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Brecha de género, autonomía económica y emprendimiento

Paula Valverde Norambuena directora de Endeavor y gerenta general Grupo Limonada
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La autonomía económica de las mujeres, que es la capacidad de generar ingresos y recursos propios, se ha definido -entre otros- como uno de los ejes centrales para avanzar en igualdad de género, garantizar derechos y lograr una mayor justicia social. Pero no sólo eso, sino que también es vital para evitar la vulnerabilidad de una familia completa, para que las economías de los países crezcan y para la prevención y eliminación de la violencia contra las mujeres.

Me parece clave hablar de este tema, considerando que en 2020, producto de la pandemia, se registró una contundente salida de mujeres de la fuerza laboral, quienes, por tener que atender las demandas de cuidados en sus hogares, en muchos casos no retomaron la búsqueda de empleo. Todo esto en un contexto en el que persiste la discriminación salarial.

La ecuación es simple: cuanto menos autonomía económica, habrá más desigualdad y violencia contra la mujer. Sin ir más lejos, según datos del Ministerio de la Mujer y la Equidad de Género, durante 2021 se registraron 44 femicidios consumados y 163 frustrados, lo que implica un aumento respecto de lo registrado el año anterior.

Y si bien en materia de autonomía económica se ha ido avanzando, siguen vigentes retos. La igualdad salarial, el fin de la discriminación en el mercado laboral y la erradicación de las desigualdades en ámbitos tanto de las esferas pública y privada son una condición del desarrollo sostenible y para que las mujeres puedan contar con la capacidad y con condiciones concretas para tomar libremente las decisiones que afectan sus vidas.

¿Cómo impulsar y lograr una mayor autonomía económica en las mujeres? Son varios los caminos. Una de las maneras más efectiva para garantizarla es promover su acceso al trabajo en igualdad de condiciones. Pero también, de la mano del emprendimiento, que representa una vía para que miles de mujeres puedan generar ingresos propios para ellas y sus familias y de esa forma puedan desarrollarse integralmente, conciliando las responsabilidades de cuidado y el trabajo. Pero es importante una red de apoyo, porque sin ella, es muy difícil emprender con éxito.

Hoy, existen las herramientas para emprender, para que las mujeres escalen sus negocios y que puedan llegar cuán lejos ellas decidan. Pero es necesario reforzar el apoyo que reciben las mujeres en el camino del emprendimiento, con mayores programas de capacitación y financiamiento. Uno de los obstáculos en nuestro país es que si una mujer casada en régimen de sociedad conyugal crea una sociedad o empresa nueva, debe acreditar que está actuando en virtud de su patrimonio reservado, de lo contrario será el marido quién tendrá que autorizarla para emprender. Por eso, una buena noticia es la reforma al régimen de sociedad conyugal que se está discutiendo en el Parlamento.

Es claro que a través de una promoción de la autonomía económica de las mujeres podremos avanzar como país, en la igualdad de género, la erradicación de la pobreza y el crecimiento económico inclusivo.

"Hoy, existen las herramientas para emprender, para que las mujeres escalen sus negocios (...) Pero es necesario reforzar el apoyo que reciben las mujeres en el camino del emprendimiento, con mayores programas de capacitación y financiamiento".

Estado huérfano

Dra. Francis Espinoza F. Académica UCN
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El 07 de febrero de 1992 fue firmado el Tratado de Maastricht. Hace treinta años, este acuerdo creó la 'Unión Europea' de hoy, y representa el mayor texto transformador sobre la integración europea desde el Tratado de Roma en 1958. A medida que las barreras internas comenzaron a caer, se levantaron nuevos muros y políticas entre Europa y el resto del mundo. Se celebró este evento en el European Institute de la London School of Economics (LSE) a través de una profunda discusión sobre ¿cómo afectó el tratado de Maastricht a la migración a través y hacia Europa?, y ¿cómo se han desarrollado las políticas migratorias en la actualidad? (30 Years of EU Migration and Asylum Policies: success or failure?, 14/02/2022).

