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Bajas temperaturas en pandemia

El frío crea ambientes propicios para la proliferación de virus respiratorios y sólo el autocuidado ayuda a controlarlos. Esa experiencia enseña que ante escenarios complejos en los que este tipo de enfermedades pueden sufrir alzas se debe comunicar a la población para que tome los resguardos pertinentes.
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Las bajas temperaturas se han dejado sentir con fuerzas en las últimas semanas, de hecho estadísticas consignan que mayo fue uno de los meses más fríos de las últimas décadas a nivel nacional. Y es sabido que las bajas temperaturas conllevan una serie de inconvenientes en la salud de la población especialmente con la proliferación de enfermedades respiratorias las que pueden complicarse aún más con la presencia del covid-19, que sigue presente con un importante incremento en los contagios diarios.

Esta situación es la que tienen encendidas las alarmas en los sistemas sanitarios a la espera que se produzca un repunte en las afecciones respiratorias graves. Estas siempre han sido complicadas y antes de pandemia la influenza y neumonías cobraban vidas todos los años.

Los confinamientos y las medidas de autocuidado para frenar el covid fueron decisivas para limitar la circulación de este tipo de virus, los que hoy vuelven a contagiar debido a la mayor movilidad y a la flexibilización de las medidas de resguardo.

La preocupación ya está instalada en la red de salud y el llamado es a ser mucho más exigente en el autocuidado, precisamente por la llegada de los meses fríos y un escenario más favorable a los males que se transmiten a través del ambiente.

Las condiciones gélidas ayudan a que haya menos ventilación, salas con más personas y ello redunda en una mayor circulación viral que propicia aumento de personas contagiadas y de casos graves. Entonces la prevención debe ser aún más estricta para que la diseminación viral disminuya.

En pandemia quedó en evidencia que los sistemas sanitarios se resienten con el aumento en la cantidad de enfermos, principalmente de aquellos que requieren de algún tipo de asistencia con elementos externos para seguir con una correcta ventilación.

Esa experiencia enseña que ante escenarios complejos en los que este tipo de enfermedades pueden sufrir alzas se debe comunicar a la población para que tome los resguardos pertinentes. Los centros de salud no están preparados para soportar una oleada de personas enfermas graves, ni el recurso humano ni los equipamientos serán suficientes si no hay una conciencia de autocuidado.

Tenemos un virus, aunque menos agresivo, pero igualmente peligroso, al que se le suman otras patologías que suelen causar cuadros complejos e incluso la muerte en personas vulnerables. Sólo el autocuidado nos permitirá pasar sin zozobras este crudo invierno.

El alud de la agresividad

"Fue nuestra propuesta (año 2009) cuando en diálogo con los alumnos comprendimos que el mejor aprendizaje se da en las confianzas de convivencias responsables".
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Lo vemos rodar en varios acontecimientos sociales, y lo vemos con impotencia de abordarlo. Este alud no sólo se genera desde las cumbres de gobernanzas, sino también desde las llanuras sociales. Este alud nace desde las ambiciones humanas, como desde las rebeldías de quienes han llagado sus dignidades, de quienes se ven sin esperanzas de un buen vivir. La atmósfera social es un denso smog que nos impide "respirar" con normalidad.

Nuestro Mercurio de Antofagasta el 27 de Mayo 2022 en su primera página destacó: "Denuncias por mal trato entre estudiantes aumentan un 52%". Problema agudizado por ser entre estudiantes. Vamos al paroxismo cuando los malos tratos, las "invasiones" son entre humanos solamente.

Nuestra eminencia científica como lo fue el Dr. Humberto Maturana coronó su trayectoria con su obra póstuma "La Revolución Reflexiva", expone: " Hemos sido capaces de crear maravillas como el Internet, enviar sondas a Marte o de crear vacunas para derrotar pandemias, pero no hemos sido capaces de erradicar la lucha del hombre contra el hombre, ni abrirnos a un convivir amoroso" P 81

Oteando su primera premisa, plantea: "un cambio de psiquis es posible, pero requiere coraje, valor para atreverse a reflexionar y soltar las certidumbres de crear, saber y entender algo que no comprendemos".

