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Mario Marcel

Crisis, recuperación económica y la construcción del futuro

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De acuerdo con las cifras del Imacec calculado por el Banco Central, en julio pasado el nivel de ingreso per cápita en Chile superó el registrado previo a la crisis generada por la pandemia del covid-19. Así, conforme a las definiciones técnicas, la recesión que golpeó a Chile durante 18 meses ha concluido.

Pese a ello, hay muchos sectores rezagados y varios cientos de miles de empleos aún no se recuperan. Durante la crisis descubrimos debilidades, institucionales y económicas, que obligaron desarrollar mecanismos de emergencia para apoyar los ingresos de los hogares. También será herencia de la crisis el deterioro patrimonial del gobierno, los hogares y empresas que debieron endeudarse o liquidar sus ahorros para compensar la caída de sus ingresos o necesidades adicionales de gastos.

Aun así, es importante reconocer lo que va quedando atrás. Muchas personas enfrentaron en el último año y medio no sólo la pérdida de empleos, caída de ingresos o el cierre de un negocio, sino el temor, la incertidumbre y la angustia cotidiana ante una epidemia que no sólo obligó a cambiar la forma cotidiana de vida, sino que constituyó una amenaza persistente a la salud y el bienestar.

Ir dejando atrás esta traumática experiencia nos permite volver a mirar al futuro. Al tiempo que nuestra atención deja de estar concentrada en el próximo cambio de una cuarentena o la amenaza inminente de un contagio, nos aproximamos a definiciones importantes para el futuro del país. Entre ellas la elaboración de una nueva Constitución y la elección de un nuevo Gobierno y parte importante del Parlamento. A nivel más personal, muchos enfrentan nuevas modalidades de trabajo, un nuevo empleo o el futuro de un emprendimiento.

Para que las esperanzas y proyectos que se reavivan en este contexto puedan materializarse, será importante contar con una economía sólida y estable. Nuestra experiencia pasada, y la de muchos otros países, es elocuente en cuanto a que poco se puede construir en medio de una recesión, una crisis financiera o una espiral inflacionaria.

Lo más valioso del momento actual es que contar con una base sólida para construir el futuro del país es posible. Como señala el Informe de Política Monetaria de septiembre, la oportunidad, magnitud y creatividad de las respuestas de política al shock del covid-19, permitieron que nuestro país se recuperara con mayor rapidez de la recesión que muchos países emergentes y aun desarrollados. Las holguras que acumulamos durante décadas pudieron disponerse para apoyar a millones de hogares.

Para adentrarnos en este futuro es fundamental una salida macroeconómica ordenada de la crisis, sin desequilibrios que obliguen a nuevos ajustes o golpes de timón. Una recuperación inclusiva debe apoyar la adaptación de sectores afectados por el distanciamiento social, y que facilite el retorno al empleo remunerado de cientos de miles de mujeres que tuvieron que enfrentar la suspensión de servicios sociales presenciales y el cierre de los colegios. Para no quedar a merced de nuevos golpes, será importante reducir el endeudamiento, recuperar ahorros y holguras, así como mejorar políticas e instituciones esenciales frente a emergencias. Para volver a crecer será necesario reactivar la inversión, elevar la participación laboral y aprovechar impulso para el desarrollo de nuevas tecnologías, formas de producción, distribución y prestación de servicios.

Avanzar en estas materias depende de nadie más que de nosotros mismos. El mayor enemigo no es externo, sino la inercia, la tendencia a seguir haciendo lo mismo, aunque las condiciones, necesidades o desafíos hayan cambiado. El que determinadas medidas hayan servido en la emergencia no significa que sean útiles para la recuperación. Romper la inercia es mucho más que voluntad: se lo debemos a todos los que sufrieron durante esta crisis y también a quienes lucharon incansablemente por vencerla.

"El mayor enemigo no es externo, sino la inercia, la tendencia a seguir haciendo lo mismo, aunque las condiciones, necesidades o desafíos hayan cambiado. El que determinadas medidas hayan servido en la emergencia no significa que sean útiles para la recuperación.