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Antofagasta: tu crisis, tu oportunidad

"La tierra de oportunidades que siempre ha sido la región y esta ciudad, debe levantarse con fuerza, hoy están todos los sectores políticos incluso llanos a que trabajemos de la mano". Irina Salgado, Periodista
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Los últimos meses nuestra ciudad ocupa titulares de diarios con temas que parecen ser de fácil solución y que no se terminan solucionando nunca: quemas en La Chimba donde las personas que viven en su alrededor no pueden respirar, basura en las calles de los diferentes sectores, borde costero en abandono, colegios y liceos con infraestructura deficiente; y así podría seguir enumerando un listado de acciones que son parte de un programa y/o proyecto municipal de ciudad ausente.

Quizás este ya no es el momento que nos quejemos ni tampoco que le pidamos al "súper alcalde" que solucione lo que no ha podido hacer en año y medio. Hoy el llamado tiene que ser a la unión ciudadana que está a cargo de líderes sociales de juntas de vecinos, corporaciones y fundaciones sin fines de lucro y/o artístico-culturales , de gremios potentes en nuestra ciudad como Asociación de Industriales de Antofagasta, Cámara Chilena de la Construcción, Cámaras de Comercio, Pymes, Minería y Turismo; Universidades e Institutos que cuentan con profesionales y jóvenes comprometidos con el futuro de la ciudad; Medios de comunicación en sus distintas plataformas.

Ya lo decía Einstein: "La crisis es la mejor bendición que puede suceder a personas y países, porque la crisis trae progresos". Entonces este es el mejor momento para unir a profesionales ejecutores de diferentes entidades a "trabajar, arremangarse las camisas", los diagnósticos ya están hechos y empezar a poner celeridad en el financiamiento de proyectos públicos-privados desde los fondos que pueden ser postulados al Gobierno Regional, así como aquellos que pueden ser ejecutados por vías sectoriales desde cada ministerio y/o servicio público. Por último y no menos importante, aquellos que pueden ser realizados vía fondos de empresas privadas vía organizaciones sociales territoriales, que tienen impacto inmediato en la calidad de vida de los Antofagastinos.

Este es un llamado lleno de amor por Antofagasta, cuando una autoridad es indiferente a lo que ocurre en sus calles y trata de "echar la culpa a otros", no está pensando en el bienestar de adultos mayores o los niños en las escuelas que no tienen baños dignos.

La tierra de oportunidades que siempre ha sido la región y esta ciudad, debe levantarse con fuerza, hoy están todos los sectores políticos incluso llanos a que trabajemos de la mano para hacerlo. Hoy hagamos que las cosas sucedan más allá de las redes sociales que solo son un espejismo de esa sociabilidad y vecindad que éramos y que esta en cada uno de nosotros, mejores barrios, mejor calidad de vida.

Contaminación acústica y la autoridad

"La pregunta es ¿con qué urgencia y en cuánto tiempo las autoridades solucionan el problema?"
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Uno de los principales contaminantes en las ciudades, y que se mantiene por sobre los parámetros permitidos, es la contaminación acústica. En Chile, cerca del 50% de las denuncias que llegan a la Superintendencia de Medio Ambiente se deben a este tipo de contaminación.

Pero ¿qué es contaminación acústica?; según el Ministerio de Medio Ambiente, es cualquier sonido que sea calificado como algo molesto, indeseado, inoportuno o desagradable, por quien lo recibe. Es decir, hoy vivimos en ciudades saturadas de contaminación acústica, donde Antofagasta es un claro ejemplo. En la ciudad, sectores clasificados como residenciales hoy viven en conflicto continuo por la contaminación acústica generada por diferentes actividades comerciales, sus parques y playas están saturados por el ruido de generadores eléctricos y sus calles retumban ante el ruido de camiones, micros y un tren que despierta a todo a su alrededor.

Frente a esto, más que preguntarnos si la autoridad hace algo al respecto, la pregunta es ¿con qué urgencia y en cuánto tiempo las autoridades solucionan el problema?

Ejemplo, es el proyecto del tranvía que se viene estudiando y prometiendo por parte de todos los sectores políticos desde el año 2002. Proyecto que ayudaría a mitigar entre otras problemáticas la contaminación acústica. Lamentablemente, lo único concreto del tranvía es que algún candidato o candidata para una futura elección dirá "yo seré el que lo construirá".

