El obligado recambio político
La centroderecha analiza las causas de la derrota electora en las presidenciales, aunque saben que les faltó sintonizar más con el electorado. Se pueden mantener ideologías, convicciones y modelos, no obstante, si se quiere gobernar debe existir una apertura hacia los tiempos que se viven y cómo respondemos a ellos.
No es misterio que los partidos y coaliciones que perdieron en la contienda electoral presidencial recién están asimilando los efectos de lo que fue un duro golpe. Es como cuando los boxeadores están en la cuenta de protección y se esperan reponer, pero saben que la arremetida de su contrincante será aún más demoledora y tratan de ver qué pueden hacer para no terminar en la lona.
El símil puede ser exagerado pero se acerca a lo que ocurre en la derecha y centroderecha chilena después de la debacle en segunda vuelta. Y los primeros análisis hablan de una falta de sintonía con lo que está ocurriendo en el país, las que no partieron con el estallido de octubre de 2019, sino que vienen gestándose hace años sin ser atendidas.
Las ideas y aspiraciones se venían gestando hace décadas. La revolución pingüina de 2006 anticipó que las nuevas generaciones, tenían sus propias banderas de lucha y estaban dispuestas a desafiar al poder establecido.
Muchos lo vieron como caprichos de adolescentes, pero fueron la semilla que en poco más de una década germinó y se enfrentó al establishment con fuerza y exigió cambios que empezamos a experimentar. Uno de ellos la nueva Constitución que está en pleno proceso con los constituyentes instalados y trabajando en lo encomendado.
Y esos cambios de paradigmas se ratificaron en la elección presidencial. Si bien en primera vuelta sorprendió la votación del republicano José Antonio Kast, abanderado de los sectores más conservadores, en segunda vuelta el triunfo de Gabriel Boric fue inapelable y estuvo impulsado por los jóvenes y las mujeres, precisamente los sectores que se han sentido históricamente postergados.
Allí están los mensajes del electorado y de un alto porcentaje de la comunidad que exige una evolución para alcanzar una sociedad más justa y con menos brecha entre los que más tienen y los que no.
Se pueden mantener ideologías, convicciones y modelos, no obstante, si se quiere gobernar debe existir una apertura hacia los tiempos que se viven y cómo respondemos a ellos. Así es la historia de la humanidad que ha vivido muchas veces estos procesos unos más traumáticos que otros.