Cambios Políticos
Dra. Francis Espinoza F. Académica UCN
Este domingo asistimos a uno de los procesos eleccionarios más significativos de la historia de nuestro país, el cual fue tildado por el candidato Sebastián Sichel en la Enade 2021 como "la elección más importante del siglo XXI" (La Tercera, 11/11/2021). Según el presidenciable, lo que estaría en juego sería una amenaza a nuestra democracia, producto de la violencia y el populismo. Si pensamos de esta manera, estaríamos hablando de dos conceptos propagandísticos que dan cuenta de una polarización peligrosa que estaría sufriendo nuestro país. En términos prácticos, si las desprestigiadas encuestas aciertan esta vez, la política estaría siendo jalada desde los extremos, situación que nos recordaría a otros tiempos y contextos en que Chile estaba abiertamente dividido entre derecha e izquierda, o entre momios/as y cabezas de piedra (o upelientos/as).
Si bien como dice el intelectual rumano Mircea Eliade, la historia experimenta mitos de eternos retornos (1957), el fenómeno de la polarización no es exclusivo de nuestro territorio. Según la periodista turca Ece Temelkuran en su libro Cómo perder un país. Los siete pasos de la democracia a la dictadura (2019), el mundo está experimentando una ola de populismos que se basan en la premisa 'divide para reinar'. Desgraciadamente las elites intelectuales (medios y academia) de democracias sanas se han percatado de esta situación demasiado tarde. Así, países como Turquía, República Checa, Hungría, Polonia, Brasil, entre otros, han generado gobiernos autocráticos y democracias dictatoriales que borran los avances en los derechos de la ciudadanía.
El diagnóstico al populismo estaría en el debilitamiento de las instituciones, el ataque a los medios de comunicación, la polarización de la sociedad a través del menosprecio de la gente que se opone a la ideología de turno y los resultados electorales en favor de candidaturas populistas (Steve Levitsky y Daniel Ziblatt, 2018). El populismo es ya el síntoma final de las crisis democráticas, pues como señala Anne Applebaum (2021), las democracias latinoamericanas son altamente asediadas por este cáncer que erosiona la institucionalidad hasta dejarla frágil. Lo más preocupante del ejercicio de gobiernos populistas nos dice Temelkuran es que se 'apernan' en el poder a través de la generación de redes políticas y de financiamiento económico que sostienen por décadas maniobras malsanas y corruptas de gobernanza. Para enfrentar estos peligros democráticos, se propone el desarrollo de capital social, y una sociedad civil muy profesional (Laurence Bherer y otros, 2017) y organizada que contribuya a fortalecer la musculatura de las infraestructuras democráticas (webinar Getting Past Partisanship and Polarization: Community Civic Infrastructure, 17/11/2021).
Mi concepción de estas votaciones es que nos jugamos 'tiempos de cambios'. El concepto de cambio es altamente utilizado en la historia internacional de la propaganda con la intencionalidad gatopartidista de que las cosas cambien para que nadie cambie (Giuseppe Tomasi di Lampedusa, 1958). En las teorías tradicionales del cambio político, éste es visto como parte de factores estructurales sociales y económicos, como una revolución (Mayo del 68) o un golpe de Estado. Sin embargo, en paradigmas más contemporáneos, el cambio obedecería a factores políticos particulares, subjetivos y cualitativos tales como liderazgos políticos, grado de estabilidad de las elites dominantes, relaciones de legitimidad eficiencia y eficacia en la gobernanza de políticas públicas. Sin duda, la Pandemia puso a prueba este tipo de metamorfosis en el gobierno actual y su coalición política. Desde una mirada sistémica, el desbalance de una de las variables tales como cultura, política, economía y derecho, moviliza a una sociedad a buscar transformaciones profundas W. Merkel, 1994).
El 10 de Octubre clamó en las calles una mayor justicia y cohesión social y trato digno por parte de las instituciones, por lo cual el desequilibrio societal era observado desde la política y la economía, cuyo target fue el derecho con la imperioso necesidad de acabar con la constitución pinochetista. Sin embargo, estas olas de transformaciones ya se veían observando antes del Estallido Social y se plasmaron explícitamente en éste que luego dio paso al acuerdo político, al plebiscito y al proceso constituyente.
¿Qué cambios observamos en estas elecciones entonces? No percibo un país polarizado, sino más bien una marea profunda de necesidad de mutaciones que se manifiestan en tres posturas dependiendo del espectro ideológico-político en que alguien se ubique: a.) un extremo que quiere cambios estructurales y rápidos, y que de seguro no logrará cumplir por el tiempo y la configuración política del parlamento, b) un centro que muestra cambios progresivos, pero con poca energía juvenil y con la premisa de "tu pasado te condena", y otro extremo que no quiere cambios, mantener el status quo y profundizar las brechas sociales con un neoliberalismo aún más brutal. Por ende, al ir a votar recuerde qué tipo de cambios y sueños de país quiere.
"El diagnóstico al populismo estaría en el debilitamiento de las instituciones, el ataque a los medios de comunicación, la polarización de la sociedad a través del menosprecio de la gente que se opone a la ideología de turno y los resultados electorales en favor de candidaturas populistas".