PAESy trayectorias educativas
El anuncio del cambio del reconocimiento a los puntajes nacionales por una "distinción a las trayectorias educativas" de los estudiantes que rendirán la Prueba de Acceso a la Educación Superior (PAES) ha generado controversia. La medida fue presentada por la Subsecretaría de Educación Superior como una forma de "distinguir los logros académicos que obtienen las personas en sus contextos".
Las reacciones han sido dispares. Por una parte, la medida ha sido felicitada por los que ven en esta alternativa una instancia de justicia, de visibilización de esfuerzos y méritos que traspasan ciertas condiciones de origen. En contraste, también se interpretó como un ejercicio metodológico influenciado ideológicamente para forzar los datos de un fenómeno natural, instalando una igualdad artificial y como una trivialización del mérito al igualar el esfuerzo con variables como sexo o lugar de origen.
Creemos que la controversia en torno al reconocimiento es más bien estéril. En términos concretos, la distinción no tiene una función más allá de lo simbólico: no tiene implicancias reales en términos de beneficios de financiamiento, prioridad en procesos de selección, etc.
Lo que proponemos es avanzar en aspectos de fondo en la discusión educacional y que tienen que ver con el incentivo para establecer relaciones significativas entre educadores y estudiantes. Creemos que un currículo que se enfoca en el trabajo con conocimiento académico y que recoge e interpela la experiencia vivida de cada uno, tiene un mayor potencial para proveer espacios para la concreción de una educación integral y transformadora.
Rodrigo Fuentealba Jara Decano Facultad de Educación Universidad Autónoma
Símbolo patrio
El acto por el Apruebo realizado el sábado 27 en la plaza Victoria de Valparaíso me hizo recordar la poesía de Víctor Domingo Silva titulada "Al pie de la bandera", que cuando niño recitábamos con patriótico fervor, de la cual copio algunas estrofas:
¡Ciudadanos!
¿Qué nos une en este instante? ¿Quién nos llama? ¿Encendidas las pupilas y frenéticas las manos? ¿A qué viene ese clamor que por el aire se derrama y retumba en el confín?
No es el trueno del cañón; no es el canto del clarín: es el épico estandarte, es la espléndida oriflama, es el patrio pabellón que halla en cada ciudadano un paladín.
¡Oh, bandera! ¡Trapo santo! hay ingratos que te niegan, que se burlan de tu encanto con que envuelves y fascinas; que no entienden el lenguaje de tu risa y de tu llanto.
Que no sea la bandera en nuestras manos ni un ridículo juguete, ni estúpida amenaza ni un hipócrita fetiche, ni una insignia baladí. Veneremos la bandera como el símbolo divino de la raza; adorémosla con ansia, con pasión, con frenesí, y no ataje en nuestro paso, mina, foso ni trinchera cuando oigamos que nos grita: "¡Hijos míos! ¡Defendedme! ¡Estoy aquí!".
Adolfo Paúl Latorre
Protección del patrimonio
El reciente ataque incendiario que acabó con el Molino Grollmus, edificio protegido como Inmueble de Conservación Histórica e ícono de Contulmo, Región del Biobío, es uno de los últimos actos de violencia que han afectado a nuestro patrimonio y que ha traído consigo un drama humano no solo para los afectados directos y sus cercanos, sino que para la comunidad en general.
La quema deliberada de edificios como la Iglesia de la Veracruz, la Iglesia de la Asunción, la Parroquia San Francisco de Borja, el Museo Violeta Parra y el Palacio Schneider, por solo mencionar algunos, así como la permanente transgresión que han sufrido miles de edificios en las áreas históricas de nuestras ciudades a lo largo del país y los sucesivos ataques a memoriales, amenazan consistentemente la permanencia del legado heredado, de nuestras identidades y memorias, por cuanto en estos recursos se alojan de forma material los principios y valores característicos de quienes le dieron forma y que influenciaron de manera decidida lo que somos hoy.
En tal sentido, instamos a todos los actores involucrados a proteger nuestro patrimonio cultural material e inmaterial, y a velar conjuntamente por el Estado de derecho y el cumplimento irrestricto de las normas y leyes que nos rigen como sociedad.
La evidencia empírica a lo largo del tiempo nos ha demostrado que la violencia no es la vía sostenible para zanjar nuestras diferencias. Por el contrario, el diálogo basado en el respeto integral y el reconocimiento mutuo ha invitado a recomponer confianzas que han permitido abordar problemas aún más graves que los que vive nuestro país.
Nuestra solidaridad con las víctimas y compromiso total con la búsqueda de soluciones que permitan integrar y favorecer el desarrollo de cada una de las comunidades y personas que habitan Chile.
Jadille Baza, presidenta nacional Colegio de Arquitectos de Chile; Francisco Herrera, consejero del Consejo de Monumentos Nacionales; Francisco San Martín, presidente del Comité de Patrimonio Arquitectónico y Ambiental