Pero también hay que reconocer avances: hoy el Ministerio de Medio Ambiente tiene en proceso la consulta ciudadana sobre el Anteproyecto Norma de Emisión de Ruidos. También la Seremi de Medio Ambiente en conjunto a la de Transportes y Telecomunicaciones de Antofagasta trabajan en el estudio de corredores de una futura línea de buses eléctricos, mientras que la Municipalidad de Antofagasta tiene en carpeta la normativa específica de ruido. Pero el tema es la urgencia, ya que, generalmente, estos procesos quedan en nada o presentan avances demasiado lentos, considerando la gravedad de la situación sobre la vida de las personas.

Hay que evidenciar que la norma que establece los máximos aceptables de ruido data del año 1984. Es decir, hace 39 años tenemos una norma que obliga a la autoridad a fiscalizar y mejorar esta situación. Pero los recursos entregados por parte de las autoridades a lo largo de la historia son nulos o mínimos, estableciendo un estándar de precariedad para los equipos técnicos de las diferentes entidades que intentan solucionar el problema.

Esto deja en evidencia que algunas autoridades, no perciben la contaminación acústica como un problema, a pesar de los graves efectos que tiene sobre la salud de las personas. Al parecer nos quieren sordos y enfermos, para que no nos escuchemos ni nos organicemos para exigir lo mínimo, ciudades libres de todo tipo de contaminación.

Nicolás Vega Rojas

M. Arquitecto

Barras bravas y violencia en estadios

Lo ocurrido en el último "Superclásico", debe llamar a la reflexión y no seguir normalizando actos vandálicos, bajo la mal entendida "fiesta del fútbol". No olvidar que es una práctica habitual de estas agrupaciones que actúan en masa y arrasan con el fin de conseguir sus objetivos delictuales. Roban, saquean, atacan y asesinan.
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Muchos criticaron o incluso se burlaron de las autoridades del anterior gobierno, quienes sindicaron a los integrantes de las barras bravas del fútbol entre los agentes responsables de la violencia en gran parte de las protestas, en el marco del estallido social. Creyeron inoportunas las acusaciones y, en principio, lo atribuyeron a la rabia ciudadana y luego, rápidamente, se movieron a responsabilizar a delincuentes infiltrados.

Lo cierto es que el tiempo les dio la razón y fueron estos grupos que ya venían demostrando su poder de violencia en los alrededores y dentro de los estadios, quienes se anotaron gran parte de los destrozos y saqueos que vivió el país.

No olvidar que es una práctica habitual de estas agrupaciones que actúan en masa y arrasan con el fin de conseguir sus objetivos delictuales. Roban, saquean, atacan y asesinan dentro de una especie de catarsis que aseguran viven al vestir alguna camiseta de un club de fútbol.

Son violentos y lo que más molesta es que durante muchos años los esfuerzos hechos no sean los correctos para cortar esta cadena delictual. Más bien, a través de Estadio Seguro, se implementó una serie de restricciones contra el hincha normal, aquel que va en familia a disfrutar de la actividad deportiva. Son ellos a los que someten a una estricta revisión y se les incauta hasta el más mínimo elemento que pueda ser utilizado como proyectil.

Quien no tiene ninguna intención de delinquir es quien recibe un trato minucioso, pero quienes realmente son los que cometen los delitos se pasean desde tempranas horas en el interior de los estadios portando bengalas, fuegos artificiales y armas blancas. Para ellos no hubo revisión, o si se hizo, fue de una vista gorda reprochable.

Son ellos los que lanzan los objetos contundentes y fuegos de artificio a la cancha, como lo ha mostrado una y otra vez la televisión. Y son los mismos que agreden a rivales, sin medir ninguna consecuencia.

Lo malo es que dirigentes del fútbol, dueños de los espectáculos y por ende de la seguridad, tienden a normalizar lo acontecido y no se atreven a apuntar a las barras. Es tiempo que dejen el letargo y asuman un mayor control sobre estos grupos que son un verdadero cáncer en el deporte y no lo sigan normalizando.