En Chile, la semana pasada se publicó la Ley de Migraciones, en medio de la crisis migratoria del norte de nuestro país que culminó con un joven camionero muerto (Byron Castillo) a mano de tres migrantes. Hubo que llegar al punto de sacrificar una vida humana para entender que este estado de desgobierno tarde o temprano mostraría graves consecuencias de una dupla temática peligrosa: migración e inseguridad ciudadana. Podríamos concordar en las dos lecturas que hace el opinólogo Carlos Peña: una visión humanitaria y del derecho de todo/a migrante de "escapar de regímenes autoritarios y sociedades empobrecidas" ("Virtudes y Defectos de la Migración", El Mercurio de Antofagasta, 16/02/2022); y una mirada opuesta que plantea el control riguroso y el cierre total de fronteras a un éxodo no selectivo.

Particularmente, me parece que reducir las temáticas migratorias a estas dos miradas es sacarle la responsabilidad a un Estado fallido y huérfano de una gobernanza inteligente sobre una problemática global que tarde o temprano nos golpearía, pues ha tenido su precio ser el sueño sudamericano. La experiencia internacional nos dice otra cosa. Una buena lección nos dio Colombia al abrir las fronteras al pueblo venezolano e inspirar al mundo (Deutsche Welle, 09/02/2021). Por ejemplo, el Aeropuerto de Tempelhof, pasó de ser un ícono de Berlín a un campo de refugiados/as (ABC, 30/04/2018).

Europa en 2015 debió enfrentar también una profunda crisis humanitaria y política debido al conflicto con Siria. La corresponsal de la BBC en Berlín, Jenny Hill, cuenta que "…una multitud los recibió con carteles pintados a mano y regalos para las personas que bajaban exhaustas de los trenes. Estallaron en aplausos y vítores espontáneos. Fue un momento extraordinario" (BBC, 02/09/2020). Si bien esta crisis todavía está latente allá ("La inmigración irregular en Europa, un arma arrojadiza en Europa", El País, 08/10/2021). Sin embargo, los/as europeos/as con una gobernanza madura y a través de la sociedad civil y sus redes de organización han ido 'parchando' de manera más bien improvisada la brecha entre la normativa de la Unión Europea y la política más bien realista de la mayoría de los gobiernos de los estados miembros.

Nuestra propia crisis migratoria que ha tenido varias olas igual que la Pandemia del Covid-19, pero ya es una crisis humanitaria y política. Desde una perspectiva internacional, Cúcuta (y no la caricatura que señala el ministro del Interior, Rodrigo Delgado) y Prosur fue el momento de generar un liderazgo regional por parte del Presidente Sebastián Piñera y, al menos, proponer una proyección de cuoteo entre los diversos países de América Latina como lo hizo la Unión Europea en 2018.

Desde las políticas domésticas y la seguridad nacional, Chile debe tener un servicio de inteligencia del más alto nivel y una coordinación de excelencia con las policías internacionales de la región para rastrear a quien entra o sale del país y cartografiar los carteles de narcotráfico y trata de personas. Con esto no bastan las policías, el ejército debe ayudar en estas pesquisas, resguardar los pasos no habilitados y contribuir con la instalación de albergues temporales y tiendas de campaña. Desde lo regional-local, debe haber una mejor articulación de actores entre gobernador, delegado presidencial y alcalde. Ya basta de populismos, de mensajes edilicios de condolencias y pensiones escasamente reparatorias de una vida humana, y del "lloriqueo" esperando la ayuda nacional que no llega o arriba tarde. Se requiere una coordinación además con el tejido social, y políticas de multiculturalidad que no vean al/la migrante como una amenaza, sino como alguien que nos ayudará en un futuro. La política de la 'vista gorda' hacer ver un 'Estado huérfano' sólo como un juego virtual, y no una realidad que estamos viviendo actualmente con la falta de liderazgo, el abandono institucional y los gabinetes políticos con sus autoridades de vacaciones.

"Desde las políticas domésticas y la seguridad nacional, Chile debe tener un servicio de inteligencia del más alto nivel y una coordinación de excelencia con las policías internacionales de la región para rastrear a quien entra o sale del país y cartografiar los carteles de narcotráfico y trata de personas".