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El inicio y el ocaso

"Importante será observar si pasamos de discutir por una corbata y todos nos ponemos serios y atendemos lo verdaderamente relevante".
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Estanislao Leszczynsk fue dos veces Rey de los territorios que hoy conocemos como Ucrania y quizás por esa doble oportunidad de ejecutar el poder acuñó la frase "Para creer con certeza debemos empezar dudando". Si hablamos de ganas de creer sin duda debemos hablar del gobierno del Presidente Boric, la cantidad de votos que logró en las urnas y la gesta épica, enarbolada en la campaña hicieron a muchos "volver a creer".

¿Puede un gobierno tener un activo más importante que la credibilidad? Obviamente no. Sin embargo, un gran poder conlleva una mayor responsabilidad y aquí aparecen las primeras dudas sobre el manejo político del nuevo gobierno. A dos semanas de su llegada nuestra región (entre otras) no tienen todas sus autoridades designadas, en Calama lo padeció el delegado Miguel Ballesteros que en lo más álgido del frente de mal tiempo no tenía seremis de Educación, Salud, Obras Públicas etc. Parece contradictorio entonces que se pidan renuncias en el SII, la Dt, Suceso, Aduanas entre otras sin antes nombrar los cargos que debieron estar listos hace semanas. Claro, podemos entender que los partidos tampoco colaboran mucho y en vez de dar señales de estabilidad y consenso prefieren jugar a quien pesa más y al final todos caen "gordos".

Más allá de este alcance el nuevo Gobierno ha iniciado con el favor de la ciudadanía al menos así lo reflejan las encuestas en las que se instala la sensación de que "son nuevos tiempos". Importante será observar si pasamos de discutir por una corbata y todos nos ponemos serios y atendemos lo verdaderamente relevante. Como el avance del proceso constituyente que más allá de sus evidentes claroscuros debe ser la preocupación y principal compromiso de quienes nacimos o llegamos a este país.

Mientras unos viven el Inicio... Esta semana nos tocó observar el ocaso de una figura que independiente de la opinión ética que podamos tener de ella, es sin duda un unicornio desde la Comunicación y el Marketing Político. Karen Rojo termina su vida política (y posiblemente social) con ese toque mediático que la distinguió entre sus pares y le permitió incluso proyectar una carrera senatorial. A pesar de lo anterior, también quedará en la historia como el ejemplo de que la voluntad sin respaldos es inútil y que las aspiraciones sin dosis de realidad terminan mal, a veces muy mal y otras sentenciadas en tribunales.

Al final y paradójicamente Karen Rojo se transforma en el mejor ejemplo de la justicia chilena, esa justicia que como pocas veces condena con cárcel a un político comprobadamente culpable, pero que olvida asegurar un simple arraigo.

Así como la vida misma, la política nos muestra estos días el ciclo natural de la vida. Jóvenes impetuosos buscando dirigir sus ejércitos sin haber hecho el servicio militar, mientras los viejos se aferran a su vasta experiencia a un escenario, forma y estilo que ya no existe. Mientras otras toman un avión queriendo olvidar la oportunidad perdida y su deuda con la sociedad.

Las aristas del caso Karen Rojo

Si bien la sentencia de cárcel está ejecutoriada, la huida del país podría abrir nuevos recursos que detengan el proceso. Tiene instancias y su defensa, la actual u otra, deberá ejercerlas. Por lo pronto puede insistir que fue víctima de una persecución política y pida asilo o recurrir a una corte internacional por discriminación.
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Dentro de toda la maraña que envuelve el caso de la exalcaldesa de Antofagasta, Karen Rojo, falta lo habitual en este tipo de huidas, la versión de la protagonista, su defensa o sus más cercanos. Poco se sabe de en qué momento decidió irse del país, no acatar la sentencia judicial y cuáles serían los pasos a seguir a futuro.

Quienes la conocen no se extrañan de estos últimos hechos. Sabían que se sentía inocente y que todo lo sufrido en tribunales pasaba por una persecución política de sectores que no querían verla en cargos de elección popular por su nula identidad partidista y sus afanes de trabajar en solitario los temas locales.

