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Y se llama Andrés…

María Canihuante Vergara, , Curadora del Patrimonio Andrés Sabella
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Era un apacible día de agosto de 1912 en el hogar de doña Carmela Gálvez Tello y don Andrés Sabella Signora, en esta tranquila Antofagasta de principios del siglo pasado. Repentinamente, un magnífico fulgor, una luz brillante inundó el lugar. Un esperado vagido alegró el momento. ¡Había nacido un niño!¡Se llamaría Andrés, como su padre!

La alegría se vivió por años. Andresito y mamá iban cada día a esperar a papá que venía desde su Joyería Americana. Subía por calle Prat y lo esperaban en 14 de febrero, la calle en que vivían. Un día, el Niño miró a lo lejos y vio, al fondo, una línea azul que brillaba.

"-Mamá, ¿qué es esa línea azul?" "-Pero, Capitancito, eso es el Mar…" Y así, se marca uno de los temas predilectos de su obra:

"Me robo el Mar / Lo guardo en un cofre de plata"

"El Mar despierta /Las gaviotas traen la llave de su libertad"

El Niño Andrés crecía rodeado de cariño. Y de pronto, al cumplir los 7 años, la tragedia visita su hogar. Un día de enero de 1920, Papá le dice: "Andresito, nos hemos quedado solos" y, desde entonces, su vida cambió por completo. Papá lo llevó a Copiapó, a casa de Abuela Delfina. Lo crían sus tías Martina y Delia. Le enseñan a leer en libros de Rubén Darío, descubre la música, tantas cosas nuevas, pero no es feliz:

"En el patio soleado de la Abuela, llora un Niño, con el mundo destrozado entre sus manos"

La familia se traslada a Antofagasta. Andrés ingresa al Colegio San Luis. Allí, su profesor de Castellano, el Padre Urzúa, lo guía por el camino de la Literatura. Comparte con otros niños de su edad, hace grandes amigos que se mantienen por el resto de su vida.

Casi adolescente, empieza a escribir. Oreste Plath lo nombra "niño-poeta". Y, desde un avión, un domingo a la salida de misa, llueven poemas. Andrés lanza "Carcaj". Y desde entonces su labor literaria no descansa. Escribe poemas que se publican en El Mercurio de Antofagasta. El 22 de agosto de 1930 aparece su primer libro, "Rumbo Indeciso", con dibujos de Eduardo Ventura López.

Va a estudiar leyes a Santiago, donde participa activamente en la bohemia poética. Terminó su carrera de Leyes, pero no se tituló, porque su futuro estaba decidido: sería Escritor. Desde entonces, día a día, lee y escribe.

Se casa con Lidia Beltrán, dama de Linares. Y su vida se ilumina con el nacimiento de su única hija, María Eugenia Sabella Beltrán, su querida Quenoique, a quien dedicará poemas y libros. "María Eugenia, su corazón es el emblema de los pájaros"

Sus vacaciones siempre las pasó en Antofagasta, incluso trabajando en oficinas salitreras para conocer mejor la vida de los pampinos. Estas vivencias, junto a años de investigación, dieron vida a "Norte Grande, Novela del Salitre" (1944), su obra más conocida y que da nombre a toda la rica zona extrema del país. Se suman más de 40 libros publicados.

Además, dibuja y dibuja mucho. Lo hace por las tardes, escuchando tangos. Un día dibuja con tinta china, al día siguiente, colorea. Participa en exposiciones en Antofagasta, Santiago y otras ciudades.

Hace clases en el Liceo de Niñas. Escribe día a día "Linternas de Papel" para El Mercurio de Antofagasta y Calama. Crea la Escuela de Periodismo de la Universidad del Norte. En 1977, dicha Universidad le otorga el Grado de Doctor Honoris Causa. A pesar de esto, años después la Universidad lo exoneró.

Su vida continúa entre poemas, libros, charlas, dibujos, exposiciones. De su salud no se preocupaba mucho, a pesar de los consejos de su hija María Eugenia Sabella y de Elba Emilia González, su segunda esposa.

Cumpliendo con sus compromisos e invitado por el Taller de Estudios Nortinos, viaja a Iquique. Allí va a dictar charlas acerca de Gabriela Mistral. Como era su costumbre, se reúne a cenar con miembros de La Hermandad de la Costa Nao Iquique. A medianoche vuelve a su hotel.

