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ENTREVISTA. Elisa Loncón Antileo, presidenta de la Convención Constitucional :

"Yo siento que todos los días hay que defender lo que hemos ganado"

Hacerse cargo de la crisis de legitimidad, dotar de representación a la ciudadanía, avanzar en la democracia directa y transparencia, son algunos de los énfasis más destacados por la académica.
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Redacción

Las primeras y únicas aproximaciones que Elisa Loncón Antileo, la presidenta de la Convención Constitucional, tenía con Antofagasta, eran gracias a las novelas de Hernán Rivera Letelier, Antonio Skármeta y la poesía de Wilfredo Dorador.

Eso, hasta ayer, cuando la académica y lingüista llegó a la capital regional para realizar una cuenta pública en el Teatro Municipal y también cumplir con una serie de visitas que incluyeron los sectores de Bonilla y campamentos.

Nacida hace 58 años en Traiguén, Región de La Araucanía, tuvo siete hermanos de los cuales seis nacieron con el apoyo de una partera. Un ejemplo de las desafíos que la han acompañado desde su infancia, pero que hoy la han encumbrado a una posición con alta expectativa.

Esta misma semana el semanario inglés Financial Times -uno de los más prestigiosos del planeta- la reconoció como una de las 25 mujeres más influyentes del mundo este 2021.

"El trabajo de la Constituyente nos ha llevado a instalar discursos que son endémicos, los discursos de la gente que no ha estado en la toma de decisiones, porque debemos reconocer que somos muy distintos con muchas realidades diferentes. Debemos superar estos abandonos de la memoria y volver a poblarnos de sueños e ilusiones de bienestar, porque estamos condicionados como seres humanos y tenemos que ser coherentes con nuestras necesidades, tenemos que conectarnos con el otro. El problema fue que sólo le dimos poder a algunos para tomar todas las decisiones", apuntó.

El repaso

¿Dónde estaba usted el 18 de octubre de 2019. En que pensó cuando esto comenzó a desbordarse?

-Soy académica de la Universidad de Santiago que es una universidad donde han llegado muchos estudiantes de sectores postergados, y ese 18 de octubre estaba en la Universidad, hasta que debimos cerrar. Yo tenía que terminar un trabajo en Estación Central, pero ya estaba todo cerrado. Pero lo que me impactó fue el proceso previo, porque tenía estudiantes de magíster algunos de los cuales trabajaban en el Instituto Nacional y me relataban la intervención de la policía, que incluso andaba arriba de los techos y los estudiantes no podían estudiar así. Otro hecho que me impresionó fue ver a niñas pequeñas esperando el Metro para hacer las evasiones masivas. O sea, fue primero la acción de los niños y después de los adultos.

¿Después de dos años que cree que fue lo que hizo crisis en el país?

-Que las personas sentían de que no tenían representantes.

¿Cómo así?

-La democracia pactada. Donde los sectores políticos que se llamaron democráticos pactaron con el poder económico para mantener el silencio en cuestiones de derechos humanos, de las condiciones económicas, de los dineros públicos que se quedaban en las administraciones. Todo eso generó una crisis de representación, que se sumó a la crisis económica, la crisis hídrica y ambiental. Después de la dictadura, se confió en el proceso democrático, pero ellos, los que estaban a cargo, le dieron la espalda a la ciudadanía. Por eso "funaron" a los políticos, incluso a personas como Ricardo Lagos, quien siempre fue entendido como "el Presidente". Mucha gente se sintió traicionada.

¿Es una crisis de legitimidad?

-Sí.

¿A usted le hace sentido esa interpretación?

-Claro que sí porque es la realidad. Es una crisis de legitimidad, es económica y es cultural y encima llegó la crisis de salud con la pandemia, entonces no había salida.

El pueblo mapuche sufrió esto durante la historia porque nosotros no nos sentimos representados por este sistema político, nosotros no tomamos decisiones sino que siempre son otros. O sea, la representación de los derechos de los pueblos indígenas, en el poder político chileno, nunca ha estado instalado; en realidad estamos negados constitucionalmente. Esa falta de representación que tenía el pueblo mapuche se instaló también en la ciudadanía, por eso se fortaleció en el uso de una bandera común, que era la bandera mapuche. Ahí hubo un diálogo que antes no fue comprendido. A los mapuches se acusaba de terrorismo, pero sin contar los montajes que se hicieron. En la revuelta comenzaron a pedir perdón al pueblo mapuche por no haberle creído antes.

