Nacimientos de madres extranjeras
Cada vez son más los nuevos antofagastinos cuyas madres no son chilenas y provienen de familias migrantes. La última estadística indica que son cerca de un tercio. "Los países industrializados han intentado resolver esta problemática con políticas en el campo social, salud, vivienda y educación. Lo mismo se debiera esperar en nuestro país".
Un aspecto interesante respecto a la demografía de nuestro país es la cantidad de nacimientos de madres extranjeras. Son estos datos, especialmente en el norte, los que reflejan el impacto que tiene y que seguirá teniendo el fenómeno migratorio en Chile.
Las cifras entregadas por el Instituto Nacional de Estadísticas (INE) indican que en la Región de Antofagasta casi un tercio de los nacimientos tuvieron madres extranjeras, encabezados por las progenitoras de nacionalidad boliviana, seguidas por colombianas y peruanas. Un número no menor y que pone en el tapete la importancia de los migrantes para que no disminuya la tasa de natalidad y su población envejezca.
De ese dato se pueden realizan un sinfín de análisis del impacto de contar con una población mayoritariamente adulta en los planos laborales, económicos y de desarrollo. Situación que han vivido países del llamado primer mundo y que han debido enfrentar con diversas políticas de Estado.
Chile ha tenido una disminución en su tasa de natalidad y por ello la llegada de familias extranjeras ha ayudado a que esos niveles no sigan con esa brusca curva descendente.
Sin duda que es un aporte que debiera entenderse como tal, entregando oportunidades a las familias extranjeras. Y, junto a ello, abriendo otros espectros para las chilenas, quienes hoy tienen más oportunidades anticonceptivas y desafíos distintos a la maternidad.
No se puede obviar que las condiciones económicas también influyen. Se oye con frecuencia en la comunidad que "tener un hijo resulta caro" o que la situación económica obliga a pensar dos y más veces "el agrandar la familia". Allí es donde el Estado debe fortalecer su labor en cuanto a la atención de los menores y entregar incentivos a las parejas que decidan tener más hijos.
Los países industrializados han intentado resolver esta problemática con políticas en el campo social, salud, vivienda y educación. Lo mismo se debiera esperar en nuestro país para estimular la fecundidad y reforzar a la familia, como núcleo fundamental de la sociedad.
Cuando miramos con desdén la llegada de migrantes no sólo debiéramos reflexionar su aporte en lo laboral, también se debe entender que contribuyen a formar familia y que ayudan al desarrollo armónico del país.