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En defensa de la libertad

José Miguel Serrano Economista U. de Columbia
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Los humanos fuimos empoderándonos a través de los siglos, hasta llegar al estado actual donde somos individuos libres, capaces de modificar aquello que no parezca legítimo, a través de los medios políticos que se han establecido para resolver estas situaciones. Es en este punto donde la idea de la libertad moderna se muestra claramente, ofreciendo hoy una noción vinculada con la autodeterminación de los intereses y acciones individuales, dentro de un marco colectivo constituido por un sistema representativo, democrático.

Ahora bien, el concepto de libertad individual no siempre fue así. En la Grecia clásica, una persona era libre sólo en tanto era capaz de influir en los temas públicos. Esto como consecuencia de la concepción antropológica que se tenía. En aquella época, el individuo era habitualmente soberano en los asuntos públicos, pero muy poco libre en todas sus relaciones privadas, ya que no había nada de los aspectos personales que no estuviera sujeto a la regulación de la comunidad y el Estado.

No fue hasta la Reforma encabezada por Martín Lutero que la concepción autónoma del individuo empieza a tomar fuerza, a partir de 1517. En una de sus 95 tesis argumenta que "el cristiano que tiene auténtico arrepentimiento ya ha recibió perdón de Dios, sin ninguna intervención de indulgencias". Si bien esto no tenía otra intención que reformar los métodos de su iglesia, llevaba consigo la semilla de la libertad moderna en la idea de que hay aspectos del individuo, en este caso la relación entre él y Dios, que son independientes de cualquier autoridad exterior. Así, tanto la difusión de las tesis luteranas como su adecuación al contexto social, dieron a la población de la época las herramientas para efectivamente acceder a la posibilidad de construir una forma de vida no susceptible a la intromisión externa.

Pero el advenimiento de las democracias modernas supuso una cierta limitación a la soberanía política de los individuos, pues la representación funcionó más como un mecanismo de regulación sobre los gobiernos y menos como un sistema de transmisión de un mandato libertario directo. Por lo que fue necesario apelar al aspecto privado de las personas creado por la Reforma y fortalecido luego por la democracia de la posguerra, para encontrar una nueva forma de ser libres a través de un Estado amigable y menos invasivo. Pero ahora en Chile se pretende cambiar este concepto con la propuesta constitucional que se votará en una par de semanas más, donde se instala el criterio de un Estado todo abarcador (el segundo término más mencionado en dicha propuesta); controlador en demasía de la vida privada de las personas, lo cual en un breve plazo puede transformarse en la pérdida de todo tipo de libertades individuales.

De este modo, la riqueza personal y colectiva que fuimos creando en un entorno donde la persona es libre de elegir un medio propicio y abierto, dentro de un ordenamiento legal republicano, democrático, corre peligro. Si se observa lo que está aconteciendo en nuestro país, es perentorio mantener una constante vigilia sobre cómo el gobierno puede erosionar los espacios de libertad personal ganados. Se coartan dichos espacios a través de cientos de pequeños cambios, uno a la vez, casi imperceptibles para las grandes mayorías. Una reducción hoy, otra mañana, de manera que la gente no perciba que esos derechos y esa libertad se están perdiendo, hasta que se atraviesa el umbral donde las libertades individuales ya no se pueden recuperar.

"Si se observa lo que está aconteciendo en nuestro país, es perentorio mantener una constante vigilia sobre cómo el gobierno puede erosionar los espacios de libertad personal ganados. Se coartan dichos espacios a través de cientos de pequeños cambios, uno a la vez, casi imperceptibles para las grandes mayorías"

Salvar la democracia

Dra. Francis Espinoza F. Académica UCN
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Uno de los aspectos que he echado de menos en este 'caminar constituyente' ha sido justamente la discusión política propiamente tal, más allá del análisis normativo de artículos insignes como el derecho al agua y a la vivienda en la comunicación política del Apruebo, o lo que 'el viento se llevó' en el caso de la propaganda por el Rechazo. Hay que asumir que el proceso histórico que se dio en nuestro país con el Estallido Social y posterior a éste, fue marcando un camino político y social que difícilmente se va a volver a repetir. La conformación del proceso constituyente con un grupo de individuos que representaron, lo queramos o no, una radiografía de Chile posiblemente tampoco se reiterará. Mi temor es que en ambas opciones (Apruebo o Rechazo), en definitiva, las elites políticas meterán sus manos para acomodar la carta magna a sus propios intereses. Sin embargo, se hace necesario 'salvar nuestra democracia' como nos precisa Carlos Araneda (Cómo salvar la Democracia, 2020).

