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Mala gestión y mal uso de recursos

Denuncias por millonarias defraudaciones en las corporaciones municipales se repiten en la Región. El servidor público tiene que ser un ejemplo de excelencia profesional y por sobre todo probidad sin discusión, no están exentos de errores pero no de abusos en sus funciones.
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La denuncia del alcalde de Antofagasta sobre una defraudación millonaria en la Corporación Municipal de Desarrollo Social (CMDS) es una más de las que hemos conocido a nivel regional y que llaman profundamente la atención. Ajeno a que las denuncias interpuestas en los entes persecutorios, y que seguirán a nivel judicial, deslindarán responsabilidades, queda la sensación de una creciente falta de probidad en el ejercicio administrativo de los municipios.

Sí, porque similares acusaciones se han realizado en Calama, en las que se critica severamente a la administración anterior por recursos mal utilizados y cobros por obras que no debieran existir, lo que ha llevado a extremar los esfuerzos para cumplir con los compromisos.

Los montos involucrados en ambos casos son altísimos y es necesario que se puedan aclarar y saber si hubo alguna falta o delito en las corporaciones municipales y sancionar a los responsables.

Para el ciudadano común, sin mayores análisis, entienden y critican que de alguna u otra forma quienes llegan a la administración pública intentan quedarse con una tajada de dinero. Es el desprecio a este tipo de actos que los aleja de la clase política.

Lamentablemente esa sensación es muy dañina, porque se asume una forma de normalización de actos que pueden rayar en lo delictivo, cuando debería ser todos lo contrario. El servidor público tiene que ser un ejemplo de excelencia profesional y por sobre todo probidad sin discusión, no están exentos de errores pero no de abusos en sus funciones.

Este tipo de situaciones no son nuevas y ya se había visto como una traba al momento de entregar mayores autonomías a los territorios. No solo en Chile, a nivel latinoamericano, estaba instalado el temor que esas autonomías fueran socavadas por agentes de corrupción.

Algunas experiencias así lo demostraban y la conclusión siempre fue que se debía avanzar en agendas de probidad y anticorrupción para promover las autonomías.

Los casos anteriormente citados tienen que ser sancionados de acuerdo a su gravedad para que quede certeza que quienes busquen aprovechamiento en el aparataje público recibirán la pena correspondiente y que no se obviarán situaciones irregulares.

Este tiene que ser el mensaje claro. Los alcaldes ya han puesto la alerta porque también son los que en un momento serán apuntados con el dedo si no denuncian este tipo de situaciones.

Más educación, menos leyes

"La sociedad, la comunidad cambiará solo si cambia el individuo, la persona. ¿Cómo se habrían de producir esos cambios?".
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En los últimos años me he aficionado a dejar itineradas algunas cuantas ideas en algunas redes sociales, además de proferirlas en entornos propios de las temáticas abordadas. La principal, la más reiterada, es por supuesto, la educación.

Ahora, glosaré o comentaré algunas de ellas. En septiembre de 2015, escribí: "En abstracto, a más educación, y mejor educación, personal, familiar, social, o profesional, no serían necesarias las leyes, o estas serían solo una decena. ¿Exagerado? Es posible". Obviamente, me refería a que a la educación en el seno familiar, o del entorno, y sumada la educación institucionalizada, formal, las dos, y más, si concurren en complementariedad, no requerirían del establecimiento de cuerpos legislativos, normativos, reglamentarios que regulen las vidas, sus comportamientos, con un sinnúmero de leyes, capítulos, artículos, secciones, párrafos, apartados e incisos.

"En educación, más es mejor". Así glosaba en abril de 2017. ¿Qué quería señalar? Aclaro de inmediato, no me refería a más en un sentido cuantitativo puro, estricto. Me refería a que, en educación, más cariño, más empatía, más comprensión, más entrega, más humildad, más carisma, más bondad, más quietud, más observación, más benignidad, más inquietudes, más alegría, más sonrisas, más entretenimiento, más compañerismo, más filantropía, más caridad, más felicidad, más amor… redunda, redundaría en que lo conceptual, los contenidos, se asentarían, permanecerían con visos de perpetuidad en cada uno de los discentes.

