Denuncian insalubridad en la playa ubicada debajo del Terminal de Buses
CIUDAD. El sector, donde se practican deportes de agua, se ha visto afectado por la presencia de rucos, entre otros problemas. La inseguridad es permanente durante la noche.
En el semáforo, entre las calles Víctor Jara con Pérez Zujovic, se puede ganar alrededor de 50 mil pesos al día. Lo saben quienes viven, en carpas, al costado izquierdo de las instalaciones del Club Budeo. Es un grupo de alrededor de seis personas, todos adultos, cantidad que varía según el momento. Llevan meses en el lugar. No se quieren mover.
Es habitual el tránsito de personas desde el terminal de buses, ubicado dos cuadras más arriba, hacia la playa. A veces, son bolivianos que descienden a conocer el océano Pacífico. Se quedan por un rato a contemplar. Comen. La costanera también se transformó en lugar de paso y estancia para los migrantes venezolanos. Justamente, a mediodía de ayer, un grupo estaba apostado bajo la sombra de la choza, que ocupan deportistas que practican bodyboard. Llevaban un mes de viaje, pero vamos por parte.
El cuadro lo cierran los rucos, ubicados de manera dispersa a los costados de la playa "Las Petroleras", hasta el sector Los Pinares.
En la noche la situación se complejiza. La falta de luminaria genera la sensación de inseguridad. El microtráfico de drogas ladra. Mientras, los buses interurbanos suben y bajan por la calle Víctor Jara. Han sucedido situaciones extraordinarias, detalla Arturo Soto, fundador del Club Budeo, como hallar restos de envoltorios de ovoides en la arena de la playa. Soto, quien le viene tomando el pulso al sector hace al menos dos años, a través del club deportivo -entidad que ha sido destacada por su labor social-, reconoce sentirse preocupado por el estado de desamparo de las playas, pues los dilemas han ido in crescendo durante este verano. El fin de semana, Soto, a través de sus redes sociales, publicó unas fotos donde evidenciaba los problemas de insalubridad del sector, que han afectado a las instalaciones de Budeo.
"Mi crítica es al ninguneo que existe por el borde costero de Antofagasta. La migración profundizó este problema; lo hizo más visible. En el caso de la migración, soy consciente del tema. Conozco muchas historias en este sector. Pasé el Año Nuevo con niños migrantes. Les traje una cena. Entiendo la situación. Pero, hemos estado por mucho tiempo limpiando todos los días la basura; las fecas y el orín. Fue demasiado. Llegué a la playa y la encontramos toda sucia, y antes habíamos hecho una limpieza. No sólo había basura dejada por migrantes, si no de personas que habían carreteado en la playa", sostuvo.
Impacto
En cuanto al tránsito de migrantes, Soto, dijo que éste ha impactado de manera evidente en sectores donde las personas practican deportes, como la Piedra del Lobo, el Muelle, de la Punta o Budeo, entre otros. "Nos hemos visto choqueados principalmente porque hacen sus necesidades. Nosotros siempre tenemos ganas de ayudar, pero no podemos. No tenemos baños; porque no estamos conectado a la red. A eso me refiero, por el ninguneo con el borde costero desde las autoridades. Tal vez, nosotros podríamos ayudar con el baño a los migrantes, pero no lo tenemos", aseveró.
Como consecuencia de lo anterior, dijo que han aparecido ratones. "En general las personas están cocinando en las playas, haciendo rucos y ocupándolas como baños. Esto genera un impacto. Como estamos abajo del terminal de buses, llega mucha gente de distintas nacionalidades, cada una con sus costumbres. Algunos, después de comer, dejan toda la basura en la calle. Y esto lo digo desde la experiencia. A veces he llegado y me encuentro con cincuenta personas; con la playa llena de gente", dijo.
Soto afirmó que espera que la municipalidad, por ejemplo, se acerque a ellos con la idea de instalar basureros o quizás, mitigar el impacto que nosotros y la playa recibe, por la cercanía con el terminal de buses y por el tránsito de los migrantes.
Migrantes
Cuatro niños migrantes, tres mujeres y un hombre se acomodaban bajo la sombra de una choza ocupada por los chicos deportistas del bodyboard. Los niños no habían comido desde ayer (domingo), en el terminal de buses. Es mediodía. Rosa Villegas, que lleva un mes de viaje desde Caracas, afirma que el trayecto para los niños ha sido como un juego. Un día amanecen acá y el otro allá. Se divierten con lo mínimo, "por suerte", dice resignada. La cosa está difícil para los venezolanos en Chile, opina la otra mujer que no quiere afirmar su nombre. "Nos insultan". Ella aclara varias veces que quieren un trabajo, y surgir de la nada, "por el porvenir de los niños". Y que no les ganará el rechazo de los chilenos ni se dejarán amedrentar. "Nosotros no andamos pidiendo en la calle, ni nada. Yo hablo por mi grupo, no sé por los demás. Vine a trabajar", afirma.
Rosa Villegas explica que acamparon en el sector, porque no tienen dónde estar. "Íbamos a Santiago, pero nos quedamos sin pasajes y sin dinero. Estábamos durmiendo en el terminal, pero la seguridad de allí, nos insistió que no fuéramos. Luego llamaron a Carabineros. Por eso, nos vinimos a dormir aquí. Nosotros somos limpios. Tratamos de no ensuciar", aclara.
El problema de todos los días, dice, es conseguir para comer. "A veces no tenemos. Mi hijo mayor ya varias veces se ha puesto pálido del hambre, le duele la barriga. Ayer, por suerte, un señor de una camioneta nos regaló dos cajas de empanadas. Ahí la repartimos", asevera.