Mentiras políticas
Dra. Francis Espinoza F. Académica UCN
Nuevamente comienza el ajetreo electoral con las primarias no convencionales de la Unidad Constituyente, llamadas eufemísticamente 'consulta ciudadana'. Los debates en medios tradicionales de comunicación comenzaron tímidamente sin hacerse tanto 'rasguño', marcando pocas diferencias en los temas controversiales del país y menos aún en ranking de audiencia (El Mercurio de Antofagasta, 04/08/2021). En un análisis sobre la verificación de datos realizado por el equipo del Polígrafo, las verdades se presentaron a media o simplemente fueron mentiras (EMOL, 04/08/2021).
Nos encontramos con un 'casi falso' en Carlos Maldonado (PR), cuando aseveró que las comisiones de las AFPs en Chile son las más altas a nivel mundial. Por su parte, la abanderada del PS, Paula Narváez arrojó una 'verdad a medias' en su argumento sobre la carga tributaria en Chile como una de las más bajas en los países de la OECD. Finalmente, la DC Yasna Provoste obtuvo un 'casi falso' en su declaración de que el aborto en Chile representa la tercera causa de muerte en mujeres. Y así podríamos ir sumando a los otros candidatos, quienes van convirtiendo frases a medias en trending topic y en la construcción de realidades inexistentes.
No habría que sorprenderse que la política está plagada de mentiras, desinformación, fake news, contenido engañoso o fabricado. De acuerdo al Instituto Nacional de Cyber Seguridad de España, el objetivo principal de estas prácticas es la manipulación de la audiencia para influir en su conducta (voluntad de voto) y generar desprestigio o enaltecimiento de personas e instituciones. Las mentiras se expanden como un virus a través de redes sociales y mensajería instantánea con la finalidad de suplantar fuentes genuinas (FirstDraft, 2021). La propaganda también se basa en principios de alteración de la realidad. Por ejemplo, la propaganda Fide (o Fidei), nacida en 1622 de mano de los jesuitas, como Sacra Congregatio para la Difusión de la Fe o para la Evangelización de los Pueblos tuvo una única estrategia: implantar la fe católica entre los paganos y herejes, y ha sido exitosa por casi 398 años. La existencia divina también podría ser cuestionable más allá de los dogmas.
La pregunta que subyace es si existiría una relación directa entre 'ser político' y automáticamente mentir. No debemos mirar tan lejos, sino basta recordar que en nueve días tendríamos resultados asombrosos del Plan 9 del actual alcalde de la ciudad. Los/as candidatos/as al Parlamento por esta región también están en plena campaña ofreciendo 'mentiras verdaderas' y adorando a los mismos dioses que antaño sepultaban (Wallerstein, 1979). Un vecino que ha vivido mucho tiempo en el extranjero (John Gill Alliú) me decía que le sorprendía la capacidad patológica de la mentira en nuestro país. Ergo, no nos debería asombrar el descaro (lo que yo denomino poco 'decoro político') en la escasa capacidad para decir la verdad, aun cuando ésta sea subjetiva y esté anclada a distintas interpretaciones.
La mentira en política tiene un único nombre, se llama 'populismo'. Los autores del libro Cómo mueren las democracias (2018) Steve Levitsky y Daniel Ziblatt señalan que los sistemas democráticos se encuentran agónicos ya no por revoluciones o golpes de estado, sino por gobernanzas populistas que erosionan las instituciones. Por su parte, la periodista estadounidense Anne Applebaum en su texto El Ocaso de la Democracia. La Seducción del Autoritarismo (2021) ve las raíces del populismo en la debilidad y mediocridad política, algo que yo analicé en una columna anterior (El Mercurio de Antofagasta, 04/07/2021). La investigadora argentina Yanina Welp (Let the People Rule? Direct Democracy in the Twentyfirst, 2017) se cuestiona la relación entre el populismo y el real interés de los liderazgos por la ciudadanía y el respeto a los derechos humanos.
Las mentiras y el populismo son las dos caras de una misma moneda, y nos sorprenden las expresiones de los/as ciudadanos/as de hacer una 'rebelión de la ortodoxia' (Mo Xiang Tong Xiu, 2019) cuando estamos cansados/as de tanta falacia descarada. Ya en 1927, Julien Benda culpaba a la elite dominante de la organización intelectual de los odios políticos. Sin embargo, como diría Mercedes Sosa, "no todo está perdido…". La idea de una política como el ejercicio de un poder benigno ('force for good', Aggestam, 2008; Barbé, & Johansson-Nogués, 2008; Pace, 2008) ya está presente en la gobernanza inteligente de países con democracias más saludables como Noruega, Islandia, Suecia y Nueva Zelanda (Democracy Index, 2020). Por ende, a la hora de ir a las urnas, de seguro el mal menor será el/la político menos mentiroso/a. ¡No olvide esto!'.
"La mentira en política tiene un único nombre, se llama 'populismo'. Los autores del libro Cómo mueren las democracias (2018) Steve Levitsky y Daniel Ziblatt señalan que los sistemas democráticos se encuentran agónicos ya no por revoluciones o golpes de estado, sino por gobernanzas populistas que erosionan las instituciones".