Secciones

ENTREVISTA. Pablo Camus Galleguillos, doctor en Sociología y decano de la Universidad de Antofagasta:

"El espíritu de la revuelta social no se ha extinto, solo exige otro tipo de respuesta"

E-mail Compartir

El resultado del plebiscito constitucional y el amplio triunfo de la opción Rechazo, no sólo amerita una análisis político, jurídico y electoral, sino que también marca un importante hecho social. Así lo destaca el doctor en Sociología y decano de la Facultad de Educación de la Universidad de Antofagasta, Pablo Camus Galleguillos, quien explica que la convención no logró recoger en su propuesta aspectos que hacen sentido al chileno actual y que tienen ver con el modelo imperante.

Porque, más allá de los derechos -señala el académico- existe un sentido de valor hacia libertades que en el proyecto no quedaban nítidas y que terminaron siendo relevantes para la ciudadanía. "La elección nos muestra que a la gente le preocupan tanto derechos como libertades por igual", asegura Camus, en cuyo análisis esta discrepancia marcó un quiebre esencial.

¿Desde lo sociológico, cómo leer este resultado?

-No es fácil. Creo que debemos encontrar una reflexión que logre comprender el fenómeno político que va desde la revuelta social, la fragilidad de nuestro país para definir mecanismos que permitan un verdadero desarrollo, pasando por la posibilidad de redactar una nueva constitución, y que desemboca, finalmente, en una manifestación democrática y robusta que rechaza la propuesta constitucional. Esta última, cabe destacar, consagra derechos, participación, equidad de género, entre muchos otros ámbitos emblemáticos de los movimientos sociales. Claramente se trata de un texto que puede crecer y mejorar en este segundo ciclo que comienza y que esperamos llegue a buen puerto.

¿Cómo debemos comprender lo sucedido?

-Puede tener varias lecturas. La convención constitucional no fue capaz de sumar diferencias de enfoques políticos, ni tampoco logró incluir aspectos que hacen del Chile actual un país de futuro. Otro aspecto a señalar es el nivel de aislamiento que tenemos como país. La ciudadanía en su mayoría desconoce modelos desarrollo exitosos. Europa, Canadá, entre otros. Y faltan herramientas para que la ciudadanía tenga un debate profundo y comparado. Pero ante todo, Chile no es un país de extremos, la ciudadanía se ha encargado de controlar las aspiraciones cuando el camino de unos se ha extremado, este resultado es fruto de eso.

¿Era representativa la convención, puede ser esa una definición primordial?

-Creo que la ciudadanía aún no procesaba las derivaciones de la revuelta cuando se produjo la elección de los convencionales. Por eso la calidad de la representación será un hito importante para los partidos políticos y organizaciones sociales en la próxima elección de constituyentes para escribir una nueva propuesta. Pero esto va más allá, la crisis social chilena identifica un proceso híbrido dispuesto en un escenario democrático, pero estrechamente vinculado con una la lógica de mercado. Aquí, en este proceso, el ciudadano consumidor se ha visto tensionado. La presencia de un discurso en defensa del mercado ha permeado en una ciudadanía que cada vez con mayor fuerza se arrincona en la construcción de una opinión pública mediatizada, un mercado que condiciona la información bajo criterios comerciales en la supuesta búsqueda de excelencia y calidad naturalizada desde una lógica neoliberal. No podemos obviar la contaminación irreversible del neoliberalismo, es parte de nuestra cultura, de nuestro vivir, desplazarlo, nunca será más complejo que ahora. Lo podríamos definir como un neoliberalismo inconsciente.

¿Qué no se comprendió, concretamente?

-La comunidad no distinguió en la propuesta constitucional la tensión necesaria entre derechos y libertades. Quizás este sea el debate que faltó en este proceso. Es necesario retomarlo y profundizar sobre esta tensión. La elección de hoy deja claro que a la ciudadanía le preocupan tanto derechos como libertades por igual. La ciudadanía está pidiendo mejores debates y contenidos, más desarrollo de las ideas. Con esto no señalo el desplazamiento de las ideologías, pero sí un mejor desligue de estas en un contexto de respeto y verdad. Como conclusión, debemos pensar, ahora más que nunca, la calidad de la representación política en la próxima convención, centrar la mirada en sujetos políticos que aúnen criterios (dejo de lado la experiencia política dado que esta también ha mostrado alejarse del criterio en los últimos años), mirar la experiencia de países desarrollados, llamarlos a consulta.

¿Cree que el espíritu que inició este proceso se extinguió?

