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La partida del padre de los atrapanieblas

"La estructura que diseñó, denominada el "Atrapanieblas Microdiamante", formó parte la Exposición "Le Bord des Mondes" de París".
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Hace algunos años, entre el 18 de febrero y el 17 de mayo de 2015, en París, se desarrolló la Exposición "Le Bord des Mondes" (Los confines del mundo), la que reunió en el Museo Palais de Tokyo, obras de científicos, coleccionistas y personas que no se consideran artistas, provenientes de distintas partes del mundo, en un evento que rescataba cada año, las fronteras difusas entre el arte, la ciencia, la estética, la literatura e, incluso, el teatro.

La estructura "Atrapanieblas Microdiamante", formó parte de esta exhibición en París. Se trataba de una réplica de un Atrapanieblas realizado en 1978 y cuyo inventor fue el académico antofagastino Carlos Espinosa Arancibia, quien se inspiró en la geometría de las moléculas de diamante para su diseño y construcción.

Carlos Espinosa Arancibia creció en un paisaje que podría confundirse con un rincón de Marte en el desierto de Atacama, el promedio de precipitaciones en nuestra zona es de menos 0,1 mm al año y, en ocasiones, no llueve en décadas.

El punto que hizo Espinosa es que aunque la lluvia escasee, las nubes de la zona están cargadas de humedad: la niebla se forma en la costa chilena y luego se mueve hacia el interior en forma de bancos de nubes. Esta niebla es la llamada "Camanchaca". La "Camanchaca" está conformada por minúsculas gotas de agua tan livianas que no llegan a caer en forma de lluvia.

El año 1956 en Antofagasta, durante una sequía particularmente severa, el científico llevó a cabo una serie de experimentos en las montañas más altas cerca de la ciudad de Antofagasta. Allí, a partir de la "Camanchaca" nacieron los "Atrapanieblas"

El artefacto, que rescata el agua de las nubes, mide 2.76 metros de altura por 1.65 de ancho y 2.85 de largo y tiene la utilidad de captar 300 litros de agua diarios y fue expuesto en aquella ocasión, el 2015, en el Palais de Tokyo, ubicado en el distrito 16 de París, un monumental edificio construido en 1937 dedicado al arte moderno y contemporáneo.

La muestra del 2015 sirvió de inspiración para iniciar un viaje a los confines de la creación, invitando a revelar y exponer en conjunto el fruto de investigaciones prodigiosas, inventos singulares o visionarios, obras de arte moderno y contemporáneo, surgidos de diversos territorios del conocimiento humano, pero no por esto exentos de un contenido sublime y desconcertante.

Así, nos enteramos, entre la maravilla y el asombro, cómo el desarrollo científico impulsado por el físico Carlos Espinosa, su trabajo testimonial en lo relacionado con nuestro territorio y sus características, logró diluir los límites entre la ciencia, la estructura, las imágenes y las palabras, entre la belleza y el sentido.

Vuelto a Antofagasta, la magna obra no encontró lugar donde instalarse, a pesar de sus esfuerzos por donarla y que fuera instalada y exhibida en el espacio público y, hasta el día de hoy, está guardado, entre el recuerdo y la memoria en su casa en el barrio Gran Vía.

Seguro es la nave en que Carlos Espinosa partió este sábado hacia la Eternidad.

Recuperación de los barrios céntricos

El deterioro de los cascos históricos es una constante que se repite en la Región y aún no hay políticas que apunten a solucionarlo. Es el momento que se realicen las coordinaciones y esfuerzos necesarios para que la tranquilidad vuelva a los cascos históricos de las comunas y con ello la vida familiar retome sus puntos de encuentro.
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Una vez más se tiene que insistir en que los gobiernos comunales y regionales desarrollen planes y programas destinados a recuperar el concepto de paseo, comercio ordenado y paseo familiar de las zonas céntricas. Con ello impedir el creciente deterioro debido a la indefensión de vecinos y comerciantes que ven con lástima como las calles son tomadas por el comercio informal y delincuentes.

Antofagasta, como capital regional hace años que su casco histórico sufre del abandono de las autoridades, muchas de ellas la recorren a diario, pero no son capaces de dimensionar la constante lucha por recuperar la tranquilidad que desarrollan sus vecinos.

