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Las interpelaciones en los debates

Candidatos a la Presidencia han expuesto a sus oponentes a que respondan situaciones que suelen estar reñidas con lo que se espera de la más alta autoridad del país. Se han expuesto situaciones que atañan a quienes postulan a la Presidencia, como a sus familiares. Se interpela para conocer cómo enfrentan lo divulgado.
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La gran cantidad de debates con los candidatos a la presidencia, que hemos podido seguir a través de distintas plataformas, han dejado algunos aspectos dignos de destacar y que han sido parte de los enfrentamientos entre los postulantes al sillón presidencial.

Uno de ellos es que, unos más y otros menos tienen algo que ocultar o que les gustaría mantener al margen de la discusión. Principalmente aquellas que pueden ser cuestionadas desde la moralidad que debe tener un presidenciable.

Se han expuesto situaciones personales que atañan a quienes postulan a la Presidencia, como a sus familiares. Se interpela para que las verdades expuestas se asuman y para conocer cómo las enfrentan.

Esto último sirve de termómetro para el electorado, el que en su mayoría aún no tiene decidido su voto y este tipo de debates les sirve para formarse una opinión.

Lo verdaderamente importante e se sabrá luego del 21 de noviembre, cuando se conozcan los resultados de los sufragios. Allí se podrá evaluar si acciones o conductas desnudadas en los debates y en informes periodísticos influyen en el ganador.

Analistas, sociólogos y otros profesionales involucrados en el comportamiento social podrán decir cuán grave es para nuestra sociedad, representada en el segmento de votantes, algunos de los cuestionamientos exhibidos en los últimos días. Particularmente los relacionados con el financiamiento de las campañas, uso de información privilegiada o el aprovechamiento del aparataje estatal para fines individuales.

Los actuales sondeos entregan algunas luces. Candidaturas que estaban bien posicionadas han cedido terreno por las revelaciones de prensa. Se desconoce si el manejo de aquellas situaciones podrá revertir esa tendencia, o que el paso de los días los hará olvidar, o definitivamente provocará el descalabro de la postulación.

No obstante, la mirada final será tras el conteo de votos de la más probable segunda vuelta. Allí podremos saber cuánta importancia le damos a este tipo de situaciones.

No debemos olvidar que en un plano más reducido, pero igualmente importantes, alcaldes que se repostulan han sumado una altísima votación pese a estar investigados por delitos graves.

Esa es la incógnita que se resolverá cuando los votantes chilenos definan que presidente quieren.

Sobre el Maestro, esperanza y transformación social

"El Maestro es esperanza y pedagogía, es sujeto y objeto de transformación del mundo". Pablo Camus Galleguillos, Decano Facultad de Educación UA
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Celebramos el Día del Profesor desde la reflexión más profunda, desde el espacio de trasformación que el Maestro esculpe en cada momento, en cada pensamiento. Aquí, la apuesta del Maestro está en el otro, en ese otro que toma forma y emoción, en ese niño, joven y adulto que se marca en el horizonte.

Es en ese límite donde el profesor es protagonista de la transformación de nuestra sociedad. Su accionar se encamina a derrumbar murallas de injusticia, de esos aprendizajes que mal se distribuyen o acongojan a una sociedad diezmada por un desarrollo imaginario, cruel y a veces desesperanzador.

La pedagogía aparece como un vehículo para sueños que pueden ser posibles, que otra infancia puede brillar y terminar las pesadillas de la cotidianidad. El Maestro es esperanza y pedagogía, es sujeto y objeto de transformación del mundo, se encuentra en el centro del desarrollo de los pueblos, en el centro de las emociones y las expectativas de las personas.

En el Día del Profesor, evocamos la esperanza del proceso enseñanza y el aprendizaje. En este sentido, celebramos la práctica educativa como una aventura de revelación, una experiencia de desocultamiento de la verdad, diría Paulo Freire. Así, hoy lo encumbramos como el gran revelador y generador de la sustancia que entrega vida al progreso. ¡Vivan los profesores! y la tarea de "descubrir las posibilidades -cualesquiera sean los obstáculos- para la esperanza".