-Al igual que la configuración del sistema político, en Chile, durante la última década, la ciudadanía se ha visto enfrentada a criterios de evaluación. Esta afectación, se refiere a aquellos ámbitos de la vida de los ciudadanos que repercuten en el desarrollo de sus potencialidades esenciales. En el ámbito de las necesidades básicas: salud y educación; en el ámbito de la integración social: empleo, pobreza y desigualdad. En este sentido, es clave implementar estrategias que permitan a la ciudadanía deliberar con conocimiento y fundamento. En definitiva, subir el nivel del debate. La revuelta social en Chile no se ha extinto, solo que la ciudadanía exige otro tipo de respuesta.

¿Cuáles por ejemplo?

-Los problemas de ciudadanía tienen una consecuencia directa para la legitimación de cualquier sistema político, ya que estos permiten a la sociedad participar de manera activa en la adopción de decisiones importantes respecto de su propio bienestar. La sustentabilidad democrática depende en gran parte de la resolución de esta cuestión. Para ello, el debate sobre la economía y la diversidad de formas de organización son indispensables en la elaboración de la agenda pública y por consiguiente en las políticas de bienestar social y en la discusión que se aproxima.

¿Qué puntos de encuentro podríamos encontrar en este proceso?

-Yo diría que la clave estará en encontrar la tensión necesaria entre derechos y principios que aseguran ciertas libertades, donde la ciudadanía pueda converger con sus intereses individuales y colectivos. Estas libertades tienen que discutirse en función de lo que las personas hoy han logrado desde el punto de vista material, pero también desde el punto de vista decisional respecto de ámbitos en los cuales se ha visto evolucionando en calidad de vida.

¿Un nuevo proceso puede tener resultados distintos?

-No hay garantías. Este es un desafío de todos los actores que participan en el diseño, la organización y el mensaje que se le entrega a la ciudadanía, para que esto se apruebe en el futuro tiene que haber un consenso y generosidad. Esta por verse si se aprendió la lección.

Proceso constituyente: lecciones de una oportunidad perdida

E-mail Compartir

La jornada de ayer, presenciamos un día histórico en nuestro país, no sólo por su resultado, sino por su proceso, uno en que, por primera vez, genuinamente, el país se pronunció acerca de un proyecto de nueva Constitución, emanado de una convención elegida también democráticamente, en sus más de 200 años de historia.

Este proceso constituyente, cuya fuente material más próxima fue el estallido o revuelta social, pero que fue formalizándose gracias al "Acuerdo por la Paz y la Nueva Constitución", que pavimentó la reforma constitucional del 24 de diciembre de 2019, condujo a que el pueblo votase por sustituir la Constitución de 1980 y que el órgano encargado de proponer un proyecto de nueva Constitución debía ser una Convención Constitucional, electa por la ciudadanía.

Este proceso fue regulado a través de la Ley 21.200, pero con posterioridad sufrió una serie de reformas que, a nuestro parecer, generaron problemas en la representación de la Convención Constitucional y, por qué no decirlo, una obstaculización a la generación de acuerdos esenciales, que pudiesen posibilitar la creación de un proyecto constitucional capaz de representar a las grandes mayorías en el país.

Lo anterior se explica, según nuestra visión, por la incorporación de listas de independientes, al sistema propuesto para la paridad de género y la representación especial otorgada a los pueblos originarios, en virtud de las leyes de reforma constitucional que modificaron las normas para el proceso constituyente, las cuales, en un comienzo, repetían la regulación existente para la elección de diputados y diputadas. Dichas reformas poseían cierta base popular, pero generaron sistemas de paridad forzados donde candidatos o candidatas no fueron electos o electas en razón de su sexo o género, una sensación de sobrerrepresentación de los pueblos originarios y la existencia de listas de independientes que no encarnaban ideas o ideologías, sino intereses muy particulares, los cuales son legítimos para movimientos sociales o activistas, pero no para un órgano de representación nacional, menos, para un órgano constituyente.

Si bien los partidos políticos están desacreditados, creemos que son las únicas organizaciones que poseen -o deberían poseer- un proyecto país representativo de sus militantes o adherentes. Por ello, en caso de haber un nuevo proceso constituyente, sostenemos que debería ser integrado por personas con experiencia política, que provengan de partidos políticos y que sean capaces de discutir -en una Convención democráticamente electa- ideas de país y no sólo demandas parciales propias del activismo social. La Constitución no debe ser, necesariamente, la casa de todos; pero tampoco debe ser la casa solo de algunos, algo que el pueblo de Chile parece haber percibido el día de ayer.

Carlos Cabezas Cabezas y Jerson Valencia Carrizo

Académicos Fac. Cs, Jurídicas, Universidad de Antofagasta