Comercio ambulante
La ocupación del centro de Antofagasta por parte de los vendedores ambulantes se ha tomado la agenda. Hacemos un llamado a que las autoridades competentes tomen el toro por las astas y se hagan cargo. El comercio ambulante, ejercido en la vía pública, obstaculiza el adecuado tránsito de las personas por el centro, infringe ordenanzas municipales, no paga patentes, no paga impuestos, infringe reglamentos sanitarios, aduaneros e incluso energéticos, cuando se usan generadores a bencina y cocinas a gas en la vía pública. Eso debiera ser motivo suficiente para que tanto el municipio, como la delegación presidencial, ordenen su inmediato desalojo.
En una economía formal, todos contribuimos con nuestros impuestos para proveer los servicios sociales que tanto se necesitan, como salud, pensiones y educación. Funcionar irregularmente, aprovechando el espacio público, es como ir comer a un asado sin pagar la cuota. Además de esta injusticia, tenemos la apropiación de facto de un terreno que es de todos, así como el enorme daño a Pymes honradas que sufren con esta competencia desleal e injusta.
Estos pequeños comerciantes necesitan la urgente erradicación del comercio ambulante del centro y no que las autoridades se peleen por quién debe dar la orden.
Sacha Razmilic Burgos Ingeniero Comercial
Liderazgo
José Mujica, expresidente de Uruguay, expresó que temía que la Convención Constitucional chilena fuera "una bolsa de gatos". Interesante expresión que hace imaginar a muchos gatos en una oscuridad absoluta, donde todos se temen, quieren defenderse o dominar, por lo que gritan, maúllan, arañan, muerden, todo sin orden, y no se dan cuenta que la única posibilidad es calmarse y conversar para llegar a un acuerdo y, así, escapar de la bolsa. Claro está, en el caso de los gatos esto es difícil, ya que son irracionales.
Tarde o temprano surgirá un líder que logre ordenar la bolsa, aunque aún no aparece en la Convención Constitucional. Ojalá no llegue demasiado tarde.
Marcos Concha Valencia
Habitar
El habitar una ciudad tiene que ver con la responsabilidad del ciudadano por querer cuidar el hogar. Construir y habitar son cosas diferentes. La época moderna construye por el progreso y no se piensa suficientemente en el territorio, en las relaciones entre quienes ocupan un barrio, un espacio. La modernidad pierde el sentido de unidad y se convierte en el consumo técnico para transformar los barrios por más cemento y edificios. Esa pérdida de identidad no es solo territorial, es de los sentidos, del espíritu de las ciudades.
El espíritu de una ciudad está en su arte, que tiene que ver con el modo en que los artistas y el ciudadano le dan carácter y tradición a nuestras ciudades. Por tradición nos referimos a los actos simbólicos y al saber acumulado de las ciudades, a sus ritos domésticos y también históricos. La apatía de la modernidad se refleja en la desidia por los asuntos públicos de las ciudades.
El hombre, por naturaleza, es un animal político. Para conseguir los bienes comunes tiene que sostener alianzas y climas de cooperación. No es el hombre un ser eminentemente aislado, gregario del mundo, sino que tiene un rol ético en la contemporaneidad de nuestras ciudades.
Felipe Acuña Lang
Más allá de lo digital
La pandemia nos trajo una aceleración jamás pensada en el mundo de la tecnología, que nos permitió adelantar una década el desarrollo digital. Sin embargo, producto de esta transformación se están produciendo brechas digitales que guardan relación con variables etarias, socioeconómicas, culturales, urbano-rurales y geográficas, entre otras.
Cifras del World Economic Forum y de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OECD) nos muestran que en Chile somos líderes en conectividad digital en Latinoamérica, pero estamos en la medianía de la tabla si nos comparamos con los demás países miembros de la OECD.
Según cifras de la Subsecretaría de Telecomunicaciones (Subtel), en Chile tenemos por sobre un 95% de conectividad móvil y las conexiones fijas por fibra óptica llegaron a un 65% de los hogares en el último año. Sin embargo, aún nos falta largo camino para avanzar en el desarrollo de competencias digitales para las nuevas economías basadas en datos.
La tecnología es un habilitante, no es el fin. Los desafíos están mucho más allá de lo digital. Además de la pandemia, hay temas medioambientales, económicos y sociales que debemos mirar a través de la tecnología con una lógica de futuro.
La tecnología nos puede dar la capacidad de recuperarnos y transformarnos socialmente de una manera distinta para lograr una mejor calidad de vida para todos.
Pelayo Covarrubias Presidente de Fundación País Digital