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Nueva institucionalidad, subsidios y pago oportuno: las propuestas hacia las pymes

DEBATE ASECH. Candidatos a la Moneda presentaron sus principales planes para la reactivación del emprendimiento.
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Tal como ocurrió en la víspera, donde cinco de los siete candidatos -al igual que ayer- concurrieron a la Universidad de Chile para debatir en temas de cultura, educación e innovación, este martes cinco aspirantes participaron del debate "Las pymes y el futuro de Chile", organizado por la Asociación de Emprendedores de Chile (Asech), el Foro de Emprendimiento Ciudadano (FECI) y el Instituto de la Pequeña Empresa y la Economía Social (IPEES). donde pudieron profundizar sobre emprendimiento y las pequeñas y medianas empresas.

Gabriel Boric, Yasna Provoste, José Antonio Kast, Sebastián Sichel y Marco Enríquez-Ominami fueron parte de la instancia, que permitió conocer las coincidencias y diferencias en los programas presidenciales con respecto a temas como reactivación, condonación de deudas y temas tributarios asociados.

En lo medular, los presidenciables coincidieron en la necesidad de potenciar el sector, y en particular nivelar la cancha entre las grandes y las pequeñas empresas, fomentando el cumplimiento de los pagos dentro de 30 días. La candidata Provoste, incluso, lo llamó un "DICOM de empresas" que cree un registro de impagos a las pymes.

A nivel de propuestas Sebastián Sichel (Chile Podemos Más) aseguró que "Chile es el país más emprendedor del mundo", comprometiéndose a que las pymes sigan siendo el motor de la economía. En esa línea, propuso subsidios de apoyo para contratación y emprendimiento; mayor consideración del Estado hacia las pymes como proveedoras ; exenciones tributarias territoriales. También planteó que la Fiscalía Nacional Económica (FNE) controle de oficio en mercados controlados.

Gabriel Boric (Apruebo Dignidad) comprometió un plan de rescate y un plan de reactivación económica; un plan de pago a cuatro meses del IVA; la creación de un Banco Nacional del Desarrollo enfocado en capacitación, entrega de capital y exenciones tributarias; sanciones a empresas que no paguen a 30 días y apoyo a las pymes en el aumento del sueldo mínimo a 500.000. "Queremos ser el Gobierno de las pymes", aseveró.

José Antonio Kast (Frente Social Cristiano) se enfocó en el "progreso" y la "paz", criticando la idea de subir impuestos al combustible a los camioneros y asegurando que una forma de apoyar al sector es reducir el Estado y no aprobar indultos Planteó impuesto cero a empresas de menos de 25 mil UF anuales; la creación de AtiendePyme, para la atención de las pymes.

Por su parte Yasna Provoste (Nuevo Pacto Social), además del Dicom de empresas, apuntó a rearticular la institucionalidad del sector (Corfo, Sercotec, Fosis); a dar garantías de "estabilidad, mayoría y diálogo" y a generar un "nuevo pacto social entre el Estado y las pymes", apoyando mayor capacitación y la ampliación del mercado.

Finalmente, Marco Enríquez (PRO) planteó sumarle tareas al Banco Central en materia de pymes y desconcentración económica; generar una política crediticia democrática y reorientar los apoyos estatales, a través de BancoEstado a los actores del sector, destinando mayores porcentajes del presupuesto del Estado a la revitalización de las pequeñas empresas."

Carlos Peña

Sinceridad y tontería

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El secretario general de Revolución Democrática dijo que en un eventual gobierno de Boric le "meterían inestabilidad al país" (sic). La frase no es, desde luego, muy bien estructurada; pero así y todo parece inequívoca.

Bastaron algunas reacciones en contra, y la aparición del temor, para que el mismo dirigente dijera haberse equivocado.

¿Se equivocó?

Lo más probable es que no, que haya dicho la verdad.

Y ello no porque -según su idiosincrásica expresión- le vayan a "meter inestabilidad" al país, sino porque parece obvio que, fuere cual fuere el gobierno, la inestabilidad parece inevitable. En realidad, y para entender mejor el problema, sería más riguroso hablar de contingencia. Aristóteles distinguía entre lo imposible (lo que no podría ocurrir), lo necesario (lo que inevitablemente ocurrirá) y lo contingente. Esto último equivaldría a aquello que puede ocurrir o no. Aristóteles sugiere que en el mundo natural abunda lo necesario o lo imposible; pero en el mundo social sobra lo contingente.

Y así es. Vivimos en un mundo, en principio, contingente: la vida humana individual o social está expuesta a circunstancias de variada índole, imprevisibles e incontrolables. Por eso los seres humanos se esmeran en disminuir la contingencia, en lograr que lo imprevisible disminuya, que el mundo y el acontecer sean previsibles, que los acontecimientos no nos sorprendan (para usar la frase bíblica) "como un ladrón en la noche". En tiempos que podrían llamarse normales (largos lapsos en que pocas cosas ocurren como fueron los últimos treinta años) la contingencia está disminuida al máximo. Y por eso no existe, o existe de manera muy tímida, la inestabilidad. El mundo social, al margen de su justicia o injusticia, mostraba pocos niveles de contingencia.

Y eso es justamente lo que de un tiempo a esta parte ha comenzado a aumentar: el mundo social ha perdido estabilidad y de pronto todo parece posible.

No se sabe cuáles son las reglas constitucionales (se sabe que las habrá; pero aún no es posible saber cuáles son); no se sabe quién gobernará (se sabe que habrá elecciones, pero no su resultado, ni cuánto durará este último puesto que las futuras reglas constitucionales podrían obligar a nuevas elecciones); tampoco se sabe cuándo acabará la pandemia (hay razones para pensar que declinará, pero no se sabe cuándo), y así. Pocas veces, si se mira hacia atrás, se había experimentado una contingencia mayor.

El problema del Chile contemporáneo es ese: la inestabilidad, la alta contingencia de la vida social, el hecho que nadie, o muy pocos, saben a qué atenerse.

Y la tarea de la política, y de los políticos, no es contribuir a que esa inestabilidad se incremente, sino que su tarea es la de disminuir esa inestabilidad o, si se prefiere, la de disminuir la contingencia, evitar que la sombra del futuro lo cubra todo. Saber a qué atenerse es quizá lo que las personas más anhelan. La experiencia muestra que los países y las sociedades son capaces de soportar la injusticia; pero lo que no pueden soportar es la contingencia, la inestabilidad. Y la virtud del político consiste en empujar el cambio social allí donde este es necesario; pero sin aumentar la contingencia de la vida.

Justo lo opuesto a lo que -con tanta sinceridad como tontería- dijo el secretario de Revolución Democrática.

Porque lo que Chile necesita hoy (incluso si se quiere empujar cambios) no es "meterle inestabilidad" (para repetir esa fea frase) sino al revés: estabilizar la vida social, disminuir la incertidumbre, hacer más predecible la convivencia.