Si bien su tendencia claramente era hacia la centroderecha, nunca trabajó en comunión con las colectividades de ese sector y su posición respecto a ciertas polémicas no siempre estuvieron a tono con los postulados de esa ala política.

Su carácter, aseguran quienes la conocen, le solía jugar una mala pasada y no era muy abierta a los acuerdos. De ello dan fe varios de sus excolaboradores que sucumbieron ante las discrepancias.

Esas características sumadas a su cercanía con la gente y sus afanes de sobresalir crearon un perfil que le hacía previsible que no aceptará ir a la cárcel a cumplir su pena.

Realidad que escapó de la visión del Ministerio Público al no solicitar la cautelar de arraigo. Esto posibilitó su huida al extranjero y poder barajar alternativas que definitivamente, y por la vía legal, impidan que la pena de presidio se cumpla.

Tiene instancias y su defensa, la actual u otra, deberá ejercerlas. Por lo pronto puede insistir que fue víctima de una persecución política y pida asilo.

También está la opción de recurrir a una corte internacional y bajo argumentos similares sumados a casos en los que no se terminó en cárcel (caso Penta) esgrima una discriminación judicial.

Son algunas de las acciones que están dentro de las posibilidades y que retardarían el cumplimiento de la pena de cárcel.

Resquicios que podrían haberse evitado si en su momento se hubiera reactivado la orden de arraigo nacional, porque no se puede olvidar que acá hubo un largo juicio que comprobó la comisión de un grave delito.

Ucrania y los músicos del Titanic

"En pocas palabras, asistimos al ocaso de la cultura occidental y de las estructuras que la fundaron".
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Revisando las redes sociales, me topo con variados comentarios de personas que dicen que no hay que considerar tanto lo que pasa en Ucrania porque acá tenemos sendas problemáticas mucho más importantes: el cambio de gobierno, la asamblea constituyente, la seguridad, la migración. Sin duda, todos temas que requieren atención pronta. Eso, si lo vemos en el contexto de hasta dónde nuestros ojos alcanzan a mirar, pero si usáramos unos lentes de mayor alcance, quizás podríamos advertir que no hay nada más urgente que atender lo que pase en Ucrania.

De partida, es un error creer que el conflicto está lejos y que por ello no nos afectará. Los efectos se verán en el corto plazo y en lo inmediato ya se están viendo en cuestiones económicas. Qué más inmediato que el valor récord del petróleo que termina afectando hasta lo más cotidiano de nuestras vidas. De haber una guerra de mayor magnitud, el escenario cambiaría drásticamente. Nunca antes la humanidad ha vivido un conflicto nuclear de gran escala o una guerra cibernética que puede hacer colapsar no solo los sistema de información, sino hasta el agua que sale por la llaves de las casas. Todo está irreversiblemente controlado por sistemas de computación compleja.

En este escenario, me parece que las personas que hacen el tipo de comentarios mencionados, no se dan cuenta el momento que vivimos. En pocas palabras, asistimos al ocaso de la cultura occidental y de las estructuras que la fundaron. Pese a ser un proceso que se venía desarrollando, toda guerra termina por acelerar los procesos de cambio que la diplomacia y le economía se esfuerzan por sostener. Pero ya lejos del momento de la diplomacia estamos, sin duda, en el atardecer del mundo que hemos conocido y en ese contexto, mientras trabajamos y tratamos de llevar una vida normal dentro de la guerra, la pandemia, la política interna y la crisis del medioambiente en parte somos como los músicos del Titanic. Tratamos de sostener una falsa normalidad, mientras el barco naufraga. Pero, no. No es normal esta guerra, no es normal el cambio del clima, ni la falta de agua, ni las grandes migraciones de personas a nivel mundial. No lo es. Urge para mantener en pie algunos de los cimientos del mundo conocido el que seamos capaces de levantar nuevas prioridades en nuestra forma de habitar el planeta. No pasará hoy ni mañana, pero hay que comenzar a pensarlo ya, y eso si que me parece un asunto de real urgencia. Quizás es tiempo de mirar nuevamente siglos atrás para retomar seriamente aquello que fue la preocupación de los griegos cuando inventaron la democracia: un mundo de verdad, justicia y belleza en perfectas e iguales proporciones.

Pedro Salinas Quintana

Académico Facultad de Ciencias de la Salud UCEN