Y, al día siguiente, 26 de agosto de 1989, se informa oficialmente que Andrés Sabella murió, El Norte Grande se oscurece, el sol no alumbra, el Mar se encabrita, callan las Gaviotas, el Reloj de la Plaza Arturo Prat llora las horas.

Y Antofagasta, llorosa, silente, dolida recibe a su Poeta. Lo llora, lo lamenta, no hay consuelo. Los por qué no tienen respuesta. Y Antofagasta entera se vuelca a las calles, con pañuelos blancos y claveles rojos para despedirlo.

"Entonces, el viento cambiará de cielo a las gaviotas"

"Entonces, mi vieja máquina de escribir levantará/un rayo en cada una de sus teclas".

Las mujeres fuman menos que los hombres, pero les cuesta más dejar la adicción

NICOTINA. Así lo demuestra una investigación realizada en 38 mil personas, cuyos autores plantean la necesidad de aplicar planes especiales para las fumadoras que quieran abandonar este hábito.
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Redacción/Efe

Aunque las mujeres fuman menos que los hombres, tienen más dificultades para dejar este hábito, según una investigación presentada este miércoles en el Congreso de la Sociedad Europea de Cardiología.

El estudio comparó las características de hombres y mujeres con datos obtenidos entre 2001 y 2008 y demostró que las mujeres que buscaban ayuda para dejar de fumar presentaban tasas de sobrepeso u obesidad, depresión y ansiedad mayores que los hombres. Además, tenían menos éxito en sus intentos de abandonar el cigarrillo.

"Nuestros resultados ponen de manifiesto que es necesario ofrecer ayuda específica, adaptada a las necesidades de las mujeres que quieren dejar de fumar", comentó la investigadora de la Universidad de Borgoña (Francia) y autora del trabajo, Ingrid Allagbe.

Los participantes tenían más de 18 años de edad y al menos un factor de riesgo adicional para sufrir enfermedades cardiovasculares: sobrepeso/obesidad, colesterol alto, diabetes, presión arterial alta o antecedentes de accidente cerebrovascular, ataque cardíaco o angina de pecho.

Los voluntarios fueron clasificados en función de su dependencia a la nicotina (leve, moderada o grave) y se fijó la abstinencia en 28 días consecutivos sin fumar.

También debieron informar su nivel de educación, su altura y peso, posibles afecciones como la diabetes o las enfermedades respiratorias, el número de cigarrillos diarios y otros aspectos de su historial médico.

En total 37.949 fumadores participaron en el estudio, de los cuales 16.492 (43,5%) eran mujeres con una edad media de 48 años, poco menos que la de los hombres, que era de 51 años.

Todos presentaban una elevada carga de factores de riesgo cardiovascular, aunque las tasas eran mayores para los hombres en colesterol (33% de los hombres frente al 30% de las mujeres), presión arterial alta (26% varones, 23% mujeres) y diabetes (13% y 10 %, respectivamente).

Por el contrario, ellas tenían más sobrepeso u obesidad en comparación con los hombres (27% frente a 20%), síntomas de ansiedad o depresión (37,5% las mujeres, 26,5% los hombres), enfermedad pulmonar obstructiva crónica (24% y 21%) y asma (16% versus 9%).

Las mujeres fumaban menos (23 cigarrillos al día frente a los 27 que fumaban ellos) y tenían una menor tasa de dependencia severa de la nicotina (56% frente al 60% de los hombres). "Pese a fumar menos y ser menos dependientes de la nicotina que los hombres, a las mujeres les resulta más difícil dejar de fumar. A ello podría contribuir la mayor prevalencia de ansiedad, depresión y sobrepeso u obesidad entre las mujeres", detalló Allagbe.

Según la investigadora, una de las causas podría ser que "las mujeres se enfrentan a diferentes barreras para dejar de fumar relacionadas con el miedo a ganar peso, las hormonas sexuales y el estado de ánimo".

"Estos resultados indican que se necesitan programas integrales para dejar de fumar dirigidos a las mujeres que ofrezcan un enfoque multidisciplinar ", concluyó la autora.