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Carlos III y William se acercan a la gente en la fila kilométrica

LONDRES. Ambos dedicaron su tiempo para saludar a las miles de personas que hacen fila para visitar a Isabel II
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Redacción

La fila de los llamados "peregrinos" de Isabel II, que llegan corriendo para luego esperar más de 24 horas antes de poder pasar frente al féretro de la reina, ayer recibió dos visitas sorpresa.

En un sector apareció el nuevo jefe de la corona británica, Carlos II, y en otro no muy lejano se apersonó su primogénito, el príncipe William de Gales.

La cola de ocho kilómetros en la ribera sur del río Támesis hasta ayer solo se había conmocionado con la presencia del exfutbolista David Beckham, quien se sumó al grupo que avanza lentamente hasta la capilla ardiente donde se vela a la soberana.

Carlos III y William aparecieron al mediodía en la cola.

Desde sus primeros pasos como monarca, Carlos ha marcado cierta distancia con la separación física que su madre mantuvo tradicionalmente hacia su pueblo.

El rey, de 73 años, pasó más de veinte minutos estrechando manos y departiendo con los ciudadanos que llevaban ya horas a esperando su turno.

Entre gritos de "hip, hip, hurra" y "Dios salve al rey", los integrantes de la fila recibieron con alborozo la visita real.

Con el celular en las manos, a muchos les resultaba complicado estrechar la que les tendía Carlos III.

Eso llevó a parte del personal de seguridad del rey a pedir a la gente que "bajen los teléfonos y disfruten la realidad del momento".

William, de 40 años, demostró su comodidad en esas situaciones y prolongó sus saludos cuando el rey ya se había marchado, lo que lo llevó a bromear con la gente: "Mi padre es mucho más rápido que yo", dijo.

"Gracias por aguardar tanto tiempo en la cola. Es increíble", expresó Guillermo a uno de los grupos con los que se paró a charlar. "Ya están más allá de medio camino, casi han llegado, muchísimas gracias", agregó.

La llaman "la cola"

"La Cola" -así la llaman los medios, como si se tratara de una organización- comienza en el parque de Southwark y llega hasta el palacio de Westminster. Aunque los que más esperaron lo hicieron por más de 25 horas, el Ministerio de Asuntos Digitales y Cultura calculaba al mediodía de ayer un tiempo de espera de 14 horas.

"Gracias por esperar tanto tiempo en la cola. Es increíble", expresó William a uno de los grupos con los que se paró a conversar. "Ya están más allá de la mitad del camino, están por llegar, muchísimas gracias", agregó.

Se estima que cuando la capilla ardiente cierre sus puertas el lunes por la mañana, antes del funeral de Estado por la que ha sido soberana británica durante siete décadas, habrán pasado frente al féretro cerca de 400.000 personas.

Durante la noche del viernes al sábado, cuando las temperaturas bajaron hasta los 7 grados, los servicios sanitarios atendieron a 275 personas entre las miles que hacían cola a la intemperie, de las cuales 39 fueron trasladadas a un hospital.

Carlos III visitó además a policías, bomberos y personal de Salud del distrito londinense de Lambeth, por el que transcurre parte de la cola, para agradecerles su labor.

De trudeau a los reyes

Los monarcas y gobernantes del mundo que están invitados a la ceremonia fúnebre de mañana comenzaron a llegar ayer a Londres y algunos también quisieron dar un adiós a Isabel II en la capilla ardiente, como los miles de ciudadanos que lo han hecho hasta ahora.

Ayer, por ejemplo, el primer ministro canadiense, Justin Trudeau, presentó sus respetos junto a su esposa, mientras que hoy esperan hacerlo los reyes de España, Felipe y Letizia.

Joe Biden había emprendido vuelo a Reino Unido al cierre de esta edición, y tenía previsto reunirse hoy en Downing Street con la primera ministra Liz Truss, pero la cita bilateral fue pospuesta hasta la 77 Asamblea anual de la ONU en Nueva York.

"Gracias por esperar tanto tiempo en la cola. Es increíble. Ya están por llegar, muchas gracias". Príncipe William de Gales

Más de 30 mil personas protestaron en Austria para exigir rebaja en precios de alimentos y energía

VIENA. El Presidente de la República no asistió a las marchas, pero expresó su apoyo al malestar.
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Más de 32.000 personas salieron a las calles de Viena y otras ciudades de Austria para reclamar medidas eficaces contra el incremento de los precios de los combustibles, la energía y los alimentos.

Las manifestaciones fueron convocadas por la Federación Austríaca de Sindicatos (ÖGB) y contó con el apoyo expreso -aunque no con la presencia- del presidente de la República, el ecologista Alexander van der Bellen.

Las protestas contra el creciente encarecimiento del costo de la vida tiene lugar en vísperas del inicio de las negociaciones entre sindicatos y empresarios para subir los salarios.

Para amortiguar el impacto de la inflación, el ÖGB exige elevar hasta 2.000 euros brutos el sueldo mínimo.

"Estamos aquí, hacemos ruido porque están robando nuestro futuro", gritaban los participantes de la acción en Viena, que con unas 20.000 personas, según estimaciones de la policía, fue la más manifestación concurrida.

Tras marchar por las calles de la capital bajo el lema "Bajar los precios", se congregaron en la céntrica Plaza de San Carlos (Karlsplatz), donde varios oradores criticaron al Gobierno de democristianos y "verdes" por no impedir el incremento de la inflación, que supera ya el 9%.

"Es tiempo de actuar. Tenemos que demostrar que estamos enfadados y que no podemos continuar así. La inflación está en todos lados... en el colegio, en el supermercado. Es demasiado", dijo una de las manifestantes.

Sus palabras coinciden con la preocupación expresada por el jefe del Estado austríaco, quien instó a la "solidaridad" y a proteger a los más expuestos y vulnerables.

"Como presidente de la República, no voy a las manifestaciones, pero comparto la preocupación" por "la inflación galopante y sus consecuencias", escribió Van der Bellen en su cuenta de Twitter. Debemos crear una protección social contra la inflación", añadió.