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Descubren el secreto de por qué el hormigón romano era tan duradero

INDESTRUCTIBLE. No se trata de ceniza volcánica, como se pensaba. La clave es otra.
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Agencias

Los antiguos romanos eran maestros de la ingeniería y la construcción, pues sus acueductos, edificios y puertos han sobrevivido, en muchos casos, durante dos milenios. Un equipo de científicos examinó el hormigón que usaban y cree haber dado con clave: la cal viva.

Los investigadores llevan décadas intentando descifrar el secreto de ese antiguo material de construcción ultraduradero, sobre todo en estructuras que soportaban condiciones especialmente duras, como muelles, alcantarillas y diques, o las construidas en lugares sísmicamente activos.

Un nuevo estudio que publica Science Advances firmado por investigadores del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT), la Universidad de Harvard y laboratorios de Italia y Suiza, descubrió antiguas estrategias de fabricación de hormigón que incorporaban varias funcionalidades.

Durante años se había creído que la clave de la durabilidad de ese hormigón se basaba en un ingrediente, el material puzolánico, una ceniza volcánica de la zona de Pozzuoli, en la bahía de Nápoles, a la que se referían los relatos de arquitectos e historiadores de la época.

Sin embargo, esas muestras antiguas también contienen pequeños y distintivos rasgos de minerales blancos brillantes a escala milimétrica, que desde hace tiempo se reconocen como componente omnipresente de los hormigones romanos.

Estos trozos blancos, a menudo denominados "clastos de cal", proceden de la cal, otro componente clave de la antigua mezcla de hormigón.

Dichos restos hasta ahora se habían considerado una mera evidencia de mezclas descuidadas o materias primas de mala calidad, explica el MIT.

Capacidad desconocida

Sin embargo, el nuevo estudio sugiere que esos diminutos clastos de cal le dieron al hormigón una capacidad de autorreparación hasta ahora desconocida.

Uno de los firmantes de la investigación, Admir Masic, del MIT, destacó que si "los romanos pusieron tanto empeño en fabricar un material de construcción excepcional, ¿por qué iban a poner tan poco empeño en garantizar la producción de un producto final bien mezclado?". Por eso creía que tenía que haber algún motivo.

Tras una caracterización más detallada de los clastos calcáreos, utilizando técnicas de imagen multiescala de alta resolución y de mapeo químico, los investigadores obtuvieron nuevos conocimientos sobre su funcionalidad potencial.

Históricamente, se había supuesto que cuando la cal se incorporaba al hormigón romano, primero se combinaba con agua para formar un material pastoso altamente reactivo en un proceso conocido como apagado, pero que por sí solo no podía explicar la presencia de los clastos de cal.

Por eso, el equipo se preguntó si era posible que los romanos hubieran usado cal viva, que es una forma más reactiva de ese material. Estudiando muestras de hormigón antiguo determinaron que las partículas blancas estaban formadas, efectivamente, por diversas formas de carbonato cálcico.

La mezcla en caliente, según el equipo, fue en realidad "la clave de la naturaleza superdurable" del hormigón debido a dos factores, explicó Masic.

Por una parte, cuando el hormigón en su conjunto se calienta a altas temperaturas, permite una química que no sería posible si solo se utilizara cal apagada. Además, el aumento de temperatura reduce significativamente los tiempos de curado y fraguado.

El equipo decidió probar que esa era el mecanismo responsable de la durabilidad del hormigón romano, para lo que produjo muestras de mezcla en caliente con fórmulas antiguas y modernas, las agrietó e hizo correr agua por ellas.

Tras dos semanas, esas aberturas se habían curado por completo y el agua ya no podía fluir. Sin embargo, un trozo idéntico de hormigón fabricado sin cal viva nunca se curó y el agua siguió fluyendo.

Hallan evidencias tempranas del uso del calendario mesoamericano de 260 días

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El calendario mesoamericano de 260 días se usaba siglos antes de lo que se sabía, según las evidencias más tempranas descubiertas por un equipo de científicos en antiguos complejos arquitectónicos olmecas y mayas en el sur del Golfo de México.

Estudios anteriores sugerían que ese calendario se utilizaba mucho antes de que existieran pruebas escritas del mismo, pero fue difícil de demostrar debido a la ausencia de pruebas de sistemas de escritura en los inicios de la historia de estas culturas.

Los estudios arqueoastronómicos han demostrado que los edificios cívicos y ceremoniales importantes de Mesoamérica se orientaban, en gran medida, hacia la salida o la puesta del sol en fechas concretas, pero el origen y la difusión de esas prácticas de orientación no estaban claros.

