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Compañía ofrece vuelos para vivir la gravedad cero, igual que en el espacio

AERONÁUTICA. Ya no se necesita ser astronauta para flotar en el aire a bordo de un Boeing 727 modificado para este objetivo. El primer viaje del G-Force One será este fin de semana. Por ahora el pasaje es caro, pero no inalcanzable.
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Agencias

Una compañía estadounidense ofrece a los astronautas frustrados y a los aspirantes a turistas espaciales sin las fortunas de Jeff Bezos o Richard Branson la oportunidad de experimentar la gravedad cero en vuelos a bordo de un Boeing 727 modificado con ese fin.

Un total de 28 personas van a experimentar intervalos de hasta 30 segundos de gravedad cero en el que será el primer vuelo de la firma Zero-G desde Miami, que con todos los cupos vendidos tiene previsto despegar el próximo 29 de enero desde el aeropuerto ejecutivo de Opa Locka.

La nave sobrepasará los 9.150 metros de altitud.

"Volamos a la misma altitud de cualquier otro avión comercial, y de hecho embarcamos en un aeropuerto y (los pasajeros) pasan por controles de seguridad, pero la gran diferencia es que en un vuelo convencional no experimentas la gravedad cero y con nosotros sí", explicó a la agencia Efe la directora comercial de la compañía, Noelle Pearson.

En el denominado G-Force One, los pasajeros inician el vuelo sentados en la parte trasera y tienen toda la cabina del pasaje para flotar durante las hasta 15 parábolas (desplazamientos arriba y abajo) que hacen sentir el efecto de ingravidez "tal como si estuvieras en el espacio", según dicen algunos exastronautas que han volado en el avión.

A lo largo de las cinco horas de duración del vuelo, los pasajeros ataviados con trajes espaciales azules experimentan un total de siete a ocho minutos de ingravidez por la "módica" suma de 8.200 dólares, más 5 % de impuestos.

Accesible para todos

"Zero-G definitivamente encaja en el campo del turismo espacial, en la medida en que estamos tratando de hacer el espacio más accesible para todos", manifestó Pearson.

El precio de los tickets de Zero-G se ubican en una órbita bastante inferior a los de compañías como Virgin Galactic, del británico Richard Branson, y Blue Origin, del fundador de Amazon, el estadounidense, Jeff Bezos, dos multimillonarios que se dieron el gusto de hacer turismo espacial en 2021.

De acuerdo a algunos medios especializados, Virgin Galactic, que con su nave Unity llegó hasta unos 80 kilómetros de altura, es decir a las "fronteras" del espacio exterior, cobra a cada pasajero unos 450.000 dólares por viaje

En julio pasado, un comprador anónimo desembolsó 28 millones de dólares por estar en el vuelo inaugural del New Shepard junto a Bezos, llegó a unos 100 kilómetros de altura, donde algunos científicos consideran está la división entre la atmósfera terrestre y el espacio exterior.

Por su parte, el multimillonario Jared Isaacman, el comandante de la misión Inspiration4, cubrió en 2021 todos los gastos de la que hasta ahora es la primera misión espacial completamente civil de la historia, cuyo monto no ha trascendido, pero se presume que es de decenas de millones de dólares.

Los amantes del espacio con presupuestos más cortos contarán a partir de 2024 con la "cápsula estratosférica" de la estadounidense World View, con sede en Arizona, que ofrece vuelos hasta los 30.000 metros de altura por unos 50.000 dólares, según la web de la compañía.

De esta manera ya no sea necesario ser un astronauta para ir al espacio, como recalcó la ejecutiva de Zero-G, compañía que realizó un viaje de entrenamiento con los cuatro tripulantes de la Inspiration4 y otros con algunos de los que han viajado con Blue Origin.

"Es emocionante que Zero-G sea parte de todo esto", subrayó Pearson.

Con operaciones iniciadas en 2004, que abarcan también vuelos de investigaciones que posteriormente se realizarán en la Estación Espacial Internacional (EEI), así como producciones para cine y televisión, Zero-G no descarta volar más allá de la atmósfera terrestre, pero por ahora la mira está en aumentar su flota con por lo menos tres aviones.

