Liderazgo en la economía nacional
La Región de Antofagasta concentra el 26% de la inversión nacional para los próximos cinco años, ratificando su importancia para el crecimiento del país. Son 51 proyectos de los rubros mineros, energéticos y de infraestructura ingresados para su aprobación y posterior ejecución. Todos ellos suman cerca de 20 mil millone de dólares.
La Región de Antofagasta sigue siendo el verdadero motor de la economía nacional y, por excelencia, una zona atractiva para el desarrollo de proyectos no sólo del ámbito minero, que ha sido históricamente, también en el rubro de las energías limpias y de innovación en la industria.
De acuerdo al último informe entregado por la Oficina de Gestión de Proyectos del Ministerio de Economía, la carpeta regional es amplia. Son 51 iniciativas en minería, energías renovables y de infraestructura presentadas y que equivalen a US$ 19.963 millones para los próximos cinco años.
Sin duda, el monto y la cantidad de proyectos deja en claro que el interés por instalarse en la región sigue al alza, ratificando su condición de epicentro de la economía del país. Una relación que viene por décadas y que no decae, porque a la minería se ha sumado el rubro energético que es lo más actual en cuanto a nuevas inversiones.
Son buenas noticias, pero que igual debieran abordarse con una mirada más regionalista. Punto que ha sido planteado en innumerables ocasiones pero que choca con inconvenientes propios de ciudades que aún no se han sumado a la modernidad y que requieren que el nivel de inversiones también se refleje en la calidad de vida de las respectivas comunas, de las grandes y las más pequeñas.
El seremi de Economía Ronnie Navarrete, fue quien también planteó similar inquietud. A su juicio estos proyectos debieran privilegiar la mano de obra y los proveedores locales. De este modo no sólo se retribuye con impuestos y liderazgo, también se hace con los habitantes de los territorios donde están emplazadas sus operaciones.
Ese punto de vista merece volver a ser tema de discusión. Ya se ha hecho con antelación y hoy con la nueva institucionalidad, y l autoridad del gobernador regional, es posible contar con nuevos elementos para solidificar las solicitudes.
La inversión debiera tener un impacto positivo en las comunidades y no solo las externalidades negativas. Las ciudades tienen que ser consideradas y ser impulsadas a un progreso que la convierta en modelos de modernidad.
Esta es una deuda permanente pero que tiende a cambiar. Inversores y empresarios han entendido que deben responder a las comunidades, a sus ciudades y el medioambiente. El juicio social es muy distinto en esta nueva era que vivimos.