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Venezolanos ya establecidos piden comprensión para sus compatriotas

MIGRACIÓN. Profesionales y emprendedores han vuelto Antofagasta su nueva tierra. Ahora ven cómo familias enteras de coterráneos cruzan el desierto huyendo de la pobreza.
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En alrededor de cinco años, Jorge Luis Lamus generó un emprendimiento que actualmente entrega veinte fuentes de trabajo a otros migrantes, todos con familias e hijos. Jorge Luis es venezolano, estudió contabilidad, es originario de Maracaibo, y arribó al país y a Antofagasta, en 2016. Primero trabajó en la importadora de un empresario chino como reponedor. Luego laboró en un restorán, donde aprendió el oficio, dice. Recuerda jornadas laborales en promedio de 14 horas y hasta 16 horas al día, "por el sacrificio de juntar dinero".

De esta manera, Lamus, juntó sus ahorros y emprendió con el restorán "Venezuela Libre", en calle Prat pasado Ossa, que expende con éxito comida venezolana y hasta "perros calientes" bien chilenos. Reconoce que la ha ido bien y puede vivir tranquilo, a pesar de los momentos complejos como el estallido social y la pandemia.

Lamus es parte de un grupo de migrantes que arribó a Antofagasta, antes de la crisis migratoria, y que se ha insertado en la sociedad como profesionales o en base a exitosos emprendimientos. Sin embargo, a todos los entrevistados en esta crónica, les resulta difícil, por los sentimientos que provoca, apreciar las pellejerías que pasan sus compatriotas en las rutas del Norte de Chile, y que es visible en el terminal de buses y las calles del centro de la ciudad.

"hijos de chávez"

"Dolor y tristeza", es lo que genera a Gian Carlo Luti, presidente de la Asociación Gremial de Food Truck de Antofagasta, apreciar esta ola de migrantes, especialmente al ver niños y ancianos.

"A cualquier lugar donde se llega, uno debe entrar por la puerta del frente, y salir por ésta. Y no entrar por la de atrás, como en este caso. Este tema duele porque son hermanos y coterráneos, pero los culpables están en Venezuela. Nadie se va de su país, si éste está bien. Nadie camina miles de kilómetros para cruzar un río, un desierto, y pasar miles de penurias para entrar a un país de manera ilegal. Tu país entonces está mal, para que suceden esas cosas", afirma.

Luti reconoce sentirse agradecido de Chile. Aquí se casó. Emprendió. "Sigo fuerte, a pesar del estallido social, y la pandemia. Lo que más agradezco de acá es la libertad de expresión. De que no me vayan a perseguir por decir estas palabras", afirma este emprendedor, quien llegó hace siete años a Antofagasta, donde contrajo matrimonio con la actual directora regional de Sernatur, la periodista Irina Salgado.

Aclaró qué como él, hay muchos venezolanos que llevan bastante tiempo en Antofagasta, trabajando en diferentes rubros. Y que de algún modo se han organizado para ayudar a sus compatriotas. "Quienes piden con los niños, yo los llamo los hijos de Chávez. La lástima genera dinero y están ganando de esa manera. A ellos se les ha ofrecido trabajo para que salieran de ahí, pero se siente cómodos dónde están. Hacen lo que están acostumbrados. Lo mismo hacían en el país. La gente no tiene que darles allá, y se vienen acá con el mismo plan de mendigar".

"es de vida o muerte"

"Da mucha compasión el ver lo que deben atravesar las familias venezolanas y en las condiciones que llegan. Al verlos, y entenderlos, hay que imaginar la magnitud del desastre en Venezuela, donde prefieren pasar todo esto, antes que quedarse en el país. Y eso me llama a la reflexión, cuando se tiene a juzgar y satanizar a las personas desde un entorno, como el que se tiene acá. Pongámonos en los zapatos de estas personas y comprendamos lo extremo de su decisión". La afirmación es del periodista Gabriel López, venezolano, quien ha desarrollado su carrera en medios locales como Antofagasta TV y en periodismo institucional.

López está radicado hace cuatro años en este país, que, a su juicio, "ofrece muchas oportunidades con sus carencias y particularidades. Uno como migrante debe respetar las leyes y reglas de cada país".

Gabriel López explica que Venezuela sostiene la inflación más alta y extensa de Sudamérica, en medio una crisis social que ha afectado a las personas. "Y eso empuja a la gente a salir, y no porque quiera conocer el mundo, si no por necesidad, porque es un tema de vida o muerte".

Para Jorge Luis Lamus, quienes migran no lo hacen de manera consciente; "lo hacen por la necesidad de escapar de una situación difícil donde hay escasez, no hay comida ni transporte. Reparar un artefacto allá es imposible. Así, más de un padre o una madre decide salir del país a toda costa.

"Arriban enfermos por todo lo que pasa en el camino. Es entendible desde lo humanitario, porque salen de un hueco sin luz".