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Descubren el mecanismo que regenera las alas de insectos cuando se dañan

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Científicos del Instituto de Investigación Biomédica (IRB) de Barcelona descubrieron el mecanismo genético utilizado por insectos para desarrollar y regenerar sus alas cuando se dañan.

Los investigadores también establecieron la relación entre el gen wingless, la regeneración de tejidos y la formación de tumores, en un trabajo que publica la revista 'Nature Communications'.

La primera mutación del gen wingless se encontró en la mosca Drosophila, por casualidad, en los años 70 y quince años después los científicos demostraron que este gen estaba conservado en mamíferos dando lugar a la familia de genes wnt, cuyas mutaciones pueden dar lugar a varios tipos de cáncer.

Los científicos del laboratorio de Desarrollo y Control del Crecimiento del IRB de Barcelona utilizaron técnicas de edición genética, como CRISPR/Cas9, para descubrir una región genómica, evolutivamente conservada, que regula la expresión de la proteína wingless y que se dedica sólo a la formación del ala.

Descubrieron que esa región reguladora no solo actúa promoviendo la formación del ala sino también regenerando el ala en caso de daño.

"Lo que descubrimos en este estudio es un mecanismo de regulación genética muy robusto que garantiza el correcto desarrollo del ala, y este mecanismo es consistente con la importancia crucial de estas estructuras para los insectos en general", explicó el jefe del laboratorio de Desarrollo y Control del Crecimiento del IRB, Marco Milán.

El científico destacó que "el desarrollo de las alas supuso una ventaja evolutiva enorme para los insectos y fue lo que permitió su expansión y diversificación".

Los autores de este estudio demostraron que wingless es también la molécula encargada de avisar a células sanas para que se dividan y puedan regenerar el tejido, y que la región reguladora implicada en la formación del ala se activa en situaciones de daños.

"Es un mecanismo de regulación genética muy robusto que garantiza no solo el correcto desarrollo del ala sino su capacidad regenerativa", insistieron Elena Gracia-Latorre y Lidia Pérez, primeras autoras del estudio.

Los investigadores hicieron experimentos en los que bloquearon la eliminación de las células dañadas y observaron que la zona reguladora de wingless se mantenía activada de forma continuada, con lo que las células proliferaban de manera descontrolada y finalmente daban lugar a la formación de crecimientos tumorales y malignos.

"Esto nos permite proponer que la regeneración y el desarrollo de tumores son dos caras de la misma moneda: si wingless se induce durante un breve período de tiempo, forma el ala con normalidad o permite regenerarla, pero si se mantiene de forma crónica entonces se provoca un sobrecrecimiento y un tumor", concluyó Milán.

Buscan "resucitar" al extinto tigre de Tasmania genéticamente

PROYECTO. En diez años más, el marsupial depredador podría volver a existir, según un laboratorio de la Universidad de Melbourne que se dedica a estudiar la especie. La clave sería usar a un dunnart de cola gorda.
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Efe

Un grupo de científicos busca "resucitar" en 10 años a través de la ingeniería genética al tilacino o tigre de Tasmania (Thylacinus cynocephalus), el único marsupial depredador de Australia que se extinguió en 1936.

El profesor Andrew Pask de la Universidad de Melbourne explicó que el proyecto contempla extraer células de un dunnart de cola gorda (Sminthopsis crassicaudata), un marsupial parecido a un ratón, para convertirlas en células que sean lo más parecidas a las del tigre de Tasmania.

Los científicos pretenden tomar las células vivas del dunnart, considerado el pariente vivo más cercano del tigre de Tasmania, y así compararlas con las del animal extinto para determinar sus diferencias.

Eso les permitirá "editar todo el ADN de este animal para convertirlo en el de un tilacino", dijo Pask, quien dirige el Laboratorio de Investigación de Restauración Genética Integrada del Tilacino (TIGRR), a la cadena pública australiana ABC.

"Al final del proceso, se tiene esencialmente una célula de tilacino pero se puede hacer una especie de clonación IVF (de fertilización in vitro)" para desarrollar un organismo vivo, explicó el experto del TIGRR, que ya desarrolló el genoma completo del tigre de Tasmania.

