Correo
Aniversario patrio
Hace 211 años, un acontecimiento capital en la historia de nuestra patria marcaba su devenir, sellando para siempre nuestro carácter de nación y república independiente e iniciándose un proceso mayor. El 18 de septiembre de 1810 se realizaba la primera Junta Nacional de Gobierno. El entonces Reino de Chile ratificaba su lealtad al Rey cautivo y, al mismo tiempo, manifestaba su capacidad de autogobierno y determinación, tomando las riendas de su destino forzado por el caos en Europa producto de las Guerras Napoleónicas y la necesidad de mantener un gobierno lejos de la metrópolis que estaba en caos.
La Junta Nacional de Gobierno, presidida por Mateo de Toro y Zambrano, no es un hecho más, es producto de una época de convulsión y complejidad, donde la Capitanía General tuvo que ser gobernada por el bien de sus habitantes. Este hecho dio paso a la conformación de un Ejército y a la conformación de una institucionalidad territorial, lo que dio origen al Congreso Nacional.
No conmemoramos una fecha cualquiera, es un hito fundamental para nuestra patria, nuestro pabellón y la historia, una conjunción de acciones que hoy nos dan sentido de todo lo que significa Chile.
Alicia Stipicic
Responsabilidad
Estas Fiestas Patrias solo dejarán recuerdos hermosos y gloriosos si festejamos con mucho cariño en cada hogar. Todos juntos, muy amigos nos abrazaremos, elevaremos nuestras copas con un buen vino tinto, conversaremos, siempre positivamente, sin rencor alguno. No conduciremos en estado de intemperancia, pasaremos las llaves a otro y evitaremos una tragedia.
Renato Norero V.
Identidad y memoria
Septiembre siempre colorea de blanco, azul y rojo las paredes de jardines infantiles y escuelas. ¿Cómo acercar a niños y niñas a las tradiciones? ¿Cómo vincularlos con el aprendizaje? ¿Cómo lograrlo sin caer en un ejercicio forzado, artificial e impuesto? ¿Cómo vivir las tradiciones y construir identidad? Respuestas puede haber muchas, pero me atrevo a decir que el desafío hoy es favorecer el diálogo, la memoria y las historias propias de cada familia.
Generemos espacios de comunicación y viaje en el tiempo, pero no solo en septiembre, sino cada día, en cada encuentro familiar escuchemos a nuestros abuelos, padres, tíos. Dialoguemos, compartamos recuerdos, imágenes, juegos, ilusiones, vivencias y emociones; hagamos vivo el concepto de tradición, nunca es tarde para construir nuevas tradiciones, identidades y realidades.
La escuela debe ser un espacio respetuoso y amoroso en que cada historia de vida sea escuchada y valorada, un espacio en que niños y niñas aprendan, compartan, conozcan y vivan la diversidad de formas de entenderse, construyendo memoria y sus propios significados de patria.
Somos tradición hecha vida, de esa que se construye cada día en las calles, en los juegos, en los nuevos sabores, colores, leyendas y sonidos que hoy nos acompañan; la diversidad se enriquece con el encuentro de culturas, no con la negación de otras realidades, no desde el odio o competencia, sino desde el encuentro que nos permite construir identidad, recordar lo que amamos y valorar lo construido.
Sandra Urra Águila Directora de Educación Parvularia y Psicopedagogía Universidad Andrés Bello
Cobardía y engaño
El abogado del constituyente Rodrigo Rojas Vade informó que su defendido padecía sífilis ya en el año 2013, pero, temeroso de una posible estigmatización, declaró una enfermedad oncológica.
El estigma que hoy mancha a Rojas Vade no es ni enfermedad ni purulencia corporal, sino la llaga de la cobardía y del engaño de la que se valió como supuesta víctima de cáncer para impulsar con eficacia su candidatura al alto y bien remunerado cargo que ostenta y para el cual no está ya legitimado, defraudando así la fe pública, la caridad de sus donantes y la ingenuidad de sus electores.
El canceroso imaginario debería renunciar de inmediato a la Convención y a su estipendio, pues su presencia estigmatiza no solo a dicho órgano, sino a sus antiguos compañeros convencionales de la ex Lista del Pueblo, quienes de seguir avalando su permanencia allí, se vuelven cómplices del engaño que, suponemos, antes desconocían.
Kenneth Ledger Toledo