Es preciso honrar la labor constructora del profesorado. Destacar su servicio al otro, pero también su perspectiva autocrítica, su necesidad de disponerse al aprendizaje. Recordemos aquí la máxima: "educar es educarse", a propósito del filósofo Hans-Gerrg Gadamer y la conferencia que pronunció en 1999 en el Dietrich-Gymmnasium de Eppelheim, en el marco del ciclo "La educación en crisis": debemos pensar en cuál es el sentido de la educación y pensar que ésta es parte de la relación con el otro.

La educación es un proceso de educar, pero también de educarse. Si el Maestro es capaz de educarse con su estudiante, importante será su tarea de conocer y conocernos a partir de nuevos y viejos símbolos culturales que están presentes en nuestra sociedad.

Finalmente, queremos destacar que el derecho de niños, jóvenes y adultos de cumplir sus sueños, radica en que sus representaciones de la infancia tengan una plataforma de desarrollo donde puedan plantear sus desafíos y emprender nuevos conocimientos.

El Maestro en este punto se transforma en el articulador de esperanza y progreso. Hoy lo celebramos y reconocemos en un momento histórico para nuestro país y comunidad educativa.

Una vulgarización de la idea de democracia

"Reducir el mundo a una idea totalitaria horrorizará siempre a un entendimiento indispuesto para una tutela". Patricio Peña y Lillo, Integrante de la Sociedad Chilena de Filosofía Jurídica
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Sin duda que no es difícil impugnar los estados totalitarios de los que fuimos testigos en el siglo XX y que Henri-Levy en "La barbarie con rostro humano", dice ser el hijo natural de esa pareja diabólica: el fascismo y el estalinismo. Ciertamente que es fácil impugnar esas maquinarias del control total por instalar en la práctica el partido único y la nula libertad de expresión, entre otros derechos fundamentales ausentes en esos panópticos políticos. Pero así como no es difícil criticar desde una razón ilustrada estas formas desprestigiadas de las prácticas políticas, es complejo admitir que su antípoda, la democracia, cuando excede el ámbito de su forma jurídica que la define, también puede ser objeto de impugnación. Una examinación de la idea de democracia en la dirección indicada la encontramos en Ortega y Gasset en un artículo de 1915 titulado "Democracia morbosa", donde el filósofo desarrolla una tesis asociada a una idea que ilumina un sector acotado de la realidad que al operar más allá de su dominio, genera un elenco de extravagancias convirtiéndola en religión o en arte, en costumbre, o en un modo de vida. Ciertamente que esta unidad de sentido con características mórbidas, encuentra también su símil en aquellas ideas que encandilan a las masas e intentan permear un elenco importante de regiones de la realidad sin contra peso, como por ejemplo, en la contemporánea cancelación cultural del siglo XXI que se nutre de unas ideas que exceden el ámbito de su competencia y permiten instalar en estos días, algo así como un fascismo con rostro humano que dirige y fiscaliza lo que hay que decir o callar de acuerdo a lo que las mayorías instalan como lo deseable.

Asociado a lo anterior, Ortega y Gasset ilustra cuán extravagante puede ser una idea si ésta avanza más allá de su territorio con un experimento mental -dice el filósofo- "imagínese lo que sería un vegetariano en frenesí que aspire a mirar el mundo desde lo alto de su vegetarianismo culinario: en arte censuraría cuanto no fuese el paisaje hortelano; en economía nacional sería eminentemente agrícola; en religión no admitiría sino las arcaicas divinidades cereales (….) y como filósofo, se obstinaría en propagar una botánica trascendental." De este modo, reducir el mundo a una idea totalitaria horrorizará siempre a un entendimiento indispuesto para una tutela, un control y una censura en esa dirección.

Siguiendo a Ortega y Gasset, la democracia es esencialmente una forma jurídica incapaz de dar una orientación en otros campos que no sean los propios del derecho público. Así, toda interpretación democrática de un orden vital que no corresponda a dicho derecho, es una vulgarización de la idea de democracia como también ocurre con otras ideas aplicadas fuera del ámbito de su competencia, operando de este modo como dogmas en el trabajo, en las universidades y en las redes sociales, entre otros espacios de nuestro mundo contemporáneo.