Ya son muchos los países que dedican ingentes esfuerzos y recursos para conseguir mejores resultados en pro de una mejor educación de toda persona y de todas las personas que habitan el planeta.

La educación de los niños y niñas ha de ser humana, humanística, humanizada, centrada en la persona, en su desarrollo, en su crecimiento y no educar para el egoísmo, para la competitividad,… Se debe contribuir a desarrollar la individualidad de la persona, pero no el individualismo.

La sociedad, la comunidad cambiará solo si cambia el individuo, la persona. ¿Cómo se habrían de producir esos cambios?

¿Es tarde? No, categóricamente, no. Es tiempo de invertir más, de invertir mejor en educación, y comencemos con la educación inicial, la educación primaria, y la secundaria, y luego la terciaria.

Así pienso, también, eso creo.

Raúl Caamaño Matamala

Académico de la UC de Temuco

Yo Rechazo

"Hoy, yo rechazo el auge de la delincuencia, rechazo la violencia, rechazo la forma de como se está llevando la (no) regulación de la inmigración".
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Desde que tengo uso de razón, me he identificado con el Estado de derecho y con las libertades que dispone y protege nuestra Constitución actual; la libertad de enseñanza, la libertad de emprender; en definitiva, siempre he creído en una sociedad donde todos nos podamos desarrollar conforme a nuestros principios y valores, y sobre todo que aquello ocurra en una paz social. Hoy, en esa aérea, estamos en una situación compleja luego que el estallido social haya desatado una violencia que yo nunca había visto antes, donde se provocaron heridos, destrucción, saqueos… Todos los días parecía ser peor que el anterior, hasta que el mundo entero padeció una pandemia y comenzaron entonces las cuarentenas, la falta de camas en hospitales, la muerte de muchos familiares y amigos… Una verdadera película de terror, lo cual nos llevó una vez más a un clima extremadamente tenso.

En ese contexto de estrés, rabia, miedo, se realizó el Plebiscito de entrada, con una alta participación y donde claramente la mayoría indicó estar a favor de la redacción de una nueva Constitución, escrita mediante una convención constitucional con todos sus miembros elegidos. El país se pronunció y encontramos una solución institucional a un conflicto social. Pero los problemas surgieron cuando algunos constituyentes fueron elegidos con mentiras; uno estuvo obligado a renunciar por aquello; otros pensaron que podían hacer lo que quisieran sin importar las formas y el respeto a nuestra república; votando desde la ducha, disfrazados de monos animados; dando lugar a un verdadero circo. Otros, revanchistas, llegaron a pasar cuentas. Y nunca consideraron, ni siquiera escucharon, al otro sector. De todo eso, difícilmente algo bueno podía salir.

No pongo en duda la buena intención de la mayoría de los constituyentes, pero me parece que el ambiente en el cual se escribió la propuesta constitucional no fue el adecuado para poder entregar la solución que como sociedad necesitamos. Posteriormente a todo aquello, se realizaron otras elecciones, de parlamentarios y de Core, donde participe y salí electo. Si indico esto, es simplemente para subrayar que el clima de esas elecciones fue muy distinto al del plebiscito de entrada y a las de convencionales. Hoy, estamos en otro momento de nuestra historia, donde los ánimos están más calmados, donde la gran mayoría de los chilenos, que son moderados en el fondo, quieren cambios pero en paz, sin rabia, sin pasadas de cuenta, no sobre las brasas de un estallido social. Hoy, tenemos el contexto en el cual sin duda se puede escribir una Constitución que nos una como una sola y gran nación.

Hoy, yo rechazo el auge de la delincuencia, rechazo la violencia, rechazo la forma de como se está llevando la (no) regulación de la inmigración, rechazo la forma que tomó este fenómeno y su manejo en nuestra región y país. Por principio, rechazo con fuerza diversas justicias al interior de lo que debería ser un solo sistema, rechazo un país dividido territorialmente, rechazo Estados distintos dentro de una mismo país. El próximo 4 de septiembre, votaré en contra de la propuesta constitucional y junto con una gran mayoría en las urnas, voy, en la papeleta, a marcar "rechazo". Rechazar para preservar una chance de tomar el camino correcto.