Este proyecto, que espera "resucitar" al tigre de Tasmania en unos diez años y en el que trabajan nueve expertos, contempla además desarrollar el embrión de este marsupial carnívoro extinto, ya sea dentro de un tubo de ensayo o utilizando a un dunnart de cola gorda como vientre de alquiler.

"Al nacer, el tilacino y el dunnart de cola gorda no son mucho mas grandes que un grano de arroz, así que incluso un animal tan pequeño como un ratón puede dar a luz a un tilacino", puntualizó Pask a ABC.

Los científicos del Laboratorio dirigido por Pask, que colabora en este proyecto con la empresa estadounidense de ingeniería genética Colossal Biosciences, pretende introducir al tigre de Tasmania en su hábitat natural, en donde esperan mantenga sus hábitos depredadores habituales.

El tilacino, un marsupial con franjas que cruzaban su lomo que recordaban a las de un tigre, llegó a habitar en Australia continental y en la isla de Nueva Guinea, aunque desapareció de esos lugares, a excepción de la isla de Tasmania, hace unos 3.000 años por el cambio climático.

A la llegada de los europeos a Oceanía en el siglo XVIII su población se concentraba en la isla de Tasmania, y su extinción se aceleró por una intensa campaña de caza entre 1830 y 1909, alentada por recompensas para acabar con este depredador que se comía al ganado.

Los tigres de Tasmania se extinguieron hace 81 años cuando murió, en 1936, el último ejemplar en el zoológico de Hobart, aunque fue declarado oficialmente extinto en la década de 1980.

1936 el año en que se extinguió el tigre de Tasmania luego de la muerte del último ejemplar en un zoológico de Hobart.

Estudio revela que dormir poco hace que las personas sean menos generosas

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Dormir poco hace que las personas sean menos propensas a ayudar a los demás, incluso si la pérdida de sueño es colectiva, por ejemplo en un cambio de hora, caso en el que un grupo de científicos vieron que las donaciones benéficas caían un 10%.

Un estudio de la Universidad de California en Berkeley (Estados Unidos) muestra que cuando hay una pérdida de sueño las personas retiran su decisión de ayudar a otros, un comportamiento que se asocia a una menor actividad en la red cognitiva prosocial del cerebro, publica Plos Biology.

El equipo encabezado por Eti Ben Simon y Matthe Walker examinó en tres experimentos cómo la pérdida de sueño afecta al comportamiento humano de prestar ayuda.

En el primer estudio, 24 voluntarios se sometieron a una resonancia después de ocho horas de sueño y de una noche sin dormir. En el segundo caso, las redes del cerebro que se activan cuando las personas empatizan con otras o intentan comprender sus deseos y necesidades estaban menos activas.

Esa red "estaba notablemente deteriorada", como si esas partes "no respondieran cuando intentamos interactuar con otras personas después de no haber dormido lo suficiente", consideró Simon.

Luego, el equipo siguió a más de cien personas durante tres o cuatro noches, para medir la calidad y cantidad del sueño y evaluar su deseo de ayudar a los demás, como sostener la puerta de un ascensor, ser voluntarios o ayudar a un extraño herido en la calle.

Los que durmieron mal la noche anterior fueron los que declararon estar menos dispuestos y deseosos de ayudar a los demás al día siguiente.

La tercera parte consistió en extraer una base de datos de tres millones de donaciones benéficas en EE.UU. entre 2001 y 2016 y ver si variaba en número tras la transición al horario de verano y la posible pérdida de una hora de sueño para todos.

Las donaciones en la semana posterior al cambio de horario se redujeron en 10%, una disminución que no se observaba en las zonas de EE.UU. donde no se cambiaron los relojes o cuando se volvía a la hora estándar de invierno, que se puede dormir una hora más.

La investigación demuestra que la falta de sueño no solo perjudica el bienestar mental y físico de un persona, "sino que degrada el propio tejido de la sociedad humana", destacó Walker, profesor en psicología.

Incluso una "dosis" muy modesta de privación de sueño tiene "un impacto muy medible y real en la generosidad y en cómo funcionamos como sociedad conectada".