Nuestro sistema educacional proveniente del Ministerio de Educación debe convocar a todos sus planteles educativos a jornadas de reflexión, una semana exclusiva por semestre para todos los agentes educativos que vivencien las consecuencias de las más diversas agresiones, como también sus causas. Es imposible salir de este macabro pantano sin reflexión. La conciencia de sufrir nos lleve a mirarse a sí mismo, a vernos como víctimas y victimarios. Del "tocar fondo" podremos renovarnos. Todas las informaciones de tragedias, de atropellos que causamos las vemos solo como espectadores. En la masificación de los problemas se ausentan las responsabilidades.

Los humanos hemos "exiliado" nuestra inteligencia espiritual. Preferentemente "usamos" la inteligencia racional, a lo sumo la inteligencia emocional. Reflexionarnos es flectarnos a nuestras profundidades, reconocernos las adherencias que hemos recibido en vida, las heridas, los resentimientos, cada cual sabe de sus rincones que penan. Reconciliarnos con nosotros mismos para entrar a la vida del nosotros, somos hojas del mismo árbol, nacimos para complementarnos, lo contrario es abortarnos…

Todas las ciencias, como el universo se mueven en torno a ejes, los humanos en unión a los tejidos de la naturaleza, tenemos la capacidad de reflexionar y redescubrir nuestros ejes que nos tejen: la verdad, el bien, la belleza, el bien común.

Fue nuestra propuesta (año 2009) cuando en diálogo con los alumnos comprendimos que el mejor aprendizaje se da en las confianzas de convivencias responsables. Humanizamos nuestra humanidad.

Tras la huella de Juan López

"La reconstrucción de la historia de nuestra región, a partir del trabajo de nuestros propios conciudadanos, refuerza y valoriza nuestra identidad".
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En el marco de las actividades conmemorativas al Día del Patrimonio, en la Biblioteca Regional se desarrolló el lanzamiento póstumo del libro "Tras la Huella de Juan López", del autor antofagastino Bernardo Tapia Pinto. Destacar la alta asistencia y el rescate de la antofagastinidad de la ceremonia; todo ello bajo la amena y didáctica conducción de María Canihuante, gestora cultura y cónyuge del autor, y el apoyo de Corporación Linterna de Papel de Andrés Sabella.

El libro constituirá lectura actualizada y obligada sobre Juan López, el "primer antofagastino" o "primer habitante que fundó su edificio".

La construcción de una verdadera identidad regional pasa y obliga un amplio conocimiento y difusión de los forjadores y constructores de la historia de cada uno de nuestros territorios, comunidades y poblados.

La obra proporciona nuevos e inéditos antecedentes respecto de los orígenes, vida y obras de Juan López, también conocido como "El Chango López"; recopilados luego un largo y metódico trabajo de investigación realizado por el autor desde diversas fuentes, tanto nacionales como extranjeras. Dudas e interrogantes aun persisten, correspondiendo a las nuevas generaciones tomar el relevo en la investigación y concretar nuevas aportaciones.

La reconstrucción de la historia de nuestra región, a partir del trabajo de nuestros propios conciudadanos, refuerza y valoriza nuestra identidad y, en este caso, nuestra antofagastinidad. La revalorización del conocimiento y presencia de Juan López entre nosotros facilitará un mejor entendimiento de nuestros origines, siempre marcados por la aventura, esfuerzo y muchas veces la mala fortuna de nuestros cateadores, pirquineros o enganchados; todos ellos forjadores de nuestra región costera, minera y altiplánica. La historia de Juan López es un buen ejemplo de dicho esfuerzo y sus desventuras.

Ya nos hemos referido también a los aportes realizados a nuestro territorio por extranjeros, muchas veces venidos desde los más lejanos rincones de nuestro planeta, habiendo optado muchos de ellos en afincarse y, en definitiva, terminar sus vidas en nuestra región señera.

Todo aquel variopinto ha definido nuestra identidad territorial, siendo responsabilidad de todos nosotros, y en especial de nuestras autoridades, el rescatar, valorar y difundir dicha histórica epopeya, generosa en enseñanzas sobre la fortaleza, tenacidad y profundo cariño por sus raíces y comunidades de los habitantes de nuestra región.

A Bernando Tapia Pinto le han precedido autores de la talla de Oscar Bermúdez Moral, Isaac Arce, Juan Panadés Vargas o el mismísimo Andrés Sabella, para la reconstitución de la huella dejada por Juan López en nuestra región, siendo el libro nueva motivación para seguir recopilando información respecto de nuestros forjadores.

La invitación está cursada, avancemos en la lectura de este ameno e interesante libro, redactado para facilitar su acceso a cualquier lector, sin con ello sacrificar su valor histórico y metodológico.