La historiadora estadounidense Jill Lepore (Estas Verdades: una historia de los Estados Unidos, 2018), precisa que durante la gran depresión en Estados Unidos cuando las ideologías fascistas y comunistas entusiasmaban a la juventud prometiendo un gran progreso político, grupos anónimos de ciudadanos/as norteamericanos/as organizaron debates sobre la democracia, sus deberes y libertades. Esta especie de asambleísmo se organizó en escuelas, bibliotecas y gimnasios, inclusive se transmitió por los medios de comunicación como la radio. Fueron las horas más oscuras para la democracia, pero las más exquisitas para la conversación pública. Cuenta la leyenda que el diario The Nation organizó un debate con un comunista, un economista ultra-conservador, un columnista ruso y un exiliado de la Guerra Civil en España, este último cuando debió definir la democracia, respondió que era el sitio donde podían hacerse reuniones como en la que estaba participando.

En Europa, "… La buena noticia es que las democracias ya estuvieron allí, sufriendo la eclosión de los totalitarismos, el antisemitismo y el racismo", nos dice Xavier Mas de Xaxàs ("Cómo volver a salvar la democracia", La Vanguardia). Sin embargo, las contradicciones desafían constantemente a las gobernanzas democráticas. En 1989 cayó el muro de Berlín, en 1991 se desplomó la cortina de hierro, pero dos años más tarde, en 1993, Silvio Berlusconi creó Forza Italia, un partido de ultraderecha que le abrió de par en par la puerta al neo-fascismo y al nacional-populismo. En la construcción de las nuevas democracias centro-europeas, hubo variadas manifestaciones 'liberticidas' (asesinato a la libertad) que fueron caldo de cultivo de los nuevos gobiernos autocráticos como Rusia, República Checa, Hungría, etc., o como dice Shoshanna Zuboff en su texto La era del capitalismo de la vigilancia: la lucha por un futuro humano frente a las nuevas fronteras del poder (2018) "…. Ahora que el mundo se puebla de líderes autoritarios (Trump, Xi, Putin, Erdogan, Orbán, Kaczynski, Bolsonaro, Maduro, Duterte, Jamenei, Asad, Sisi)". De hecho, expresiones más contemporáneas de autoritarismo como Donald Trump ya daban indicios de que la democracia estaba en declive (La Vanguardia Dossier, 2016).

La discusión política debe estar centrada no tanto en la opción de preferencia o en los resultados de las encuestas, sino en la valoración de todo el proceso como una buena práctica de educación cívica que nos hacía falta hace muchas décadas. La profesora de Ciencias Políticas de la Universidad de Yale, Hèléne Landemore nos invita a una 'democracia abierta'. Dice ella que si confiamos en los/as ciudadanos/as para que sean jurados o estén en las mesas de votación, ¿por qué no podríamos involucrar a la sociedad civil en los asuntos públicos? A propósito de la presencia de independientes en la Convención y de los dichos de la timonel del PS, Paulina Vodanovic, quien califican este hecho como un gran error (Cooperativa.cl, 13/08/2022), nos precisa Landemore que los/as políticos profesionales también aprenden sobre la marcha cuando llegan al poder. Ya valorando el proceso, el producto y el contenido, en democracias representativas como la nuestra, el salvar la democracia implica realizar un voto informado y responsable, es decir, ir a las urnas.ida que finalmente triunfe.

"La discusión política debe estar centrada no tanto en la opción de preferencia o en los resultados de las encuestas, sino en la valoración de todo el proceso como una buena práctica de educación cívica que nos hacía falta hace muchas décadas".