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Vida, fulgor y muerte de un ecologista en el fin del mundo

El periodista norteamericano Jonathan Franklin demoró tres años en armar una electrizante biografía sobre Douglas Tompkins. Son las luces y sombras del empresario que armó su vida en el sur y que falleció de hipotermia en las aguas de un lago.
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Jonathan Franklin llega en bicicleta a un café de Ñuñoa, en Santiago. Es un periodista de investigación norteamericano que escribe con base en Chile para The New York Times, The Boston Globe y The Guardian. Sus reportajes han sido también emitidos por la CBS 60 Minutes, A & E TV y la BBC. Vive en Chile desde 1996 y tiene siete hijas.

Cuenta que conoció a Douglas Tompkins cuando escribió sobre el empresario -que creó The North Face en los años 70- para las revistas GQ y Esquire. Luego de la trágica muerte del ecologista, que compró cientos de miles de hectáreas de bosques en el sur de Chile para conservación, lo retrató desde todos los ángulos posibles. En tres años entrevistó a 170 personas y reunió 5 mil páginas de transcripción. Fue así que reconstruyó la vida de un "niño bien", hijo de una familia de descendientes del Mayflower que murió en un accidente deportivo en el Lago General Carrera, tras fallarle una quilla en una de sus aventuras.

Tompkins -dice Franklin- se desenvolvió en plena época de agitación cultural. En su juventud era vecino de Steve Jobs y vivía en la misma calle de la 'City Lights', librería del poeta Lawrence Ferlinghetti.

"La revolución de los sesenta tiene que ver mucho con el LSD y con el verano del amor del 68. Tompkins estaba en el epicentro de todo eso, literalmente. Un amigo, Jann Wenner, le pedía invertir en una revista que se iba a llamar 'Rolling Stone'. Otro amigo estaba haciendo 'The endless summer', un documental fundamental de esos años. Estaba Janis Joplin muy cerca. Había una semilla de revolución cultural y valórica. Su actitud, cincuenta años después en Patagonia, tenía mucho de lo que pasó en San Francisco en los 70. Él estaba buscando hacer un edén con gente ecológica. Pero Tompkins no tenía nada de hippie, era una mente muy precisa: traspasó 400 mil hectáreas de parques nacionales al Estado de Chile", resume Franklin.

-Vendió The North Face por 50 mil dólares para irse de viaje con los amigos, también.

-A él nunca le gustó el negocio por el negocio, no amaba el dinero y The North Face era exitoso, pero él quería dirigir documentales, no estaba para vender ropa. Era muy práctico. Cuando se fue a hacer sus aventuras con Yvon Chouinard (fundador de Patagonia), se daban cuenta de lo malo que eran los equipamientos, pero él quería la aventura, no vender sacos de dormir.

-¿Cómo manejaba sus obsesiones?

-Lo guiaban y lo dejaban varado también. Era como un tipo que va en su auto, arranca el espejo retrovisor y lo tira por la ventana. Era muy bueno para avanzar, pero no veía si había gente en el camino.

-Tu planteas que Tompkins llegó a una cumbre (del capitalismo) y se dio cuenta que estaba en la equivocada…

-Lo que le pasó y lo hizo cambiar de mundo fue su visión de piloto. Como piloto le gustaba volar bajo, a mil pies. Amaba los lugares más bonitos del planeta: Antártica, Borneo, Zambia, Tíbet. Y visitando esos lugares, se dio cuenta que estaban siendo destruidos. Primero quería comprar bosques en Canadá, pero eran muy caros. Con 20 millones de dólares en Canadá podía comprar una miga y se dio cuenta que en Chile podía tener la panadería completa.

-¿Cómo fue su instalación en Chile?

-Un poco por casualidad. Él vino el 89 a subir una cumbre en el sur. En Puerto Montt, un gringo loco, Rick Klein, le habló de una gran visión de hacer parques y le mostró a Doug su proyecto. Le gustó tanto que le robó la idea completa. De una compró el fundo Riñihue, de unas 8 mil hectáreas y siempre decía que le costó lo mismo que un "condo" (departamento de dos habitaciones) en San Francisco. El bosque nativo lo querían para hacer chips, poner en barcos y que los japoneses hicieran papel bonito. Tompkins dejó todos los árboles intactos.

-¿Qué es lo que vio en Chile para hacer su proyecto?

-Que tiene, junto con Argentina, un programa de Parques Nacionales muy sólido. Todos los presidentes hicieron Parques Nacionales, ahí había buenas posibilidades de sobrevivir. Tenía mucha fe en la jurisdicción chilena.

-¿Cómo influyó su personalidad en la sociedad chilena?

-Le gustaba mucho el combate verbal, le gustaba la esgrima. Su personalidad era la de un gran deportista mezclado con un nerd y con la energía de cuatro personas. Trabajaba 16 horas diarias. Estaba seguro de que su visión del mundo era correcta y -tanto como Steve Jobs- era capaz de distorsionar el mundo a su gusto. Era bruto con sus comentarios, no se medía, pero era bastante honesto.

-Su muerte en un accidente de kayak en el Lago Carrera parece un mal chiste.

-No estoy de acuerdo, su muerte fue muy mala suerte. La gente no sabe que el Lago General Carrera es como el mar. El día que murió las olas eran de casi dos metros y el agua estaba a seis grados de temperatura. Era 8 de diciembre, día feriado. El equipo no se dio cuenta que venía una tormenta. Doug tomó su desayuno, salió en el kayak y a los 10 minutos el asunto se complicó. El grupo se asustó un poco, pero decidieron avanzar un poco más. Tompkins también tuvo la mala suerte de que la quilla de su kayak estaba quebrada. Todo se puso peligroso muy rápido, con vientos de unos 60 km/hr. Se dieron vuelta. Estaba con ropa muy inadecuada, como para ir a caminar a un parque. Sus amigos piensan que con una cuerda podían rescatarlo, pero la corriente lo chupó. Salieron dos kayaks al rescate, pero remando a contracorriente era imposible sacarlo. Muy lentamente se congeló. Un piloto de helicóptero, Alejandro Maino, casi le salva la vida, pero estuvo en el agua casi dos horas y cuando llegó al hospital de Coyhaique su temperatura era de 23 grados… Fue una gran tormenta ese día. Olas de 2 metros en un kayak es muy complicado. Él había sorteado la muerte muchas veces escalando, en avioneta, entonces creo que estaba destinado a algo muy dramático. Douglas Tompkins no iba a morir en una casa de ancianos.

Douglas Tompkins junto integrantes de sea shepherd, sociedad de conservación de la fauna marina.


"Una idea salvaje"

Jonathan Franklin

Editorial Paidós

312 páginas

Por Franco Fasola

"Salieron dos kayaks al rescate, pero remando a contracorriente

era imposible sacarlo. Muy lentamente se congeló".

eric cheng