9.150 metros es la altitud que sobrepasará el avión en sus viajes con turistas, "a la misma altitud que otro avión comercial", dicen.

28 personas serán las primeras en experimentar intervalos de hasta 30 segundos de gravedad cero este sábado.

Los chimpancés necesitan aprender de otros los comportamientos complejos

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Los chimpancés no saben automáticamente qué hacer cuando se encuentran con nueces y piedras, sino que necesitan aprender de otros compañeros comportamientos complejos -como partir una nuez-, según un nuevo estudio.

Los resultados de los experimentos de campo liderados por científicos de la Universidad de Zúrich, Suiza, se publican en la revista "Nature Human Behaviour" y los autores constatan que la cultura de los chimpancés "es más parecida a la humana de lo que se suele suponer".

Los humanos tienen una cultura compleja que les permite copiar comportamientos de otros y, como tal, la cultura humana es acumulativa: las habilidades y tecnologías se acumulan a lo largo de las generaciones y se vuelven cada vez más eficientes o complejas.

Según hipótesis antropológicas, los chimpancés no aprenden de este modo, sino que pueden reinventar comportamientos culturales de forma individual.

Sin embargo, los investigadores de la Universidad de Zúrich creen que esto no es así. Para demostrarlo, la profesora del departamento de Antropología Kathelijne Koops realizó una serie de experimentos de campo en el monte Nimba, Guinea.

La primatóloga investigó si los chimpancés salvajes pueden, de hecho, inventar un comportamiento complejo como romper nueces de forma independiente y para ello se les presentó una serie de cuatro pruebas.

En primer lugar, se les mostraron nueces de aceite de palma y piedras, y a continuación los investigadores añadieron un fruto al montaje.

En el tercer experimento, se abrieron las nueces y se colocaron encima de las piedras, y por último se presentó a los chimpancés otra especie de nuez más fácil de romper (Coula) junto con piedras.

Los chimpancés exploraron las nueces y las piedras, pero no rompieron ninguna nuez, incluso después de más de un año de exposición a los materiales.

Un total de 35 grupos (o subgrupos) de chimpancés visitaron los experimentos, de los cuales 11 estudiaron detenidamente los elementos.

Según las observaciones, los chimpancés eran más propensos a explorar los experimentos cuando los visitaban en grupos más grandes.

Solo se registró a una chimpancé hembra comiendo del fruto puesto por los investigadores, pero en ninguna ocasión los animales rompieron o comieron las nueces de palma o de Coula.

"Nuestros hallazgos sugieren que los chimpancés adquieren comportamientos culturales más parecidos a los de los humanos y no inventan simplemente un comportamiento complejo de uso de herramientas como el de cascar nueces por su cuenta", detalla Koops.

La presencia de un modelo del que aprender parece ser la pieza que falta, añade la científica: "Nuestros hallazgos sobre los chimpancés salvajes, nuestros parientes vivos más cercanos, ayudan a arrojar luz sobre qué es (y qué no es) lo que hace que la cultura humana sea única".

En concreto, "sugieren una mayor continuidad entre la evolución cultural de los chimpancés y la de los humanos de lo que se supone, y que la capacidad humana para la cultura acumulativa puede tener un origen evolutivo compartido con los chimpancés".

Los precursores

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La compañía Zero-G indica que la demanda de vuelos de turismo espacial se disparó a partir de la carrera entre Branson y Bezos por ver quien volaba primero (Virgin) y más alto (Blue Origin). Una "carrera de millonarios", como algunos medios la calificaron, que tiene su antecedente en otro millonario, el empresario estadounidense Dennis Tito, que en 2001 pagó unos 20 millones de dólares para abordar una nave rusa Soyuz y pasar siete días orbitando la Tierra dentro de la EEI. A Tito le siguieron el también millonario sudafricano Mark Shuttleworth, en 2002, y el empresario estadounidense Gregory Olsen, en 2005, mientras que la estadounidense de origen iraní Anousheh Ansari se convirtió en septiembre de 2006 en la cuarta turista espacial, o "participante de un vuelo espacial", y al mismo en la primera mujer que pagó por un vuelo orbital.