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Aprendizajes de un juicio ejemplificador

La condena recibida para el exfuncionario público obliga a una revisión acerca del modo en cómo las fuerzas políticas copan puestos claves del aparato estatal. El Estado en debe encontrar un mejor método para que quienes, legítimamente, detenten una militancia puedan incorporarse a la función pública en puestos de segunda y tercera línea.
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Cuesta encontrar en la historia reciente de la Región un caso judicial que haya dañado tan profundamente la actividad pública. La detención de un funcionario que se desempeñaba en la Subsecretaría de Prevención del Delito con un cargamento de casi 30 kilos de drogas no solo provocó un sismo en la administración regional anterior, sino además, agregó un sinfín de cuestionamientos por parte de la ciudadanía a quienes laboran en el sistema público de la región.

Hay que subrayar que el caso, no constituye en ninguna forma, un ejemplo de lo que acontece al interior de la administración del Estado. Solo en Antofagasta hay más de 5.000 personas y familias vinculadas a labores públicas que cumplen sus funciones con estricto apego a la normativa, y en especial, a la probidad con que el Estado de Chile suele administrar los recursos de todos.

El caso del condenado a 13 años de cárcel, sin embargo, debería ser el punto de partida de una profunda reflexión para quienes se encuentran en posiciones de decisión dentro del aparato estatal. Vale decir que el Estado ha hecho ingentes esfuerzos por profesionalizar sus plantas a través del fortalecimiento de la función de la agencia de Alta Dirección Pública (ADP), no obstante, casos como el de Antofagasta revela una gran zona gris, que aún existe, en el modo de reclutamiento de personas vinculadas a partidos políticos y que ingresan a la administración pública, sin antecedentes, ni conocimientos competentes para cumplir funciones que, si bien no son de primera línea, resultan claves a la hora de resguardar la confianza en la acción estatal.

El Estado en debe encontrar un mejor método para que quienes, legítimamente, detenten una militancia puedan incorporarse a la función pública en puestos de segunda o tercera línea, priorizando la idoneidad para el cargo, más que la cercanía inconsulta a cualquier fuerza política. Más que apuntar a la construcción de un Estado aséptico, los distintos actores políticos deberían subrayar, a la hora de proponer, que los adherentes de sus agrupaciones cumplan con las credenciales que les ameriten el ingreso a determinados cargos. La lealtad a una figura o a un partido no puede ser el único criterio para acceder a cargos claves. El caso del reciente condenado muestra que un desempeño retorcido puede dañar profundamente la confianza que los ciudadanos mantienen en sus instituciones.

Chilenidad, educación y Constitución

"Una vez al año los chilenos nos unimos bajo nuestra bandera y variadas tradiciones que nos vinculan como nación". Ignacio Illanes, Decano de la Facultad de Educación de la Universidad de los Andes
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Repasamos nuestra historia y aprendemos de ella. Recordamos que hace 212 años un grupo de patriotas decidió que, en ausencia del rey Fernando VII, Chile debía gobernarse de manera independiente. Desde entonces hemos buscado formas de organizar nuestra vida nacional y sucesivas constituciones han intentado dar rumbo a ese proyecto común que algunos vislumbraron entonces. Pero no solo de constituciones viven los países. Ese sueño de la "casa común", en la que todos podamos sentirnos parte, también puede proyectarse y construirse desde otros espacios, muy especialmente desde la educación.

No cabe duda de que en Chile hay una expectativa profunda de cambio, pero la pregunta es de qué manera podemos hacerlo. Al reflexionar sobre la Revolución Francesa, Edmund Burke apuntaba que para poder reformar es necesario saber conservar. Los países tienen una historia, tradiciones y, en último término, una cultura que les es propia. Sobre eso se construye un futuro. Eso es lo que celebramos en estas fechas. Una vez al año los chilenos nos unimos bajo nuestra bandera y variadas tradiciones que nos vinculan como nación.

Esa cultura, ese proyecto común va pasando de generación en generación, no solo a través de las instituciones políticas, sino especialmente a través de la educación. Es en ella donde las nuevas generaciones conocen nuestra historia y geografía, nuestros valores y aspiraciones, nuestra alma chilena. Valorando lo mejor de nuestra identidad podremos reformar aquello que debe ser mejorado.