Un grupo de investigadores de la Academia Eslovena de Ciencias y Artes usó datos facilitados por la tecnología LIDAR (Ligth Detection And Ranging), que emplea un escáner láser aerotransportado para obtener un mapa en 3D del terreno.

Las imágenes cubrían desde la zona central olmeca hasta las tierras bajas mayas occidentales, y entre los yacimientos analizados estaban los mexicanos de Aguada Fénix, que se cree que es el mayor y más antiguo complejo monumental conocido de la zona maya, así como San Lorenzo y Buenavista.

El equipo buscó identificar las orientaciones astronómicas de 415 complejos ceremoniales recientemente identificados que datan del periodo Formativo o Preclásico de la Mesoamérica (1100 a.C. a 250 d.C.).

Las orientaciones de los complejos ceremoniales construidos entre 1100 y 750 a.C., representan las pruebas más tempranas del uso del calendario de 260 días, siglos antes de su uso previamente conocido en los registros textuales, señala Science Advances.

Los expertos analizaron su alineación con la salida y puesta de los cuerpos celestes en días concretos del año civil de 260 días, un sistema que se cree que fue avanzado por la civilización olmeca de la costa del Golfo de esa época.

Se cree que esta sociedad utilizaba el calendario para marcar rituales religiosos o agrícolas cuando los pueblos de la región aún dependían de la caza y la recolección.

Encuentran una nueva membrana anatómica que protege al cerebro

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El cerebro tiene una membrana hasta ahora desconocida que actuaría como barrera protectora y como plataforma desde donde las células inmunitarias lo vigilan en busca de infecciones e inflamaciones.

Un estudio que publica Science, firmado por científicos daneses y estadounidenses, describe la función de esta nueva capa, llamada SLYM, principalmente en ratones, aunque también informa de su presencia real en el cerebro humano adulto.

Esta nueva estructura anatómica, que segrega y ayuda a controlar el flujo del líquido cefalorraquídeo (LCR) en el cerebro y alrededor de él, "nos proporciona una apreciación mucho mayor del sofisticado papel que desempeña el LCR no sólo en el transporte y la eliminación de residuos del cerebro, sino también en el apoyo a sus defensas inmunitarias".

Así lo indica una de las firmantes de la investigación Maiken Nedegaard, de las universidades de Copenhague y de Rochester (EE.UU.).

El estudio se centra en la capa meníngena, que son las membranas que recubren el cerebro (la duramadre, la aracnoides y la piamadre) que crean una barrera con el resto del cuerpo y lo mantienen bañado en LCR.

La nueva capa descubierta fue bautizada como membrana subaracnoidea de tipo linfático (SLYM) y divide el espacio situado bajo la aracnoides, el espacio subaracnoideo, en dos compartimentos.

La SLYM es un tipo de membrana llamada mesotelio, que se sabe que recubre otros órganos del cuerpo, incluidos los pulmones y el corazón para protegerlos, a la vez que albergan células inmunitarias.

La idea de que pudiera existir una membrana similar en el sistema nervioso central fue una cuestión planteada por el coordinador de estudio, Kjeld Møllgård, de la Universidad de Copenhague.

La nueva membrana es "muy fina y delicada, y consta de una o unas pocas células de grosor", pero constituye una barrera hermética que solo permite el tránsito de moléculas muy pequeñas; parece separar el LCR "limpio" del "sucio", explica la U. de Rochester.

La capa SLYM podría desempeñar un papel en el sistema glinfático, que requiere un flujo e intercambio controlados de LCR, lo que permite la entrada de LCR limpio, al tiempo que expulsa del sistema nervioso central las proteínas tóxicas asociadas a enfermedades neurológicas como el alzhéimer.

La SLYM también "parece importante" para las defensas del cerebro, que son exclusivas de este órgano.

Además, "parece albergar su propia población de células inmunitarias del sistema nervioso central que utilizan a la SLYM para la vigilancia en la superficie del cerebro, lo que les permite escanear el LCR que pasa en busca de signos de infección", agrega la universidad.

El descubrimiento de esta nueva estructura en la anatomía del cerebro abre la puerta a nuevos estudios sobre su papel en las enfermedades cerebrales, pues los investigadores observaron que en la membrana se congregan concentraciones mayores y más diversas de células inmunitarias durante la inflamación y el envejecimiento, lo que sugiere, por ejemplo, que enfermedades e infecciones del sistema nervioso central podrían desencadenarse o empeorar por anomalías en la función de la SLYM.