reciente, después de décadas de una gobernanza centralista". Cristián Rodríguez Salas, Director del Instituto de Políticas Públicas UCN
La historia de Antofagasta asociada al litio es muy reciente, incluso para el país y el Estado de Chile, no es comparable con la larga tradición económica y política del cobre. El Salar de Atacama con sus reservas en litio, recién afloraron en los años 70 por el interés geopolítico que tendrían sus aplicaciones para el desarrollo nuclear.
Durante las siguientes décadas, el litio, el Salar y La Región de Antofagasta no aparecen en el interés del país. El descubrimiento del litio en la agenda pública se inicia en los 90, cuando afloran las preocupaciones por la crisis climática, e irrumpe la industrialización de nuevas tecnologías bajas en carbono. El Estado de Chile, descubre que el país no estaba solo en este mercado, que el liderazgo lo había perdido frente a Australia y emergentes como China y Argentina.
El año 2014 con la creación de la Comisión Nacional del Litio, por primera vez se visibilizó una preocupación política descentralizada por los territorios, las comunidades, el medio ambiente y el desarrollo de conocimiento asociado al mineral.
Que ganó Antofagasta a partir del 2014. En primer lugar, permitió la redefinición de los contratos de explotación con el sector privado entre el 2016 y 2018, por los cuales por primera vez el país, la región, las comunidades y los municipios obtuvieron un porcentaje significativo de las rentas del mineral, que no se han logrado con el cobre; quedó pendiente, definir cómo se transita en la escala regional y locales a una gestión sustentable de los recursos extraordinarios.
En segundo lugar, se esbozó la preocupación por la gobernanza socio ambiental de los salares, al integrar un monitoreo de los equilibrios hídricos de un ecosistema frágil, así como obligaciones para la entrega de información, el primer paso para la construcción de relaciones de mayor simetría entre comunidades y empresas, quedaron pendientes obligaciones ambientales que aceleren la transformación del actual modelo de explotación.
En tercer lugar, se incorporó con óptica descentralizada el interés por la industrialización del mineral en el país, y del desarrollo de un centro de investigación localizado en la región de Antofagasta. incomprensiblemente, después de pasados casi 5 años de firmados los contratos que disponen los recursos, el Estado no ha sido capaz de cumplir con la creación en Antofagasta del primer esfuerzo científico-tecnológico del país con el litio.
Finalmente, se esboza en la Comisión la creación de una Empresa Nacional del Litio. No obstante, dada la débil construcción de capacidades estatales, su desarrollo estará obligado a ser incremental en el tiempo, no solo por los recursos que se requieren, sino por la necesidad de construir capacidades, conocimiento y tecnologías que no se acumularon en el pasado.
En conclusión, la historia de litio , del Salar de Atacama y La Región de Antofagasta es reciente, después de décadas de una gobernanza centralista, el 2014 surge el territorio en la agenda de las políticas públicas. Se visibiliza a partir de los nuevos contratos de los años 2016 y del 2018, con beneficios significativos, si lo comparamos con la fase que va de los años 70 hasta el 2014, pero aún quedan desafíos pendientes para la política nacional del litio anunciada por el gobierno.