¿Esto es lo que muestra la diversidad de constituyentes que tenemos en la convención?

-Claro, la movilización en las calles provocó sinergia, comprensión, símbolos comunes. Curiosamente vienen de vuelta canciones como "El derecho de vivir en paz", de Víctor Jara; "El baile de los que sobran", de Los Prisioneros, cuestiones que creíamos que estaban superadas. Ahí uno se da cuenta de que muchos problemas no se resolvieron. Entonces la ciudadanía, con su movilización, instaló la demanda por cambiar la constitución y esa postura ciudadana, que nació en las calles, se consolidó con el plebiscito y los votos mostraron con fuerza que la ciudadanía no estaba conforme, incluyendo a los partidos. En la convención somos más de 100 las personas que somos independientes, sin partidos. Es cierto que alguno se vincularon con alguna coalición, pero son independientes.

¿Hasta ese momento que pasaba en usted en lo más íntimo?

-He pasado toda la vida vinculada al movimiento mapuche, vengo de una familia en la que se luchó por ese reconocimiento. Toda la vida he sabido que no hemos sido incorporados en el diálogo político del país y la democracia chilena siempre nos tutela vía partidos políticos, siempre aminorando la capacidad de tomar nuestras decisiones, con el objeto de apropiarse de los recursos naturales. Todos los gobiernos han maniobrado y avalado esa política.

El Estado de Chile no respetó los tratados con mi pueblo mapuche, los parlamentos que se hicieron con la República de Chile y España. Por ejemplo el Parlamento de Tapihue, de 1825, el cual explicitaba que se respetaría la soberanía del pueblo mapuche al sur del Río Biobío. Y eso fue vulnerado. Aquí hubo una palabra que no fue cumplida. Y las naciones tienen el legítimo derecho de decidir su propio destino.

Una de las cosas más interesantes de los convencionales es la diversidad de personas que la integran: pueblos originarios, paridad en sexo, orígenes distintos, identidades diferentes, hay mucha riqueza, es más cercana al Chile real, pero también están aquellos que dicen que esta diversidad inédita será difícil de gestionar para ponerse acuerdo en la construcción de una Constitución que represente, ojalá a todos.

-En la Convención habemos muchos académicos que estamos acostumbrados a lidiar con la diversidad. Como profesores siempre tenemos un objetivo, un programa y encausamos a los estudiantes a cumplir con ello y avanzamos con ellos. Así se van limando estas dificultades, porque entendemos que hay un interés común, eso está en nosotros, como académicos.

Esto lo hemos hecho entre todos, el pleno ha ido decidiendo su propia ruta. Es cierto que hemos tenido problemas que han podido debilitar el trabajo, pero estando conscientes del programa estamos obligados a avanzar. Hay una orgánica instalada, ordenada y con claridad.

Como presidenta yo no respondo a ninguna orgánica partidaria o poder constituido, no tengo un superior que me esté exigiendo algo. Es esa crianza, propia mapuche, comunitaria, colectiva.

En definitiva, hemos ido aprendiendo cómo construir esto y el vicepresidente Jaime Bassa ha sido un gran aporte para avanzar con un trabajo muy horizontal. La convención constitucional fue creada con la fuerza del pueblo, aunque haya mucha gente que aspiró a que esto fracasara.

¿Cree que ese riesgo aún lo tiene la convención? De que se deteriore su imagen pública…

-No se puede hablar con triunfalismo, vivimos tiempos muy delicados, con un proceso incierto donde nada está ganado. Yo siento que todos los días hay que defender lo que hemos ganado. Ese es el aprendizaje que tengo después de la revuelta como presidenta de la Convención.

"Vivimos momentos delicados y desde esa mirada la Convención Constitucional fue un logro de la ciudadanía para hacer cambios profundos en este país, porque la ciudadanía se dio cuenta de que nada iba a cambiar si no modificábamos el fondo".