Durante el día, el comercio ambulante y la delincuencia que aprovecha esa situación se toman las veredas a vista y paciencia de todos. Y lo peor no aceptan las indicaciones a acatar el orden y a respetar las normativas vigentes.

Eso se ve en varias arterias céntricas y otros puntos conflictivos como la plaza Sotomayor donde las riñas, las incivilidades y la venta de droga son panoramas que se repiten a diario.

Los vecinos, trabajadores y la misma Cámara de Comercio ha manifestado en más de una ocasión que se debe hacer un programa de recuperación. Lamentablemente hasta hoy se desconoce si estas demandas ciudadanas han tenido eco, por lo pronto no se conoce de que se estén realizando esfuerzos en este sentido.

Y lo que ocurre en Antofagasta no es una situación particular en otras comunas de la región ocurre lo mismo. Por ejemplo, en Calama, la segunda más poblada, son las propias autoridades policiales que han reconocido un aumento en la comisión de delitos. Algo que preocupa, porque allí se concentra un alto número de personas en diversas actividades.

Es el momento que se realicen las coordinaciones y esfuerzos necesarios para que la tranquilidad vuelva a los cascos históricos de las comunas y con ello la vida familiar retome sus puntos de encuentro.

No sería malo repetir experiencias positivas como la de los "copamientos" que se utilizó en el barrio Meiggs u otras similares que sean de acción y resultados inmediatos. Sumado a ello lo que puedan hacer los jefes comunales y los mismos pobladores y comerciantes para complementar lo que hagan las autoridades policiales.

Los tiempos apremian porque si no se actúa con prontitud en el futuro será aún más difícil de resolver.

Todos somos parte de la economía circular

"La economía circular tiene justamente esta gracia, que todos podemos ser parte de la solución y crear conciencia de lo que consumimos".
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La semana pasada el Senado aprobó la adhesión de Chile al Acuerdo de Escazú. ¿Qué significa esto? Una vez que el Presidente lo promulgue, nuestro país y su agenda de sustentabilidad se enmarcará en el Acuerdo Regional a la Información, la Participación Pública y el Acceso a la Justicia en Asuntos Ambientales en América Latina y el Caribe. Es decir, Chile se compromete a la "creación y el fortalecimiento de las capacidades y la cooperación, contribuyendo a la protección del derecho de cada persona, de las generaciones presentes y futuras, a vivir en un medio ambiente sano y al desarrollo sostenible".

Además, en Chile ya entró en vigor la Ley REP (Responsabilidad Extendida al Productor) que tiene por objetivo disminuir la generación de residuos y fomentar su reutilización, reciclaje y otro tipo de valorización con el fin de proteger la salud de las personas y el medio ambiente, dándole cierto contexto de economía circular.

Y de economía circular sí que hemos estado oyendo en los últimos años. Esta idea ha permeado en muchos espacios de nuestra sociedad, desde aquellos relacionados al consumo y producción de bienes y servicios, a aquellos de las políticas públicas y en nuestros hogares. La economía circular no solo es una lógica de cuidado ambiental restrictiva, sino que va de la mano del desarrollo; genera un llamado a la acción para revisar los ciclos de vida de materiales y productos dejando atrás un modelo lineal de uso-consumo-desecho; es un llamado a pensar en nuevos modelos económicos con base a una visión sistémica y sostenible y a actuar desde estas bases por una transformación.

El Estado está tomando medidas para que la sustentabilidad y la economía circular sean una realidad que ayuden a cuidar el medioambiente y en eso nos entrega un marco regulatorio, mecanismos para actuar, pero la responsabilidad de mejorar las condiciones medioambientales está en nosotros, en cada uno de nosotros. Como personas naturales, organizaciones particulares. Debemos transformar nuestra cultura para contribuir a estos cambios.

La economía circular tiene justamente esta gracia, que todos podemos ser parte de la solución y crear conciencia de lo que consumimos. Desde las empresas y en nuestra vida personal necesitamos entender que todo desecho responde a un error de diseño y corresponde buscar corregirlo. No sólo fijarnos si los envases son reciclables, sino observar desde cómo se produce, cuál es el origen, hasta qué sucede con el desecho ¿se puede reutilizar? ¿se puede transformar en algo nuevo? Debemos hacernos ese tipo de preguntas, hacer seguimiento de los productos y servicios que consumimos para poder hacer elecciones compatibles con la sustentabilidad y lograr hacer este cambio.