Quienes han estudiado el modelo educativo de Finlandia señalan que una de las razones del prestigio de sus profesores es que durante la invasión rusa fueron los docentes quienes preservaron el alma del país: resguardaron su idioma y la identidad nacional. Esa es la importancia de los educadores en la cultura y unidad de un pueblo.

Concluido el plebiscito, las autoridades están pensando nuevas alternativas para repensar nuestro futuro. Se habla, por ejemplo, de una nueva convención. Más allá de los acuerdos que se concreten, siempre habrá otra convención, una que es silenciosa pero mucho más profunda y duradera. Es la Gran Convención, aquella que constituimos todos los chilenos, generación tras generación. Juntos vamos soñando y construyendo este lindo país. Esa Gran Convención se gesta en las aulas de todo Chile. Es ahí donde los profesores pueden enseñarnos las complejidades y conflictos de nuestra historia, pero también deben enseñar los principios que nos unen y sostener la esperanza para un cambio en armonía (Mooney, 2021). Ahí aprendemos a respetarnos y valorarnos; a trabajar juntos y resolver nuestros problemas; a elevar el espíritu y soñar juntos.

Debe ser una educación que inspire a trabajar por el bien común, respetando la individualidad, valorando nuestra historia y cultura, sin alentar conflictos ni divisiones. En la educación podemos conocernos, dialogar y encontrarnos. En momentos en que Chile anhela realizar cambios en armonía y unidad, los profesores tienen un rol fundamental. Esa Gran Convención depende de ellos.

La necesidad de agilizar procesos

"Las transformaciones profundas requieren inversiones que van más allá del costo mismo de la tecnología, abarcando alfabetización digital". Andrés Segovia, Business Development Manager de InterSystems Chile
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La transformación digital de la atención de salud ha sido una importante oportunidad para mejorar aspectos relacionados con la experiencia de los pacientes y gestión de los centros de salud, permitiendo entre otras cosas integrar todo el ciclo del cuidado del paciente, así como mejorar resultados en la confirmación diagnóstica y tratamientos.

En muchos casos la comunicación entre pacientes y profesionales de la salud ya se hace a través de un registro electrónico de salud y la telemedicina, lo que ayuda en gran medida a agilizar los procesos de atención en el sector. Y, a medida que incorporemos nuevas herramientas y tecnologías digitales, aprovecharemos su gran potencial no solo para la gestión de centros asistenciales, sino que nos permitirá incorporar al paciente y su entorno en la gestión y trazabilidad de sus tratamientos.

En ese contexto, la integración de sistemas entre los distintos niveles de atención, junto a los servicios de apoyo, tales como laboratorios e imágenes, se encuentran entre los principales desafíos del sector de la salud, destacando todos aquellos sistemas que interactúan en la atención del paciente y que mejoran su experiencia, tratamientos e indicadores (outcomes).

Hoy en día existe una visión compartida entre pacientes y médicos, enfermeros y técnicos de la industria de que si los servicios de salud fueran más automatizados o virtualizados, podrían tener un mayor impacto en la eficiencia de la gestión de información.

Las plataformas de datos en la nube resuelven problemas de interoperabilidad, velocidad y escalabilidad de las grandes organizaciones en todo el mundo, así como el desarrollo de los servicios administrados para el registro clínico electrónico de los hospitales, los historiales de atención unificada para las comunidades y las naciones, así como los sistemas de administración de la información de los laboratorios.

Para que los equipos médicos puedan trabajar colaborativamente, accediendo de manera segura e intercambiando información útil en el contexto de la atención, debemos continuar con la estrategia de implementación de registros clínicos interoperables como principal fuente de información, así como avanzar en la incorporación de tecnologías de interoperabilidad que permitan la convivencia de diversas tecnologías entorno a la atención de los pacientes.

Finalmente, transformaciones profundas requieren inversiones que van más allá del costo mismo de la tecnología, abarcando alfabetización digital, conocimiento acerca de la gobernanza de los proyectos, avanzar en las regulaciones asociadas a seguridad e integridad de los datos clínicos, gestión del cambio y mejoras en la infraestructura.